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Fiorella

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Fiorella...

Iba a esperar para acabar con esa perra loca, pero estaba agotando mi paciencia y ya era hora de que tuviera una dosis de realidad. Había esperado la oportunidad de encontrarla y el universo al parecer se había puesto de mi lado. Cuando salí del baño, la reconocí por esa cabellera teñida de rojo, me acerqué con calma hasta estar lo suficientemente cerca para que me oyera.

 El nombrar su psiquiatra causo exactamente la respuesta que estaba buscando. El rostro de la pelirroja se volvió del mismo color que su cabello teñido. Su diagnóstico médico psicológico había sigo algo que sus padres desde el instituto ocultaron al resto del círculo social alto en el que se movían, pero los ingresos de Charlotte al área de psiquiatría fueron cada vez más frecuentes.

Por qué sabia aquello era algo fácil, uno de esos ingresos se debió a que me ataco en una clase de valet porque ella no fue la protagonista. Su padre tuvo que ir y ponerse de rodillas ante mis padres para que no los demandara por daños y que la noticia de que su hija necesitaba ayuda, no saliera a la luz.

Por un lado sentía algo de pena por ella pero por otro, la rabia me consumía debido a que sus acciones habían terminado con la vida de mi primer hijo. 

La fibra sensible que toqué trajo como consecuencia que ella se pusiera a la defensiva y comenzara a atacarme. -Como dije, vine a almorzar con Pat, la mierda sobra-

-Entonces sobras tú- Jack quien había permanecido como espectador, hablo por fin. Al ver que ella centro su atención en mi amigo, me volví a Pat.

-¿Quieres que lo tenga yo?-extendí mis manos para tomar a nuestro hijo.

Él negó –no, quiero que te quedes a mi lado, con nuestro hijo. Yo me hare cargo de esa perra- susurro, pero al parecer ella nos oyó.

-¿Su qué?- su rostro se distorsiono.

Patrick suspiro cansado, por fin entregándome al bebé –Charlotte Fernand, lárgate. Estas jodiéndome el almuerzo con mi familia-

-¿Fami...familia?-

-Si, mi esposa y mi hijo no se sienten cómodos contigo y quiero que te largues, o ¿debo hacer que te arrastren hacia afuera? -

-¿Hijo? No puede ser- movió la cabeza, como si se estuviera volviendo loca –no puedes... tu hijo no..ella no...-

Pat chasqueo los dedos y dos personas de su seguridad personal se acercaron para sacarla del restaurante. Antes de que se la llevara, mi ex esposo le dijo algo al oído a uno de los escoltas quien asintió y finalmente se marchó. 

Comimos tranquilamente, pero el ambiente no fue de lo mejor. Al final, iba a regresar a casa sola con Ethan pero su padre se negó a separarse de nosotros. Nos llevó en su coche e insistió en quedarse en mi casa, cosa que termine aceptando ya que parecía que, si no lo dejaba entrar, estaría más que dispuesto a dormir en el automóvil.

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora