61 días

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61 días

Los créditos finales aparecen en pantalla. Señal de que la película se ha acabado. Los brazos, cada vez más fuertes por el boxeo, del youtuber, mantienen su agarre alrededor mía.

Parpadeo con sueño.

Al final el único momento de la noche en el que hemos cambiado de posición ha sido para colocar la caja de pizza encima de mis rodillas.

Ahí sigue, ya vacía.

—Pues se ha acabado la peli. ¿Qué piensas entrenadora? ¿Te sientes identificada?—rompe el silencio el YouTuber. Aparto la mirada de la tele, y aunque la habitación este a oscuras, en la penumbra identifico el rostro de Daniel. Me está mirando el también, una sonrisa se forma en sus labios carnosos cuando me pilla.

Bueno, él me estaba mirando primero así que.

—¿Con Rocky? Yo soy más de la chica de "Million Dollar Baby".—esa siempre ha sido mi película. Creo que desde niña he querido siempre ser Maggie. Aunque me falle lo de ser rubia. Y bueno, evidentemente me encantaría no terminar como ella.

—No sé cual es.—responde Daniel.

¿Pero este chico? ¿No tiene cultura general?

—Tienes que verla.—respondo sin pensarlo.—No me puedo creer que llevemos casi dos meses entrenando y aún no la hallas visto. Es como decir que no ves peleas de boxeo. Como si Cristiano Ronaldo no viera fútbol.—igual mis metáforas no están siendo las mejores, pero, el punto es que se entiende lo que trato de decir.

—Me halaga que me compares con el bicho.—comenta con una sonrisa de suficiencia. A veces me pregunto si de verdad nunca deja de estar feliz. Es casi imposible verle abatido.

—Soy más de Messi, pero bueno sí, Cristiano no está mal.—me encojo de hombros, el movimiento de mi cuerpo contra el suyo haciendo que nos re-coloquemos después. No nos separamos, simplemente ajustamos la postura para poder seguir hablando más cómodamente.

No soy el tipo de persona que se sienta cómoda con el contacto físico, por mucho que haga un arte marcial que implique darse de ostias con otra persona. Es más, con Saúl, que es con quien más confianza tengo, aún me cuesta darme abrazos. Es por esto que el estar pegada a Daniel y que no me estén entrando ganas ni de vomitar, ni de pegarme un tiro en el pie, ni de arrancarme la piel que tenemos en contacto me parece sorprendente.

Es que soy cómoda a su lado.

Y sencillamente, hacia mucho que eso no me pasaba con alguien.

Si fuera al psicólogo, me diría que esos son los efectos que me deja el trauma en la mente. Pero mi terapia es el saco de boxeo, que habla menos y me ayuda lo mismo.

Un cosquilleo extraño me sube por las muñecas, me pasa cada vez que pienso en el tema. Por suerte, el YouTuber que tengo al lado está demasiado en shock con lo que acabo de decir y no nota mis aspavientos para calmar la sensación.

—¿Del Barcelona? Ya sabía yo que no podías ser tan perfecta.—termina diciendo.

—Hombre, soy de Valencia, era más probable que mi equipo fuera el Barcelona que el Madrid. No te hagas el sorprendido.—respondo poniendo los ojos en blanco. Como si a estas alturas de la película le resultara extraño que somos polos opuestos. Ya nos vamos conociendo.

—Necesito olvidar esta traición. ¿Vemos esa película que decías, entonces?—pregunta.

Miro el reloj en la pantalla de mi móvil. Son la una y media de la madrugada, igual es demasiado tarde como para empezar otra nueva película. Este chico en algún momento tendrá que volverse a casa ¿no?

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