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Fiorella

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Fiorella...

Elisa vino la mañana de la apertura al público del local para ayudarme a prepararme y cuidar un rato a Ethan. Ella lo tenía en brazos mientras me cambiaba el pijama y arreglaba un poco.

-¿Cómo puede ser tan hermoso si tiene la cara parecida a ese idi..?-

Le di una mirada desaprobatoria, el qué Patrick y yo hubiéramos terminado, no significaba que no fuera el padre de mi bebé. No iba a dejar que lo tratara mal, ni mucho menos, que mi niño escuchara insultos.

-Iiii.. es un hombre que no me agrada, pero bueno- rodo los ojos -tú eres la preciosura más linda que mis ojos han visto- beso la mejilla del pequeño. Sus ojos verdes la analizaron a fondo, y luego rio. -Me lo comeré, es tan adorable-

Solté una risilla -no lo malcríes-

-Claro que sí, es mi ahijado, lo voy a malcriar todo lo que quiera-

Ella continuo con Ethan y yo pude desayunar y preparar todo cómodamente, estaba terminando de comer cuando golpearon la puerta y la empleada se acercó a abrir. Mi amiga ya se encontraba en la sala de estar con el pequeño en un juego de estimulación, cuando Jack entro con los dos perros.

-Fiorella- me llamó.

Le di un vistazo a mi bebé y conteste -Pasa, está en la sala-

-Ire a lavarme las manos. - escuche sus pasos.

Salude a los cachorros que pasaron directo al jardín trasero y me dirigí a donde estaban los demás. Jack camino hasta el bebé con los brazos abiertos y suspiro -aquí está el tío, ven a darme cariño. Lo necesito- lo tomo, abrazándolo y apretando su rostro con el suyo -si bebé, tu padre es muy malo conmigo. Qué lindo verte siempre-

-Lo estas apretujando- se quejó celosa Elisa.

-Sh, este es un momento tío y sobrino, donde la arpía no habla- se concentró en él -mi niño hermoso, que cosas buenas habré hecho para que me toque conocerte en esta vida-

El bebé balbuceo algo sin sentido, pero él creyó que había dicho tío.

-Lo oyeron, dijo tío- sonrió emocionado -si amor- mordisqueo su mejilla -soy tu tío-

Reí -Jack, no es comida-

-Sh, es mi dumpling favorito-.

La hora de irme se estaba acercando y Jack también debía marcharse al trabajo. Me despedí casi cien veces de mi niño, sabiendo que solo estaría aquí por una hora, porque luego lo llevarían conmigo.

El secretario se ofreció a llevarme y acepte. De camino a la ciudad, íbamos en silencio hasta que lo rompí. Mi curiosidad y preocupación por Patrick era más fuerte, más que el dolor y rabia que podía tenerle.

-¿Cómo...-

-Está bien, o eso creo. Ha estado muy ocupado, aunque se va temprano de la oficina y a veces se lo ve un poco perdido. -

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora