Capítulo 39

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**Akuma POV**

El sonido del agua...

Como el sonido de la sangre corriendo por las venas.

El palpitar que retumba en mis oídos cuando tengo la cabeza debajo del agua.

Agua tibia como la piel después de estar en el sol.

Pero ahora, hay silencio.

Si...silencio, oscuridad, vacío, ¿Paz?

Y el agua está fría, helada, como la piel de quien fallece.

Violencia, fuego, magia, sangre, destrucción.

Muerte.

Saco mi cabeza del agua manteniendo mis ojos cerrados. Aún con el pitido en mis oídos y la opresión en mi pecho, me mantengo serena, aferrada al borde de la bañera. 

Esos pensamientos...Tenía siglos que no me sentía atormentada de esta manera. La última vez fue cuando asesine a Alucard, y aún entonces no se trataba de mi. 

No se trataba de mi condición de no viva. 

¿Qué me está pasando?¿Por que no me siento yo?

Finalmente abro mis ojos y enfoco mis alrededores; estoy en mi baño, con el agua corriendo por las tuberías, llenando la lujosa bañera en la que busco un momento de paz en la desesperación, solo que esta vez mi tormento no está en un castillo, en una guerra, en una gabardina roja como la sangre, no, esta vez está en mi cabeza. 

Y de eso no puedo escapar. 

Me levanto y salgo dejando un rastro de gotas a mi paso. Camino hasta el espejo principal y seco mi cabello mientras miro mi reflejo. Ahí está, Akuma, la ama y señora de todo lo sobrenatural conocido y por conocer, la vampiresa más fuerte, la bruja negra, la reina del infierno mismo. 

A través de mis ojos en el espejo veo mi mano derecha; la blanca piel contrasta con la tinta negra de la marca del dragón, mi símbolo, mi estatus conferido en los oscuros bosques de Siberia, donde las brujas se escondieron y adoraban lo prohibido, donde, al llegar, me coronaron como una deidad y me enseñaron las raíces del mundo sobrenatural. 

Me enseñaron los orígenes de la magia misma. 

Cuando estuve lista, me rendí a ellas y sus rituales, y en los últimos preparativos una a una, durante una semana, se cortaban las venas y me entregaban su sangre en una copa de oro fundido. Cuando la última gota fue entregada y bebida por mi, el mundo terrenal y sobrenatural se sacudió por completo. 

Descendí hasta el último circulo del infierno y asesine a quienes los mortales conocían como satanás, quien no resultó ser nadie más que el último rey que hubo en inferno. Lo mate, a él y a toda su descendencia. Hice cacería a todo aquel que apoyara su nombre y limpié este nido de ratas de presencias menores, ahora, el poder vibra como la sangre corre, y yo soy el corazón. 

Pero esa es Akuma. 

Angelic era un alma pobre, una niña con demasiado dolor y sufrimiento, que decidió vender su alma en pro de ir en contra de un supuesto dios que la hizo de lado. 

Resopló con resignación ante estas ideas. Tengo que poner mi cabeza en orden y analizar mis siguientes movimientos. El juego se está complicando y ahora con Seras Victoria despertando de su sueño el tiempo se nos está acabando. 

¿Para qué demonios le hice este favor a Alucard? Si hubiéramos dejado todo en orden hace años, tendríamos más armas para luchar. Pero el no latente corazón de ese vampiro quiso darle a Seras lo que el nunca tuvo: Una oportunidad de vivir y morir. 

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⏰ Última actualización: Apr 16 ⏰

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