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Patrick

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Patrick...

Había pensado un desayuno en familia, con nuestro hijo jugando y comiendo mientras comíamos, conversábamos y pasábamos un buen momento solo nosotros tres. Moví la cabeza regresando a la realidad, una donde Jack tenía la atención de mi hijo que lo miraba y le sonreía; Elisa charlaba con Rell sobre no sé qué y Brian se estaba comiendo el ultimo trozo de tocino dorado.

—Eso era mío —susurré, enojado.

—Oh —él se quitó el pedacito que aún le quedaba fuera de la boca —lo siento, es que viajamos mucho y no cene.

Suspiré—Él también es mío —señalé a Ethan. —y ella también —hice un puchero.

—No te quejes Duke —Elisa rodo los ojos —eres un niño pequeño.

—Vete al di...—Rell me lanzo una de esas miradas que ponía cuando me regañaba por decir palabrotas frente a nuestro hijo. —No dije nada. —me cruce de brazos comiendo.

Más tarde mientras mi mujer iba con su amiga a mostrarle el interior de la casa y los alrededores, los dos hombres que se habían quedado conmigo, por fin hablaron —Señor, ¿podemos ir a la playa?

—No.

—Pero...cuando estábamos aterrizando vi que estaba muy linda adornada y..

—Cierra la boca o te hago comida de tiburones.

Brian soltó una risilla—¿Hay algo importante en la playa?

Asentí.

Él negó sonriendo de oreja a oreja —¿eso va a suceder?

Asentí orgulloso —esta noche, va a suceder. —de mi bolsillo saqué una pequeña caja de terciopelo azul la cual abrí y le mostré a mi mejor amigo lo que había dentro.

—Jefe... quiero ser el de las flores —Jack bromeo haciendo que riera.

—Ya estas viejo para eso —Brian soltó una carcajada. 

Rodó los ojos, —claro, todos se burlan de mí. —hizo un puchero.

Ethan quien estaba en los brazos de él me observo estirando los brazos —PAPA...PAPA.. —lo tomé.

—Mi niño, ¿te asustaste? — Él rio —claro que si, si la cara de Jack da mucho miedo y te asusto, eso es seguro.

Fiorella...

Claramente ese trio había llegado a la isla de manera furtiva, lo pude notar en el rostro de Patrick el cual se contorsionó disimulando una sonrisa para evitar que me diera cuenta del claro disgusto y ganas de echarlos que él tenía. 

Aparte a mí con la excusa de mostrarle la casa para poder charlar sobre el asunto sin su esposo presente. Ella estaba animada viendo todo mientras decía que Pat debía haber gastado mucho en aquello.

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora