16 días

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16 días

—Lo que le hayas dicho ha tenido que ser efectivo.—bosteza Saúl a mi lado. Entre sus manos sostiene una taza de té humeante.

Cosas de inglés.

—Le he dicho que podía esperar a mañana pero no ha servido de nada.—el rubio mira el reloj en la pantalla de su teléfono. La una de la madrugada, que locura es esta.

—Ya. Los dos sabíamos que iba a venir así que de poco sirve hacernos los sorprendidos.—sorbe de la bebida hirviendo una vez más.

Agradezco que este haciéndome compañía mientras espero a que Daniel haga el camino en coche que separa nuestras casas. Si no los dos sabemos que yo ya me habría arrepentido de esto mil y una veces.

Aunque bueno, eso ya lo estoy haciendo.

—Gracias, otra vez más, por salvarme el culo.—él aguanta una risa. Sabe que lo digo de corazón, que sin él y sin su ayuda toda esta historia sería bastante distinta.

—Lo único que me pica la curiosidad de esto, ¿vas a decirle que te gusta?—me muerdo la lengua de la sorpresa. En ningún momento le he dicho a Saúl que mis sentimientos hacia Daniel fueran de amor.

Tal vez sea obvio.

Aunque no puede serlo tanto, porque la forma en la que me ha estado tratando Álvaro estos días es como si estuviera emocionalmente disponible para él.

Y no lo estoy.

—¿Quién ha dicho que me guste?—le pregunto, una vez más tratando de ocultar lo inocultable a una persona que me conoce como la palma de su mano.

—Mía bro, ¿este juego otra vez? Pero si está claro. Me tienes aquí despierto hablando del chico, el otro día le invitaste a cenar, te has liado con él varias veces... Dos más dos son cuatro.—me pego una palmada en la frente. Bueno vale, disimular no es lo mío.

—Un poco. Me gusta un poco. Y creo que si, que voy a decírselo. Aunque no quiero desconcentrarle a dos semanas del combate. Lo más importante ahora es que le parta la cara a ese tal Mariana. Y que yo gané lo que sabemos que tengo que ganar.—en realidad hablo más para mi que para él, pero nos vale a ambos como respuesta.

—Tú combate, cómo tu dices, lo vas a ganar.—el rubio me sonríe una vez más esta noche. Menos mal que esos dientes blancos surten efecto y consiguen tranquilizarme.—No te vayas a vivir con Daniel, eh. Tú y yo contra el mundo, por muy pareja feliz que seáis.

—No te preocupes, ningún guiri va a poder ocupar tu lugar.—le calmo. Lo nuestro va más allá de los amoríos, está amistad es para siempre.

—Me quedo más a gusto sabiendo eso.—se burla. Aunque en el fondo lo dice en serio.

La conversación se ve cortada por las notificaciones de mi teléfono. Plex acaba de avisarme de que ya está abajo.

Le he pedido que por favor no suba, más que nada, porque no quiero a Saúl espiándome por detrás de la puerta. Y se que lo va a hacer le diga lo que le diga.

—Bueno, llego la hora.—cojo las llaves del descansillo y aprovecho para mirarme en el espejo, mi reflejo ojeroso me devuelve la mirada. He sido capaz de conquistarle con mi mal humor, no va a asustarse ahora por verme despeinada.—Luego te escribo.

Vendas | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora