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Fiorella

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Fiorella...

Apenas volvimos pasamos por la casa de mis padres quienes al ver la alianza de compromiso se alegraron más de lo que podría imaginar. Mi padre en lugar de abrazarme a mí, se apresuró a apapachar a Patrick mientras le decía que ya había extrañado salir a pescar con él. Mi madre por otro lado, me dijo que siempre estaría para mí y me cuidaría de todo.

Me aseguró que, si volvía a sentirme mal con él, podía huir a sus brazos otra vez.

Nuestro compromiso hizo que Patrick dejara por completo la otra casa, aunque no acabara de mudarse. Habíamos pasado a compartir habitación y todas las mañanas salíamos juntos a trabajar, aunque cada quien fuera en su coche, él volvía temprano y todo parecía perfecto.

El viaje, como todo lo bueno, acabó. Ya estábamos de vuelta en Londres y como era típico, estaba lloviendo al punto que parecía que el cielo podría caerse a pedazos en cualquier momento.

La tienda había estado bastante tranquila ya que poca gente se veía caminando por las calles y siendo sincera ¿Quién saldría con esa lluvia torrencial? Mi plan había sido esperar a que Pat saliera de trabajar para irnos juntos, pero viendo el poco movimiento, ya me parecía perfecto cerrar y dejar ir a los chicos antes de que el clima se pusiera peor.

Estaba terminando de despedir a los últimos empleados cuando recibí una llamada de Patrick —Hola —respondí mientras ultimaba detalles y cerraba la caja.

—Princesa ¿te molesto?

—No, ¿paso algo?

—¿Quieres venir a almorzar a mi oficina? Claro, si no estás ocupada. — hablaba rápido, lo que era señal de que se encontraba nervioso.

—Claro, ¿quieres que lleve sándwiches de aquí?

—Me encantan tus sándwiches —escuche su risa —te veo aquí, prometida.

Solté una risilla —allí estaré, prometido. —colgué.

—¿Prometida? —la repentina aparición de Tim todo empapado hizo que mi móvil cayera al suelo cuando me sorprendió.

—Hey —me tomo unos minutos calmarme —¿qué paso? ¿por qué estas mojado?

—¿Estas comprometida? —sus manos temblaban.

Asentí dudando en cómo iba a responder —sí, Patrick me lo propuso hace unos días en una escapada que tuvimos... —no sé por qué me estaba poniendo tan nerviosa, pero lo hacía, como si midiera mis palabras para no herir a Timothy —él y yo tuvimos un hijo...

—Pero te descuido, mucho tiempo.

—Lo sé —viendo su estado, no pude dejarlo ir. Logre que aceptara sentarse en una de las mesas mientras iba por algo para que se secara a la parte trasera del local. Acabamos sentados en una mesa de la cafetería en total silencio con una taza de café para él sobre la pequeña mesa.

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora