Capitulo 25

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Luego de tales revelaciones y las palabras de mi maestro siento como mi desfallecido corazón rebota en mi garganta. Tengo miedo, ansiedad y muchas dudas con respecto a...bueno, A TODO.

Lucifer fue un contrincante digno, un enemigo poderoso que iguala a quienes persigue, y ese hecho me causa terror. Pensar en mi maestro herido, derrotado o peor aún, muerto, me es insoportable.

-Serás-dice él mientras agarra mi mano y la acaricia con suavidad, sé que es una advertencia a que deje de martillarme la cabeza con eso. Vamos en su coche rumbo a su piso mientras la lluvia retumba en los cristales polarizados del Jaguar.

Las calles están solas, ni un alma a la vista. Las chimeneas a lo largo de la ciudad están encendidas calentando los hogares de los ingleses.

Ni el paisaje acogedor me podía salvar de sentir el océano de sentimientos que se mezclaban en mi interior como un huracán a punto de desatarse. Sentía náuseas y ardor en la boca del estómago además de vacío, era una mezcla entre mi cabeza y mi cuerpo que definitivamente no iba nada bien.

-maestro-el me mira de reojo antes de volver sus ojos carmesí a la calle.

-dime-responde acariciando mi mano.

-por qué es capaz de sentir lo que yo siento?-el suelta una sonrisa ladeada y cierra los ojos por unos segundos.

-naciste de mi serás, una parte de mi está dentro de ti así como una parte de ti yace dentro de mi, estamos conectados como amo y esclava, ó en mejores palabras, como maestro y alumna-dice llevándose mi mano a su boca y basando uno por uno cada nudillo-me encantan tus manos, son pequeñas, suaves y blancas.

Yo suelto una sonrisa al escuchar eso, pero también otra preocupación llega a mi mente: Debo controlar mis sentimientos como lo hace él para evitar atormentarlo con ellos. Excelente, otra tarea más para la lista que ya tengo anotada en mi libreta.

El silencio vuelve a llenar el ambiente del coche mientras la lluvia cae aún más fuerte. Sigo moribunda, pero al menos sin preocupaciones de mi maestro y miedo a perderle. Esto cada vez se pone peor.

Mi mente se remonta a Pip, será que el francés sospecha algo? No sabría decirlo. He tratado de fingir lo mejor que puedo con él para no levantar sospechas, sería un escándalo que se enterara de que, no sólo es mi amante y de alguna manera "novio", sino que también es mi maestro vampírico. Las cosas en mi cabeza se acumulan demasiado en estos momentos.

Llegamos finalmente a su piso. El deja todo en orden como siempre. Gabardina en su armario, maletín en el sillón y corbata en su vestier. Me siento en el banquillo del piano a observarlo con detenimiento mientras él, consumido por una hipnosis de rutina, se sirve con habilidad una copa de vino.

Tiene manos grandes, de dedos delgados y hábiles, manos de pianista sin duda alguna. Al remangarse la camisa blanca veo sus antebrazos, de músculos marcados y venas sobresalientes.

Con habilidad sirve la copa y la observa con detenimiento mientras las lágrimas de sangre caen con gracia por el cuerpo de la copa. Sus ojos son grandes, pero gatunos, con pestañas negras que los delinean perfectamente. Acerca la copa a su nariz y la olfatea con cuidado antes de posarla en sus labios y darles un sorbo. Con lo detenidamente que lo observo casi puedo ver las gotas correr entre los surcos de sus labios.

-no te muerdas el labio Seras Victoria-dice en tono ronco y algo seductor mientras sirve una segunda copa de vino.

No me había percatado de tal acción. Inmediatamente suelto mi labio atrapado entre mis dientes y los lamo. El se acerca a mi con las dos copas y me entrega una con un casto beso en los labios.

-no te sigas mordiendo los labios-dice sentándose a mi lado mientras acaricia mi labio inferior-o lo tendré que hacer yo.

Me va a dar algo aquí con este hombre diciéndome esas cosas.

Alucard me agarra con cuidado y me pone entre sus piernas, como si me acunara. Bebo un sorbo de vino y trago con suavidad. Siento como me observa con delicadeza mientras posa sus manos en las teclas del piano.

El ambiente se llena de una melodía dulce, suave, excitante pero contundente. La recuerdo perfectamente, es la canción que nombró en mi honor.

Mientras toca acerca su boca a mi cabeza y reparte pequeños besos en la coronilla. Yo cierro los ojos disfrutando ese momento.

Aún tenía dudas con respecto a él, de su pasado, de esa guerra que vi en sus recuerdos. La ocasionó él? Perdió? Ganó?.

-maestro?-susurro.

-si?-dice aún tocando con habilidad.

-puedo preguntar...sobre su pasado?-el trastabilla una nota pero continúa como si nada.

-claro-dice tenso-que quieres saber?

-estuvo casado?-preguntó acariciando su pecho.

-si, dos veces-corta él.

-tuvo hijos?-continúo.

-si, dos -dice melancólico.

-qué pasó con ellos?-insisto.

-murieron por mi culpa, mis esposas, mis hijos, mis amigos, mis soldados, mi pueblo, todos murieron por mi culpa-dice mirándome-y para resolver esas duda que tienes en la cabeza, si, perdí la guerra, caí en manos de Van Hellsing después y heme aquí, como un perro encadenado a su bis nieta.

-maestro yo-el me calla besándome, sus manos siguen tocando mientras su boca me besa con pasión para callarme.

-es pasado Serás-insiste-ya no tiene sentido recordarlo ni lamentarlo-dice sacando sus manos del piano y abrazándome a él.

-está bien-una ultima duda surge de mi mente-maestro?

-si?

-podemos tener hijos?-siento como se tensa de inmediato y me mira con curiosidad.

-no-dice estricto.

-el refería si biológicamente es posible-corrijo yo, él parece relajarse.

-no, un ser sin vida no puede dar vida Seras, estamos condenados a la soledad-dice serio.

-si seguimos juntos, no estaremos solos-insisto besándolo.

El me acurruca más entre sus brazos y me besa en los labios con promesa.

-jamás dejaré que te pase nada-me jura aferrándose a mi.

-Bellamira-susurra una voz en la oscuridad-Mi Bellamira.

Mi maestro y yo volteamos bruscamente y vemos a Lucifer allí, mirándonos con los ojos encendidos.

-devuélveme a mi Bellamira!!-gruñe molesto.

Mi maestro se levanta conmigo en brazos y me deja con suavidad en el piso detrás de él.

-sobre mi putrefacto cadáver-gruñe mostrando sus colmillos.

Mi maestro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora