44 días

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44 días

El único motivo por el que estamos aquí es la final de la Champions. Saúl lo ha descrito como una fiesta familiar, para desconectar del trabajo, los problemas y coger fuerzas para los combates.

Es una realidad que próximamente vamos a respirar boxeo y no va a haber tiempo para nada más. Como si lo hubiera ahora.

La idea surgió en la cena pizzera de Daniel y Saúl, pero el plan no es en nuestra casa. Lo agradezco, porque aunque el grupo sea pequeño, nuestro apartamento lo es aún más.

En la mansión de las afueras en el que vive Daniel, ha juntado a algunos de sus amigos para que veamos el partido.

No sé si en la lista de invitados ha tenido que ver el rubio, pero está claro que las personas han sido escogidas cuidadosamente.

Creo que en ningún momento he sido tan obvia como para mostrar la inseguridad y ansiedad que me da estar con personas nuevas, pero tampoco he debido de ocultarlo muy bien.

En la terraza, sentados en torno a un proyector, estamos Jopa, Archie el guiri, Adrián el editor , Saúl y yo.

El resto de personas que hace un mes habitaban esta casa parece que se han esfumado. Bueno, uno de ellos está de viaje con Lili.

La morena de vez en cuando me manda memes por Tiktok y gracias a esa pequeña conexión he visto que están juntos en Tailandia.

El rubio no ha dicho nada al respecto, señal de que si le ha llegado la información, no le ha encantado verlo.

La temperatura es fresca, y menos mal porque el calor estaba empezando a sofocar en Madrid. De echo, ahora que me acuerdo, debería preguntarle a Daniel si puede cambiar la hora de los entrenamientos.

Dejo un par de toquecitos sobre su hombro, pues casualidad, se ha sentado a mi lado.

Nótese la ironía.

—Oye Plex.—el chico desvía su atención del proyector y dibuja una sonrisa cuando me mira a los ojos.—Igual tenemos que cambiar las horas de los entrenamientos a más tarde.

—Por mi sin problema, Maggie.—la referencia a Million Dollar Baby me arranca una sonrisa a mi también.

A parte de quedarnos dormidos, vimos también la película.

Ya van por el final de la segunda parte, y nosotros vamos por el tercer botellín de cerveza. El Madrid acaba de marcar un gol, así que los ánimos están bastante exaltados.

Hasta el final del partido, nos mantenemos estáticos. Cuando por fin, el equipo merengue se proclama campeón, los chicos saltan y celebran con ilusión.

—A mi me da un poco igual, soy más de la liga inglesa.—pese a eso Archie se une al brindis colectivo.

Saúl me dirige una mirada curiosa cuando abro mi cuarto botellín. No soy yo de las personas que suelen beber, de hecho rara vez lo hago, pero hoy estamos de celebración.

O bueno, ellos lo están.

—¿Pedimos para cenar?—pregunta Jopa. El chico da un par de tragos al líquido dorado, esperando la respuesta del resto

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