1 día

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1 día

Inseguridades y ánimos. Me muerdo las uñas nerviosamente una vez más. Los elásticos del ring se mueven cuando el cuerpo del contrincante choca contra ellos.

Daniel atesta los golpes concentrado, metódico y de forma astuta. Uno tras otro, esquivando con eficiencia los puños de Álvaro, que vuelan fuertes hacia él.

Creo que no había sentido esta ansiedad ni viendo pelear a Saúl.

Por fin el tiempo del combata acaba, los dos relajan los hombros, chocan los guantes amistosamente y se apoyan contra las cuerdas.

—Increíble.—se ríe el rubio a mi lado. Su tono de admiración lo denota todo, el espagueti que llego a nuestro gimnasio hace cuatro meses es hoy una completa máquina de boxeo.

—¿Cómo ha estado?—pregunta el Youtuber sacándose el bucal. Lo pregunta al aire, pero sus ojos se clavan en mi. Es mi aprobación la que busca.

—Muy bien. Si lo haces así mañana, El mariana no va a tener nada que hacer.—la sonrisa a la que me he acostumbrado en las últimas semanas, se estira en los labios de Daniel.

Dani.

A veces le llamo así en mi cabeza. Pero hasta que no gane la velada, seguirá siendo Daniel. Pienso mantenerme firme en mi palabra.

—¿Venís a cenar al final?—pregunta cuando me acerco a pasarle la toalla.

Álvaro ha declinado respetuosamente la invitación cuando la ha escuchado. El guiri y yo hemos accedido, aunque a condición de que nos podamos volver pronto a casa.

Al final, mi combate también es mañana.

—A las once en casa.—señalo, dejando de morderme las uñas por un instante.

—A las once vas a estar ya soñando conmigo, princesa.—pongo los ojos en blanco a su frase de película romántica de los noventa. —Me lo tomo como un si entonces.

Asiento, perdida por un segundo en su rostro sudado por el esfuerzo. Al final del día, Daniel no es nadie del otro mundo. Pero algo tiene que me ha atrapado.

Siguiendo la misma rutina que los últimos meses, recogemos las cosas, nos cambiamos en el vestuario y esperamos a que Álvaro ponga el seguro al gimnasio.

Hoy es mucho antes de lo habitual, pues queríamos estar descansados todos. El calor de Madrid nos quema mientras el moreno coloca los sistemas de alarma.

Cuando acaba, los cuatro nos quedamos mirando el letrero del gimnasio como en trance. Parece mentira que mañana ya se acabe todo.

—Plex.—carraspea el de la mohicana.—Dalo todo mañana. Sabes que puedes y que vas a ganar. Refleja el esfuerzo.—los dos se dan uno de esos abrazos de hombre que dicen mucho sin decir nada.—Mía, ya me cuentas como acaba lo tuyo.

El familiar cosquilleo de ansiedad se vuelve a colocar en mi estómago mientras me despido de él. Vamos a vernos por la tarde, pero él es consciente de todo lo que me juego mañana por la mañana.

Esa pelea es mi vida.

El camino en coche se me difumina, perdida en los recuerdos del pasado.

La mudanza a Madrid, el miedo de la soledad, encontrar a Saúl, vivir juntos. Todo lo que paso antes en Valencia, como le conte a mi mejor amigo que me iba a atrever a meterme en la pelea...

—¿Estás bien?—me pregunta Plex cuando llegamos a su casa. Sus amigos están por allí, lo oigo desde fuera de la verja.

—Creo que ha sido la realidad de que por fin el gran día es mañana.—me rescata Saúl. Mi mejor amigo me ayuda a bajarme del coche y me da un abrazo muy fuerte.

El no va a poder estar mañana, pero se que cuando salga me va a recibir con sus brazos abiertos y va a curar todas las heridas que me hayan hecho.

Efectivamente, al entrar por la puerta, el grupo de amigos del famoso, nos saluda emotivamente. Ellos también están nerviosos.

—Mía, ¿me ayudas con la cena?—un buen intento de Daniel para sacarme del remolino de personas.

—No hagáis nada sucio en la cocina.—bromea el cámara. Lo que me faltaba ya. Ni que jamás hubiéramos llegado a ese nivel de confianzas.

El youtuber le saca el dedo a su amigo y me pasa el brazo por los hombros para guiarme a la enorme habitación.

Este sitio me recuerda a nuestro primer beso. Aquella noche viendo el fútbol y la pelea que acabo con los dos en la piscina.

—La cocina de tu casa me trae recuerdos...—Plex me mira con cara pícara mientras saca los ingredientes de la nevera.—No raros, pervertido.

—¿Me has llamado pervertido? Se te está pegando lo de las películas oficialmente.—me niego, yo no digo frases de mierdas de las suyas.

—Idiota.—mascullo agarrando un tomate de sus manos. Plex aprovecha la cercanía para rodearme con su cuerpo y aprisionarme contra la encimera.

¿Que calor no? ¿Tenemos el horno encendido?

—Mía, ¿estás bien?—vuelve a preguntar. Se me encoge el corazón, es casi imposible que le mienta estando tan cerca suya.

Pero tengo que hacerlo una última vez. Ya mañana todo lo de Valencia se acaba, pero hasta entonces.

—Si. Sólo estoy preocupada por los combates.—bueno, no es mentira del todo tampoco.

Confío plenamente en Daniel. No me cabe duda de que va a dejar a El mariana hecho picadillo, pues le he visto entrenar todos los días.

Y lo he visto en la forma que mira el saco. Quiere ganar esta pelea con cada célula de su cuerpo, y nada va a impedírselo.

Creo que la pelea más difícil era ganarme tu corazón.—acerca su cabeza a la mía.

Nuestras bocas se rozan levemente, y sin poder evitarlo, como un imán, estamos besándonos. No se que tiene, pero me declaro adicta a su contacto.

Cuando su mano baja de mi obligo a la tela de mi ropa interior decido que es momento de separarnos. Queda un día para La Velada.

No voy a desconcentrarle ahora.

—Pues lo has ganado.—susurro dejando un beso en su cuello.

—Te estoy odiando mucho por tu estupida idea de la profesionalidad y las distracciones.—gruñe en voz baja.

—Lo importante es ganar mañana, ya habrá tiempo para el resto.—noto como una vez mas el Youtuber sonríe.

—Mañana vamos a ganar, que no te quepa duda. Los dos. Aunque no pueda ir a verte, que sepas que voy a estar esperando tu llamada. Y espero verte en la primera fila enfrente de mi ring, entrenadora.—la última palabra, la pronuncia con ironía.

La ironía de que somos mucho más que eso. Ya no solo somos boxeadores, ya no le lanzo mas upper cuts a la mandíbula.

Y tampoco he vuelto a dejarle k.o.

—Ahí estaré, viendo como levantas el cinturón Daniel.—le guiño un ojo. Las palabras salen de mi corazón. No hay nada que me gustaría más que ver al youtuber levantar el premio.

Impensable que yo dijera eso hace cuatro meses, cuando me plantearon la dupla de guiris y el famoso la idea loca en el salón de casa.

Como dan vueltas las cosas.

El youtuber deja un beso en mi frente antes de coger el tomate de nuevo.

Respira Mía.

Mañana, es el gran día.

Trece de julio.

Y solo hay una opción: ganar.










🥊
Les adoro es que son monísimos.

En fin, hagan sus apuestas para quien va a ganar la Velada y que es lo que va a pasar en los dos últimos capítulos.

¡Espero que os haya gustado,
nos leemos pronto!

Vendas | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora