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Fiorella

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Fiorella...

Perfecto, tanto el viaje como nuestra llegada a la isla había sido perfecta. El coche que nos había estado esperando en la pista privada no tardó mucho en dejarnos en la propiedad lo cual, para ser sinceros era jodidamente todo el lugar. La casa tenía una entrada cubierta de vegetación lo hacía parecer que estabas en el caribe. Las grandes palmeras, las plantas altas y flores exóticas le daban una vibra que me encantaba.

Ethan llevaba los ojos bien abiertos mirando ese nuevo entorno, saciando su extensa curiosidad; y yo como adulta, me encontraba igual que él. Todo me parecía nuevo y muy fascinante.

Al bajar, mire alrededor pero mi atención fue llevada a un grupo de empleados que nos estaba esperando, ellos se encontraban acomodados de tal manera que creaban un pasillo en la escalinata de la mansión y en el centro el que descifre como quien llevaba la organización de todo el lugar.

—¿Te gusta? — preguntó Pat besando mi cabeza por detrás. —este lugar fue construido para ti, princesa.

—¿Estás loco?

Se encogió de hombros —Una princesa no puede vivir sin un castillo ¿cierto hijo? —toco la naricita de nuestro niño haciendo que soltara una risilla. —él piensa igual.

Negué sonriendo —no era necesario.

—Si lo es, todo es necesario cuando se trata de mi amada familia.

La charla se vio interrumpida cuando el hombre que esperaba aclaro la garganta —Señor, es un placer tener a los dueños por fin en casa —se inclinó como si mostrara respeto.

—No hace falta inclinarse así —me dio vergüenza —es un placer conocerlo, somos Fiorella y Ethan —presenté a mi hijo.

El hombre sonrió —Un placer, señora. Soy Alejandro, estaremos a su servicio.

—Alejandro ¿dejaron ese último pendiente listo? —Patrick preguntó.

—Claro señor, el lugar es hermético —deduje que se refería a la propiedad. —¿quieren algún refrigerio?

—Rell...

—Oh, algo simple para que Ethan meriende antes de la cena ¿puede ser?

—Claro señora, pueden pasar y ponerse cómodos. Nos haremos cargo del equipaje. —se movió, dejando el camino libre para que entráramos a la casa. Ethan le estiro los brazos a su papá quien gustoso acepto tomarlo, Pat extendió su mano libre, pidiéndome que entrelazáramos nuestros dedos.

Así entramos a la casa que él había construido en algún momento. 

Las paredes hechas de mármol, los adornos tropicales, las flores exóticas en macetas gigantes, los pequeños detalles en marcos de fotos color plata con imágenes del cumpleaños de mi hijo y mío, una con la foto de nuestro matrimonio.

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora