26 días

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26 días

Anoche olvidamos bajar las persianas. Error común cuando uno está cansado y es tarde.

La luz es lo que me despierta, y no el suave respirar de Daniel.

Acostado a mi lado, su pecho se mueve levemente con cada inspiración. El pelo revuelto, las pestañas largas, la tez morena de entrenar sin camiseta bajo el sol.

Menudo repaso le estoy metiendo.

Anoche dejé el móvil en la mesilla, y aunque no tiene mucha batería me da para averiguar que ya son las diez de la mañana. El fondo, una foto de Saúl y yo sonriendo después de una noche tranquila en casa me pone de buen humor.

No puedo creer que ayer al fin conociera a su familia. Tres años de amistad hemos necesitado. Y eso que él aún no conoce la mía. Aunque por desgracia, cada vez queda menos para ello.

Alejo los pensamientos sobre el rencuentro de mi cabeza. Cuanto menos lo tenga en mente mejor.

Por encima del hombro me fijo de nuevo en el moreno. Está profundamente dormido, y aunque por instinto me siento tentada a despertarle a gritos, creo que esta vez voy a contenerme y no hacerlo.

Con cuidado salgo de la cama. Mi mochila está apoyada en una de las patas del escritorio. En silencio saco el cargador del móvil, ropa limpia y mi bolsa de aseo. Es hora de prepararme para el día.

No sé si la familia de Daniel está en casa, pero tiene un baño para él solo, así que no molesto a nadie en el proceso de lavarme la cara, peinarme y vestirme. Con las prisas tampoco me traje el outfit mejor pensado de la historia, así que me coloco unos vaqueros claritos y una camiseta blanca básica.

No acostumbro a no llevar ropa de deporte, pues al fin y al cabo mis días se basan en entrenar.

Cuando voy a salir del baño, la puerta se abre. El youtuber bostezando se sorprende de verme ahí.

—Buenos días.—sonríe al instante.

—Hola.—por la forma en la que me mira, me da por pensar que tiene cierta información que yo no. Prefiero no preguntar y vivir en la ignorancia.

—Me cambio y ¿bajamos a desayunar?—asiento como mi única respuesta.

No tarda mucho, y antes de que me de cuenta estamos los dos en su cocina. Es bastante espaciosa y muy luminosa, como me gustaría que fuera en mi casa de adulta.

—Tú debes de ser Mía.—me giro sobresaltada. Una adolescente me observa de arriba a abajo mientras desayuna un bol de cereales.

—Si.—Daniel sonríe mientras observa la interacción. Se lo está pasando bien con mi incomodidad, desde luego.

—Ella es Ana, mi hermana pequeña. Mis padres están en el campo, pero vienen un segundo a saludarte. Quieren conocerte, les he hablado de ti.—agradezco la aclaración, aunque me entra un ataque de vergüenza de nuevo.

Ya sabía que este momento iba a llegar, pero pensaba que no iba a ser aún.

—Encantada.—trato de disimular mis nervios, aunque no se me da bien y los dos hermanos comparten una mirada de complicidad.

—¿Tú eres boxeadora?—me pregunta la chica.

—Si, desde pequeña. Ahora trabajo de ello, pero mucho tiempo ha sido solo mi hobbie. ¿Te gusta?—pregunto haciendo uso de mis mejores habilidades de sociabilización. Que son bastante nulas.

—Bueno, estaría bien aprender por si alguna vez quiero pegar a Dani.—abro la boca en forma de "O" como respuesta de sorpresa. Eso no lo veía venir.

—Para eso no voy a enseñarte.—le responde su hermano, que me pasa una taza de café. No sé como ha averiguado que me gusta, pero sabiendo que es amigo de Saúl y que el rubio debe de traficar con información sobre mi, tampoco me sorprendo.

—Pero Mía si.—bueno, eso se verá.

No me da tiempo a replicar, pues la familia Alonso al completo entra por la puerta. Por instinto, acomodo mi pelo. Esto se siente como estar haciendo la entrevista de trabajo más importante de mi vida.

A fin de cuentas, no sé porque tengo tanta presión por impresionar a sus padres.

—Hola.—me saludan al entrar.

—Papá, Mamá, ella es Mía. Mi entrenadora de boxeo y la compañera de piso y mejor amigo de Saúl.—hace las presentaciones Daniel.

—Bernardo y Marifé.—dice su madre.—Un placer conocerte, hemos oído mucho sobre ti.

No me sorprende, por lo que sea. Parece que el youtuber está medio-obsesionado conmigo, por no mencionar que La Velada es como el ochenta porciento de su vida ahora mismo. Con lo cerca que esta, solo tiene tiempo para entrenar.

Charlamos un rato sobre cosas triviales. Les cuento brevemente sobre mí y la famosa historia de como el guiri y yo nos hicimos mejores amigos a raíz de que me acogiera en su casa. Y luego se disculpan porque tienen que volver al campo. Ana también se excusa al rato, según ella ha quedado con una amiga para hacer TikToks, aunque como luego me cuenta Daniel, él tiene la teoría de que tiene un novio en el pueblo y queda con él.

Por lo visto, la familia de el famosísimo youtuber Daniel Alonso es agricultora. Una cosa que uno nunca se esperaría.

Antes de la hora de la comida nos vamos de la casa. Tenemos obligaciones que atender en Madrid y aunque las mini-vacaciones de un día en el pueblo perdido de la mano de dios del que son estos chicos hayan sido muy interesantes, tenemos que volver a nuestro hogar.

Recogemos a Saúl y nos despedimos de su madre, que hoy parece de mejor humor que ayer incluso. No me sorprende que mi mejor amigo sea tan divertido como es después de haber conocido a sus padres.

El viaje en coche lo hago en los asientos de atrás. A parte de porque me han obligado, porque quiero pensar.

Quiero pensar en lo que está pasando con Daniel.

Porque con la tontería, he conocido a su familia. Y se supone que yo soy solo su entrenadora de boxeo, pero la forma en la que me ha tratado su madre me ha hecho ver que para ellos soy más.

Por lo que claramente, para Daniel también.

Y esto me hace dudar sobre lo que estoy sintiendo yo por él. Porque llevo toda mi vida pensando que es completamente imposible que yo me enamore de alguien. Nunca he llegado a sentir las míticas mariposas ni la emoción que describe a gente.

Y no es que ahora lo este comenzando a hacer.

Pero nuestros besos, el deseo que siento cada vez que le tengo cerca...

Para mi desgracia no hay duda de que siento atracción. Eso no puedo seguir ocultándolo. Pero los acontecimientos del día de ayer, y las tardes corriendo que hemos pasado y me han dado la oportunidad de conocerle mejor.

Tal vez no sea solo físico.

Puede, y solo puede, que también me guste él.






🥊
Uy, espero que os haya gustado

Nos leemos pronto!

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