Capitulo 34

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[Alucard]

Aquello que Integra me advirtió me había calado más de lo que imaginé. Esa advertencia había venido de lo más profundo de su ser, pero sabía que aquello no se debía simplemente al odio que mi ama le tenía a Victoria, no, esto iba más allá, ya que Akuma había roto algo muy frágil dentro de Integra, y era su sentido de superioridad.

Akuma la había puesto en una posición vulnerable al agarrarla por el cuello, y no solo eso, sino que también la humilló frente a mi.

Me había sorprendido de sobremanera esas razones tan estúpidas por las cuales la corte 7 se presentó en mundo terrenal. Seria un plan de akuma? Cual era su siguiente jugada? Tenía que conocerlo porque Akuma juega sola y eso es peligroso, no solo porque ella pueda sufrir daños, sino que puede voltearse el juego para nosotros también.

Camino con tranquilidad por la academia, sabía que el grupito de Seras y sus amigos estaban buscando respuestas sobre Akuma. Ella no haría nada porque un montón de adolescentes idiotas la estén observando, o si? No podía asegurar con certeza esa pregunta, ya que la vampiresa mayor puede ser paciente un segundo y al otro tener 4 almas frescas en su boca.

Ahora, por la forma tranquila en la que se retiraron, las miradas cómplices y la poca capacidad que tiene Seras para bloquear sus pensamientos sé que ella ya sabe que Akuma no es mi esposa, todo por un maldito detalle humano, el anillo de bodas.

Podría mentir y decir que no lo usamos, o simplemente dejarlo pasar y ya. Aspiro a que Akuma no vuelva a aparecer en el mundo terrenal, o al menos no dejarse ver por ellos.

-"vaya, te avergüenzas de mi?"-la voz de Akuma me llena la cabeza.

Mi bloqueo estaba activado, yo pienso de manera privada, pero el poder de Akuma es tan Grande que simplemente ni sé porqué lo intento.

-"no, Akuma"-respondo de manera seca mientras entro en mi despacho.

Cuando subo la vista, en mi escritorio, esta Akuma, pero ahora su apariencia no era endemoniada ni sexy, lo que vi hizo vibrar todo mi cuerpo, hizo que mis ojos se abrieran de par en par.

Akuma no me miraba, su piel seguía igual, pálida, sin color en las mejillas; su cuerpo vestía un vaporoso vestido rojo con un escote en corazón. Su cabello tenía su tono original, pelirroja; aquellos hilos de color cobre enmarcaban su rostro, que seguía tan gatuno como de costumbre.

Cuando decidió dirigirme la mirada, aquellos ojos dorados como el oro recién fundido me atravesaron como una navaja brillante.

-Akuma...-ella vuelve su mirada a un punto invisible en el suelo.

-responde mi pregunta-me dice en un susurro.

-no-respondo de inmediato con una voz que fue más firme de lo que pretendía.

-entonces?-dice-Alucard yo...

Me está ocultando algo, lo sé. Por qué se aparece ante mi con su apariencia real? Aquella que tenía...

-cuando estaba viva-susurra, mi respiración se detiene, habrá leído eso? No, ese tono fue más para ella misma.

-qué quieres Akuma? Por qué te apareces ante mi así? Luciendo como-ella en un abrir y cerrar de ojos se aparece frente mi.

-como Angelic?-su voz se siente tan débil, tan vulnerable-no lo sé, por qué no te muestras, Vlad?

Mi apariencia cambia, vuelvo a ser el original Vlad Tepes. Ella acaricia mi barba con su mano, pero no puedo ignorar el hecho de que no emite calor alguno.

Recuerdo las caricias de Seras Victoria, cómo Draculina, su cuerpo aun seguía vivo hasta que pudiera ser una vampiresa completa...

Estaba confundido; por un lado tenía a Seras Victoria, una humana que había sido vampiresa, que había sido mía no solo como mi aprendiz, sino cómo mi amante. Pero ella ahora estaba con el idiota de Pip, siendo una humana que sueña con volverse policía, mientras lucha por pasar mi materia.

En cambio, Akuma, ella era una reina, ama de todo lo sobrenatural. Estaba muerta desde hacía más de 300 años, turca como yo, pero una princesa olvidada a comparación de mi, un rey maldito. Mi vieja amante y el único amor correspondido.

Bese su mano con suavidad. No sabía que hacer, a veces sentía aquella necesidad de escaparme a Inferno con ella, casarnos y reinar juntos, para olvidarme de los humanos y de Hellsing.

Pero victoria siempre estaba allí, atándome a la realidad...

Akuma se despegó de mí y pude ver en su mirada que no pensaba volver, o al menos, para mi.

Se alejó con tranquilidad mientras unas llamas negras la consumían, llevándola de vuelta a su verdadero mundo, y dejándome a mi solo en el mío.

Vuelvo a mi apariencia justo a tiempo cuando un ángel rubio entra a mi oficina, en conjunto con su grupito de idiotas.

[Akuma]

Esto era una estupidez.

Yo soy la ama y señora de Inferno, tengo demonios, súcubos, vampiros y hombres lobo bajo mi control, pero no, aquí estoy, de despechada por un idiota que apenas se podía comprar a mi.

-su majestad?-la voz de mi fiel sirvienta me saca de mi encantamiento.

-Yokkyū, perdón, estaba distraída-ella sonríe y asiente.

-no se preocupe, está bien?-asiento.

-iré al jardín, búscame si necesitas algo-le indico mientras camino.

Estaba en el patio, en el jardín de los antiguos reyes, donde mi estatua junto a la de otros reyes que había estado antes de mí se erguían con orgullo.

Mi sentimiento de envidia hacia Victoria me parecía ridículo, pero no podía evitarlo.

Me sentía como una película del mundo mortal que había visto tiempo atrás. Donde una muerta anhelaba a un hombre que amaba a una viva. Irónicamente la viva se llamaba Victoria...

-es suficiente de esta estupidez-gruño con molestia.

Mi cuerpo se transforma, mi cabello vuelve a ser negro como la noche y mis ojos oscuros como el vino. Mi vestido se transforma en un pesado vestido negro con adornos plateados y una pesada capa que se sostenía en mi hombros, mostrando un dragón rojo echando fuego por sus fauces.

Mi corona de espinas aparece como signo de mi poder, porque Seras Victoria podrá ser una mortal, y que eso le guste a Alucard, pero yo soy una reina...

Porque este juego es mío

-y el único rey en el tablero soy yo-digo mientras una invocación aparece frente a mis ojos.

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