70 días

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70 días

Ya lo he dicho. No me gusta decir adiós. He hecho la maleta esta mañana con ayuda de Daniel, que se ha asegurado de que entre mi ropa no hubiera ninguna tarántula ni serpiente.

Si, porque por lo visto una de las cosas que se dedicaron a grabar con Frank fue meterse en una bañera con estos animales. ¿Qué aporta eso al entrenamiento?

Supongo que algo, lo que no es es el qué. Pero según ellos quedaba chulo y Frank sabía lo que estaba haciendo.

Yo me dediqué a golpear el saco hasta que acabaron. No me apetecía ver que pasaba si las cosas no iban bien.

—¿Ya lo tienes todo?—revisa las zapatillas blancas y se asegura de que no haya nada dentro. Luego me las pasa.

—Si, gracias por ayudarme. No hacía falta.—recojo la maleta ya lista y me preparo para salir por la puerta.

Me lo he pasado bien en Tailandia, contrario a lo que uno pudiera pensar. No han sido muchos días, pero desde luego que voy a tener historias para contarles a mis hijos.

Si tengo, claro.

—No digas tonterías Mía. Si te pica algo y te mueres los dos sabemos que revivirías sólo para darme una paliza. Y luego me la pegaría de vuelta Saúl.—responde pasándome un brazo por los hombros.

En ese preciso instante aparece el rubio de mi mejor amigo por el marco de la puerta. Parpadea con sorpresa un segundo, el tiempo que tardo en apartarme del YouTuber y salir al salón.

Demasiada confianza Daniel Alonso.

Jopa nos espera también. Parece que en realidad, todos estaban haciendo tiempo hasta que acabara yo.

Bueno mira, pues que se aguanten. Una pena.

Frank se despide de nosotros en la puerta. Es un taxi quien nos va a llevar al vuelo.

—Me alegra verte Yosoygilipollas.—le da un abrazo bien fuerte, que casi parecen padre e hijo diciéndose adiós. Cómo si no fueran a verse en seis meses.

Y eso que me contó ayer Plex que iba a ir a darle una sorpresa en su entrevista de El Hormiguero.

—Cuídate viejo.—le llueve una torta bien fuerte.

—Tómate esto también como parte del entrenamiento, ¿a que sí Mía?—dice Frank. Hombre, le ha dado un golpe que le va a picar, pero claro, se lo ha merecido y además no ha estado lo suficientemente atento como para esquivarlo.

A estas alturas poco más puedo decir que ha sido su culpa. Que se aguante.

—Claro. El entrenamiento es constante todo el día todos los días. Cuando menos te lo esperes, toma, puñetazo.—bromeo. Aunque pensándolo en frío igual no es tan mala idea, así tendría unos reflejos inmejorables.

Y probablemente ansiedad, pero eso es un daño colateral con el que hay que lidiar.

—Me encanta esta chica.—le choco los cinco como respuesta.

Luego se despide de Jopa, al que le cae un poco de bullying también y de Saúl, con quién, igual que conmigo, es un poco más formal.

El camino hasta el aeropuerto se nos hace breve. Nos dedicamos a hacerle preguntas al taxista con el traductor y disfrutar de sus risas al oír la voz robótica. Más que nada porque las respuestas no las entendemos.

No es hasta que me siento en el avión y estoy a punto de despegar que soy constante de lo que he vivido estos últimos días. En este vuelo, tengo a Saúl a mi lado y en el del pasillo a Plex, igual que en la ida, por eso de que sus piernas kilométricas no caben en el asiento.

—¿Cómo estas?—me pregunta mi mejor amigo.

La verdad es que no lo sé. Tengo un cúmulo de emociones por dentro. Por un lado el boxeo, las peleas que cada vez están más cerca y debemos prepararnos para ellas.

Aquí siempre me asaltan inseguridades y dudas. ¿Y si no soy la mejor? No estoy preparada para ese fracaso. Para la derrota.

Lo otro que me ronda la cabeza es Daniel. Después del comentario de ayer me quedó bastante claro que el no tiene intención de rendirse conmigo.

Y no sé como me hace sentir eso.

Es verdad que en estos días en Tailandia he visto la otra cara de la moneda. Siento que he conocido más de él e igual no me da tanto asco como quería pensar.

Pero de ahí a tener sentimientos por el. Es como misión imposible. Si ni Álvaro, con el que llevo casi un año entrenando y que me parece físicamente atractivo, ha conseguido hacer que tenga emociones por él, no se cómo funcionarían las cosas con Daniel.

Es que no funcionarían. Así de sencillo.

—Rallada.—suspiro. Plex esta con los cascos, perdido en sus pensamientos. Jopa no nos está escuchando, porque lleva por lo menos quince minutos roncando.

—¿Por Dani?—miro al rubio con cara de horror. ¿En que momento se le pasa eso por la cabeza?— Pensaba que ya por fin habías aceptado tus sentimientos hacia él.

Me da miedo pensar el grado de conexión mental que tengo con Saúl. Realmente da susto.

—¿De que hablas?—le toco la frente por si estuviera caliente. A este chico le han drogado, sin duda.

—Joder Mía. Es obvio. A Daniel le gustas y es cuestión de tiempo de que él te guste a ti, si no lo hace ya.—añade esta última parte como si fuera una confesión entre nosotros.—Mira, yo sé que tú estas cerrada en banda al amor y a todo eso. Pero igual, solo igual, le podías dar una oportunidad al chico.

—Saúl...—me interrumpe.

—No Mía. Simplemente déjate conocerle, deja de alejarle tanto. Igual no es el amor de tu vida pero puede volverse un amigo. O igual si lo es y lo único que estas haciendo es perder el tiempo. Deja de tener miedo.—como si fuera tan fácil.

—No me gusta.—acabo por responder.

—Eres una cabezota.—le saco la lengua.—Pero mientes fatal, así que ya sabes, uno de estos días, cuando acabéis de entrenar, le invitas a cenar. Yo me voy a donde sea.—hace un baile raro con las cejas para añadirle dramatismo.

Vaya idea de mierda. La vamos a guardar al cajón de ideas inútiles, porque no me gusta Daniel.

Aunque invitarle a cenar, ¿no puede ser tan malo?

¿Por qué me estoy planteando hacerle caso al guiri de mi mejor amigo?







🥊
He vuelto. Espero que os guste mucho. Voy a intentar actualizar día si día no. Ya me decís que opináis de la historia.

¡Nos leemos pronto!

Vendas | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora