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Despertar se había vuelto en una decepción, apenas habían pasado cuatro días desde que soñó con Wanda y el sentimiento de añoranza crecía, hasta había intentando dormir con meditaciones para poder soñar con lucidez, pero no pasaba nada, seguía sin poder verla de nuevo.

Ni siquiera sabía porqué quería verla, si era su esposa la mujer que aborrecía de día, pero al parecer la necesitaba para dormir y también soñar con ella, bueno, una versión de ella.

Escuchó la puerta de su oficina, con una mano sostenía sus sienes, se sentía exhausta.

— Pasa — Indicó Natasha

— Hola, Nat — Sonrió Maria, se sentía plenamente emocionada por su viaje al día siguiente, se sentó en el regazo de Natasha, quien correspondió sus besos en un inicio, pero después se alejó, Maria no evitaba sentirse despreciada, entendía a Natasha realmente bien, había limpiado sus lágrimas cuando su esposa la engañó, pero no se cegaba, obvió que aún seguía amando a Wanda y verla todos los días le dolía porque no podía estar con ella, ya que al mismo grado la odiaba — ¿Lista para mañana? — Trató de sonreír

— Aún no le digo a Wanda, pero sí... — Suspiró — Yo saldré temprano de casa, será lindo — Trató de sonreír

— Te veo decaída, al inicio de la semana no estabas así — Acarició sus brazos besando su mejilla

— Es la familia... quisiera sólo estar con mi hija, sin Wanda, no aguanto más la situación — Dijo lo que era parte cierto, porque no le iba a decir que no había soñado con su esposa y eso la tenía mal

— ¿Segura que sólo es eso? — Ese era el problema de todos los días como para que se vea peor aún, entre estresada y cansada

— Que sí, Maria — Emitió fastidiada

— Pero no te enojes, me importas mucho, no quiero que te sientas mal

— Lo siento, están siendo días difíciles — No podía tratar mal a Maria, era quien estuvo y estaba siempre para ella, le debía mucho y no era una mala mujer, no la amaría con locura y pasión, pero sí estaría con ella y trataría de ser una buena pareja, aunque no quería ninguna, sólo separarse y centrarse en su bebé, pero por dolor había hecho promesas que tal vez no eran tan mal idea cumplir

— Verás que nos la pasaremos bien estos días, voy a consentirte mucho — Besó su mejilla en dirección a su cuello

— Maria... — Se alejó con suavidad — Tengo toneladas de trabajo

— Claro — Sonrió besando su mejilla y se levantó de encima — ¿Nos vemos al almuerzo?

— Claro que sí, hermosa — La tomó de las mejillas besando sus labios, Maria sonrió de inmediato volviendo a besarla, después se retiró de su oficina

Natasha se sentía cansada, cada vez que cerraba los ojos veía a su esposa, la mujer de su sueños, literalmente, con ese cabello entre rojo y naranja, un vestido ceñido, tan cariñosa y tierna como la recordaba. 

High Infidelity | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora