71 días

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71 días

Tener que empezar las despedidas tan pronto, no me hace especial ilusión. Y eso que soy la persona menos efusiva del grupo.

Anoche, regresamos extremadamente tarde del viaje hacia al monasterio. Para cuando llegamos, Frank nos esperaba con el ceño bien fruncido como un padre preocupado y unas cajas de pizza.

Menos mal que Plex tiene kilos que ganar.

No pude parar de darle vueltas a muchas cosas en el trayecto de vuelta. Por un lado, a las palabras del monje. Si él pensaba que mi pobre gancho derecho va a seguir siendo defectuoso siempre, entonces poco puedo hacer yo por perfeccionar el golpe.

Y eso me jode.

Me fío del monje porque ellos son los expertos boxeadores, tradicional y culturalmente el boxeo es suyo. Al final, ¿quien va a saber mas: una valenciana o un monje boxeador?

Pues eso, yo hago caso de los profesionales.

También le estuve dando vueltas ha todo este lío en el que me he visto metida. Por culpa de Saúl, como siempre. El guiri es el que acaba metiéndome siempre en problemas.

Bueno, o en lo que sea esto.

El entrenar a otra persona no me es una dificultad, al final es a lo que llevo dedicando los últimos años de mi vida. Es el entrenar a un youtuber famoso, para un combate real, con otros famosos, lo que me esta dando agobio.

O estaba, porque en este punto estoy hasta disfrutando de la experiencia. Aunque me niego a admitirlo en voz alta porque eso sería darle la razón al rubio y paso.

En cuanto a Plex en si, supongo que no es tan idiota como parecía. Entre Tailandia y los entrenamientos me he dado cuenta de que no es el capullo de la capibara.

Tiene un corazón bastante grande y encima a veces es gracioso y todo.

Otra cosa más que no pienso admitir en voz alta.

—Mía, me prometes esa clase ¿no?—hemos venido a la ciudad, ha dejar a Lili en el aeropuerto.

Lo que decía de las despedidas. No son ni nunca han sido mi punto fuerte. Esa es la razón por la que Saúl se mantiene a medio centímetro de mi, con su brazo sobre mis hombros.

Señal de que está para mi. Joder si es que hay que quererle y todo.

—Claro que si Lili.—le doy un pequeño abrazo, arrastrando en el gesto al inglés. No parece molestarle, me ha quedado claro que ellos dos han hecho buenas migas.

Aunque prefiero no saber hasta que punto. En mi mente la morena tenía medio novio, pero yéndose a Australia a vivir cierto es que tampoco tiene mucho sentido.

—¿Hay algo que queráis ver de aquí?—nos pregunta Plex cuando nos alejamos del aeropuerto.

Jopa y mi mejor amigo se miran entre ellos.

—Nosotros queremos ir a un museo de arquitectura que hay por el centro.—Saúl me pregunta con la mirada si puede dejarme sola. Asiento disimuladamente, un código entre nosotros para que podamos entendernos lejos de los demás.

Vendas | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora