17 días
—Más fuerte.—me anima Saúl.
Vuelvo a lanzar el mismo golpe, está vez con el ciento dos por ciento de mis fuerzas. Tal vez así sea suficiente para él.
—Ahora patada.—el moreno, Álvaro, no ha desistido en sus entrenamientos de Kickboxing, por lo que le hago caso y lanzo mi pierna contra la del rubio.
Por suerte es lo suficientemente hábil como para frenar el golpe con el protector.
—Bruta, eso se avisa.—pondría mis ojos en blanco, pero estoy demasiado cansada y sudada como para ello.— No se cuál es el problema que tienes con Daniel concretamente, pero no lo pagues con mi muslo.
Otra patada que vuelve a esquivar.
La risa de Álvaro llega desde el otro lado del pabellón. Yo también me río disimuladamente.
—Esa es mi Mía.—me choca los cinco el chico de la mohicana.
—Vale, descanso.—me señala mi mejor amigo. Relajo la posición de guardia en la que debo mantenerme siempre que estoy entrenando y troto hacia mi botella de agua.
Que refrescante.
Estaba muerta de sed.
—A mi no me engañas con ese choque de palmas y esa sonrisa.—sisea Saúl llegando a mi lado.
—¿Qué dices?—bajo el tono de inmediato.
—Sé que Dani te está ignorando.—casi me atraganto con el agua.
Perro. No se le escapa nada.
—¿De qué hablas?—trato de disimular, aunque en vano, pues ya sé que a Saúl no le engaño.
—Te escuché mandarle un audio ayer a Lili.—ah mierda. Así que es eso lo que me ha delatado.
Por un segundo pensé que había hablado con el youtuber. Que ojala fuera el caso, porque tal vez así podría arrojarle un poco de luz a este asunto.
—¿Por qué me estabas escuchando por detrás de la puerta?—le pregunto acusadora. Vamos, no me jodas que ya no puedo ni hablar en mi propia casa sin que me espíen.
—Bro llevabas tres días rarísima, dandolo todo en los entrenamientos, haciendo de sargento cuando Plex está delante y no te había visto hablar tanto con Álvaro desde que el famoso llego a tu vida.—explica.
—¿Dejáis de cotillear ya? Abuelas.—el moreno nos incita desde la otra punta de la sala, donde lanza puños al aire para comprobar su posición frente al espejo.
—Si, vamos.—no respondo al rubio. Y eso que los dos sabemos que lo que ha dicho es verdad. Pero precisamente por eso, que sus palabras son reales como dagas, las evito.
Me encantaría poder comprender porque Daniel Alonso ha decidido que desde la otra noche en mi casa iba a tenerme un trato estrictamente profesional.
Y me encantaría poder decirle que es imbecil por lo que está haciendo.
Pero en realidad no le puedo echar la culpa. Fui yo quien presa del miedo y la ansiedad le apartó de mi hace varias noches y fui yo quien le pidió un rato incómodo después que se marchara a casa.
Solo que en mi cabeza las cosas iban a seguir como antes. Pero no ha sido el caso. Los mensajes que cruzabamos por whatsapp han dejado de llegar y en el gimnasio el trato es ese, meramente profesional.
Como estoy odiando esa puta palabra.
El resto del entrenamiento sigo quemando mi enfado y mi rabia a base de patadas y puñetazos. Esta claro, el boxeo es lo único que tengo y tendré siempre.
Y el kickboxing parece que se está haciendo un hueco también.
Cuando terminamos de entrenar, Saúl y yo andamos en silencio hasta el apartamento. Creo que cada uno está bastante en sus cosas.
Me jode, porque se que él se preocupa por mi y que por eso me dice las cosas como son. Pero hay ocasiones en las que sencillamente no puedo enfrentarme a la vida.
Y es más fácil huir.
—Me voy a duchar primero.—le digo. El rubio asiente con un movimiento de cabeza. Esta claro que él también está enfadado conmigo por haber sido una borde.
Me despego la ropa sudada del cuerpo y hasta que el agua fría no entra en contacto con mi piel no puedo dejar de darle vueltas a las cosas.
El cambio de temperatura, sin embargo, rompe el círculo vicioso de mis pensamientos.
Para cuando, media hora más tarde, mi mejor amigo entra en el salón listo para hacerse algo de cenar, se encuentra con la mesa ya servida.
—No hacía falta, Mía.—sonríe. Parece que la comida le ha hecho olvidar el enfado.
—Lo siento, no debería haber sido tan desagradable antes.—el rubio me envuelve en un abrazo. Pequeñas gotas de su pelo mojado cayendo sobre mi.
—Te perdono.—nos sentamos el uno frente al otro en la mesa del comedor, se siente bien que las cosas salgan como deben.
—¿Cómo fue tu cita?—pincho un poco más de lechuga.
—Interesante, es una buena forma de describirlo.—se ríe.—¿Te ha dicho algo Lili?—niego con la cabeza al tiempo que desbloqueo el móvil. Entre mis chats encuentro un nuevo mensaje de la morena.
—Parece que si, espera que pongo el audio.—le respondo. Subo el volumen de mi dispositivo para que los dos podamos oir el mensaje.
—Hola Mía, yo estoy genial gracias por preguntar. Pues la verdad es que no me ha llegado nada, ni por Borji, ni por Dani, ni por ninguno de los otros chicos. De todas formas, yo si fuera tú hablaría con él. Conociéndolo lo más seguro es que quiera darte tu espacio. Al final queda poco para el gran día y os jugáis mucho. Ya me cuentas nena, un besito para ti y para Saúl.—mi mejor amigo y yo nos miramos.
—Me ha mandado un beso.—sonríe con satisfacción.
—Saúl, supérala.—el rubio hace un gesto con la mano, restándole importancia.—¿Qué hago?
—Pues está bastante claro, Mía. Mándale un mensaje y dile que tenéis que hablar. —vale bueno, suena como un plan. —Y le confiesas tu enamoramiento hacia él y vivís felices y coméis perdices.
—Te has colado con el final.
—Has entendido el punto.—si bueno, más o menos. Lo de las perdices me ha desubicado un poco.
—Mándaselo ya, ¿a qué esperas?—tiene razón.
Suspiro y abro nuestro chat, vacío en comparación con los otros días.
Espero que esto funcione. Más que nada, porque mi corazón esta en juego, y no voy a dejar que me lo rompan de nuevo.
🥊
Nada, podéis matarme por teneros esperando dos días jajajajEspero que os haya gustado,
Nos leemos pronto

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Vendas | Yosoyplex
FanfictionMía solo sabe descargarse contra el saco. Entre vendas y guantes aparece él, dispuesto a meterse en su mundo. Pero no es tan fácil cuando llevas toda la vida defendiéndote a puños. YosoyPlex - Daniel Alonso | FANFIC