94 días

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94 días


—Me lo debes.—celebra Plex con ilusión. Le he retado a una competición física, para motivarle. Y digamos que me ha salido el tiro por la culata.

¿Cómo iba yo a saber que era capaz de hacer burpees, dominadas y abdominales en series? Me he quedado igual de sorprendida que él, que parecía que tampoco era consciente de su fuerza física. La sonrisa de suficiencia no va a haber quien se la borre, eso está claro.

—Vale.—suspiro. Me he metido en la boca del lobo sin quererlo. En fin, esto me pasa por ir de lista. Que luego las cosas no salen como planeas.—Pero no aún, que tenemos que terminar de entrenar.

Ahora que ya sabe cómo colocar los guantes puedo aprovechar para tirar puñetazos a sus manos, enseñándole como soportar los golpes. No es sólo porque a mí me apetezca pegarle a algo, que también.

—He escuchado que hay gente que entrena los abdominales recibiendo golpes con un palo.—comenta mientras le lanzo varios golpes, que consiguen moverle del sitio. Si no se concentra en bloquearlos, el Mariana va a hacer lo mismo con él.

Ah, qué alegría de golpes, están yendo a donde tienen que ir. Bueno saber que el estrés de tener que ir luego con Plex a tomarme algo no me está desconcentrando del todo. Es un primer paso para controlar la ansiedad. Saúl y yo estamos escuchando podcast de autoayuda mientras cenamos y algunos parecen ser de utilidad.

O es efecto placebo, no lo descarto.

—Plex, ¿de dónde has sacado eso?—tiene que dejar de creerse todo lo que ve en redes sociales. El chico se ha pasado la última semana enviándome tik-toks de entrenamientos que le salen. La mayoría asiáticos, que dan miedo. Y bueno, bastante para pensar.

—Me lo ha pasado Frank, que dice que eso es lo que hacen en Tailandia, que lo que hacemos nosotros es una chiquillada.—un golpe con mi brazo izquierdo le desestabiliza, haciendo que pierda el equilibrio y se caiga del culo. Ahogo una risa.—Joder.

—No te distraigas. Vamos a practicar ahora lo de esquivar. Que claramente no es tu punto fuerte.—le tiendo la mano y levanto su culo delgado del suelo. Con un jadeo y un tirón que casi me disloca el hombro, estamos listos para seguir con la acción-

—Igual que tu esquivas mis cumplidos.—no tengo más ganas de tonteo, así que muevo mi brazo hacia su cabeza. Por suerte para él, esta vez sí esquiva el golpe.

Vaya, una pena.

—Avísame.—grita asustado. Hombre, si lo hago le quita la gracia. No es como si su contrincante fuera a avisarle de cuando le va a lanzar un puño.

Al fin se da cuenta de que puedo darle de leches si quiero y que debería tenerme un poco de respeto.

En las últimas semanas la confianza ha crecido entre nosotros. Al menos por su parte. Yo mantengo las mismas distancias que el primer día, salvo el desliz de ahora que me va a obligar a quedar con él.

—Te he dicho que estuvieras atento.—el que avisa no es traidor, eso lo tengo como bandera. Y yo puedo ser muchas cosas, pero una traidora desde luego que no.

Parece que una vez en su sitio, podemos seguir con el entrenamiento. Nos dedicamos a lanzar y esquivar durante media hora más, hasta que los dos estamos lo suficientemente cansados.

Hora de irse.

—¿Tan pronto os vais?—Álvaro ha hecho su aparición estelar. Últimamente el moreno anda también más distante. No sé qué mosca le ha picado, pero estaría bien averiguarlo.

Está claro que las cosas no podrían ser sencillas en mi vida. Quien sea que este escribiendo el guion de mi biografía quiere jugar un poco más conmigo. No tienen suficiente con los dramas que cargo en el historial, que quieren añadirme más.

Vendas | YosoyplexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora