Capitulo 37

186 22 5
                                    

Despertar junto al magnífico cuerpo de Akuma me hace sonreír de manera abierta mientras miro el techo tallado de la habitación principal.

Me levanto de la cama con pesadez y me siento en el borde. Mis ojos se posan en la ropa, destruida, que yace en el suelo de piedra. Quiero reír con energía, pero no debo despertar a Akuma.

Camino y me miro en el espejo, estoy completamente desnudo. Soy delgado, alto, pero marcado y me considero galante, bueno, poderoso, amo y señor, además de galante ja ja ja. Roto un poco mi cuerpo para ver mis omoplatos, están completamente rasguñados por las garras de la demoniaca mujer que duerme como un ángel en la cama, que irónico.

-"estos rasguños tardarán en sanar"-pienso mientras sigo caminando hasta la puerta qué hay en el lado izquierdo de la habitación.

Al abrirla me encuentro en el vestier de Akuma, todo lleno de vestidos y trajes de cuero que solo alguien como ella puede lucir.

Mi vista se posa en un traje que cuelga frente a mi, como si hubiera aparecido mágicamente, aunque bueno, así fue como apareció.

La gabardina roja como la sangre, el chaleco de vestir negro, la camisa de lino blanca y el pantalón negro de vestir; mi traje clásico está ahí, glorioso, esperando por mi.

Me visto rápidamente, adicionalmente encuentro la cinta roja que solía usar en el cuello, pero que ahora sujeta mi largo cabello negro en una cola despreocupada. Me calzo las botas de montar y dejo el sombrero allí, no lo necesitaré esta noche.

Cuando salgo ya vestido Akuma me mira como un gato, con sus ojos vino tinto fijos en mi mientras me dirijo a la puerta, veo cómo sus pupilas se vuelven verticales y se van volviendo más delgadas, para luego, cómo acto reflejo y casi como dándome permiso, se vuelven un poco más gruesas. Finalmente cierra los ojos y sigue acurrucándose entre las sábanas negras.

Salgo de la habitación y con habilidad me transporto traspasando una pared hacia el mundo mortal. Aparezco en mi departamento, donde encuentro a Sebastian mirándome con una copa de vino en la mano.

-por fin volviste?-yo solo sonrío mostrando mis colmillos.

-vamos de caza-susurro y ambos saltamos por la ventana hacia la oscuridad de la noche, donde las presas desprevenidas esperan.

[Seras V]

El olor delicioso de algo cocinándose me despierta de mi pesado sueño.

Me levanto aún apoyada en la cama, sintiéndome un poco aturdida por lo qué pasó la noche anterior. Por una extraña razón no me siento adolorida ni cansada, sorprendente para haber sido mi primera vez.

Agradezco al cielo que pueda ponerme de pie. Camino con lentitud hacia el baño y me miro en el espejo, parezco una maldita loca revolcada, con mi cabello rubio completamente desordenado, los ojos pequeños aún por el sueño y el cuerpo completamente marcado con chupones, me dieron una paliza.

Pero una de las buenas...

Salgo después de lavarme el rostro y darme una corta ducha, lo necesitaba. Camino por la habitación recogiendo mi ropa poco a poco, en especial la ropa interior. Me visto con una camisa de Pip y salgo descalza hacia la cocina, donde el hombre que perturba mi mente (y al parecer mi vagina) está cocinando mientras canta algo en francés.

No carga camisa y me esta dando la espalda, dejando ver su espalda musculosa y marcada. Me acerco con cuidado y lo abrazo, esperando a que se sobresalte o algo, pero lo único que hace es reír.

-buenos días, Seras Victoria-susurra mientras se voltea a verme-como estás?

-en siento bien, estoy bien, y tú?-me siento en una silla qué hay en la barra de la cocina.

-muy bien, definitivamente eres un sueño, el mejor que he tenido-se acerca y me da un casto beso en los labios-tienes hambre?-yo asiento-Bueno, en unos minutos comeremos, a menos que quieras comer algo antes?

Su tono provocador hace que me sonroje y mire hacia otro lado.

-no te basto lo de anoche?-susurro yo tratando de contener la risa.

-oh Seras, tenerte arrodillada frente a mí mientras me miras con esos ojazos azules tuyos fue una revelación, algo fuera de este mundo, y creo que soy adicto-yo siento que voy a explotar como un volcán pero por la pena. En qué estaba pensando cuando deje que Satanás se apoderara de mi y me hiciera hacer algo así.

-mira come-yo le paso una manzana qué hay en un bowl frente a mi. El me mira y ríe mientras sujeta la fruta en sus manos.

-Gracias querida, pero no como fruta de cera, en todo caso prefiero comerte a ti-oh dios para por favor, que mis venas no pueden dilatarse más para ponerme más roja-ahora enserio, comamos y tú decides qué quieres hacer hoy, es domingo, podríamos salir a pasear.

-si eso suena bien-me parece Perfecto, fuera de aquí no existe la posibilidad que me arrodille ante él en público no? O si?

Desayunamos con tranquilidad, ya con un ambiente para todo público. Cuando terminamos nos vestimos (yo con las mismas ropas de ayer) y salimos a la calle.

Son cerca de las 11 de la mañana, así que la ciudad ya se encuentra activa. Caminamos varias cuadras charlando y besándonos.

Entramos a varias tiendas y nos tomamos fotos mientras nos probamos sombreros ridículos, jugueteamos con prendas de ropa y nos reímos de la apariencia del otro.

Se siente tan libre, tan relajado, tan...Pip. Ese hombre divertido de 21 años que me molesta en la academia y me hace el amor en la noche. Pero no puedo evitar que una espinita de que había vivido algo antes me moleste.

Y los Cabos empiezan a ser atados, cómo haberme sentido como toda una diosa del sexo, provocadora, o como cuando entramos a la tiendas y siento qué hay cosas que había visto antes, que había comprado antes, pero siempre con la certeza de que nada de esto cuelga en mi armario.

Pero, como siempre pasa, Pip logra desviar mis pensamientos para centrarme en el ahora. Seguimos en nuestra pequeña burbuja, durante el día paseamos y hablamos casualmente por la ciudad, ya cuando está por caer la noche el me lleva a mi departamento.

Hemos comprado comida y cenamos viendo televisión basura sentados en el sofá. Después de comer vamos a la cama, claro está, mientras buscamos el calor del otro y dejamos que nuestra imaginación fluya.

[...]

Llegamos a la academia, estamos agarrados de la mano mientras subimos las escaleras, reíamos recordando el día anterior.

Pero el sonido característico del coche del maestro Alucard nos hace voltear al mismo tiempo. Ha llegado en su deportivo negro.

Al bajarse lo veo, y un azote de realidad me trae de vuelta a la época en la que babeaba por él, al verlo vestido con su traje azul marino y corbata roja, lentes oscuros redondos y guantes negros esta vez.

Pero claro, mi fantasía se rompe cuando veo a su mujer salir del otro lado del coche, vestida con un precioso vestido rojo sangre y tacones negros de aguja, en los que sólo un equilibrista profesional podría pararse.

Caminan del brazo hacia nosotros, pero cuando llegan solo nos pasan por al lado mientras él dice:

-buenos días señorita Victoria, señor Bernadotte-ambos caminan con elegancia y, después de un casto beso, el maestro se va hacia su oficina y Akuma escaleras arriba, con Integra.

Pip y yo nos miramos, sin decir nada, y seguimos caminando hacia nuestro respectivo salón.

Claro, yo con un vacío en el estómago, que está pasando?!

Mi maestro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora