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Fiorella

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Fiorella...

-Patrick- tenía que terminar de hablar, era ese momento. No habría mañana, él debía saberlo todo- Tengo que decirte algo, relacionado al primer bebé-

-Rell...yo lo siento no..-

-Escúchame- le pedí, -Patrick, escúchame antes de hablar.-

Asintió en silencio.

-Cuando perdí al primer bebé, no fue por alguna causa natural. -vi como fruncía el ceño, confundido -Patrick, recuerdas que antes de tu viaje tuvimos una cena de la empresa. -

Volvió a asentir.

-Recuerdas que dije que no me gustaba como me miraba Charlotte Fernand-

-lo sé, te dije que ella no es nada para mí. -Comenzó a defenderse, sin dejar que hablara -ella solo es la hija de mi socio, no tengo relación con ella. -

-Patrick-suspire, cansada. Estábamos repitiendo lo mismo de años atrás, él no me dejaba hablar. Si él me hubiera escuchado la primera vez, cuando dije que ella no me gustaba, cuando le pedí que me viera, que escuchara que teníamos un hijo.

-Amor, ella no es..-

-Patrick, calla-

Se quedó mudo al escuchar mi tono.

-Ella es quien hizo que perdiera al primer bebé-quería decírselo más calmada, pero tuve que hacerlo así -ella es quien hizo que mi hijo no naciera, me dio una pastilla abortiva en la comida -

Silencio, solo silencio de su parte.

-Se que no me crees y si quieres puedes hablar con el medico que me atendió esa vez, él va a decirte...-

-Rell- escuche su voz como un susurro.

El hombre sentado frente a mí, temblaba cual niño pequeño mientras sostenía a su hijo. Sus ojos me veían con tanto arrepentimiento, como si buscara en su mente que palabras decirme, cuáles serían las correctas.

Nunca hubo palabras correctas, nunca hubo una manera correcta de decir "la cague y perdimos a nuestro hijo", y si era sincera, ya había pasado. De cualquier manera, si él encontrara las palabras, iba a ser jodidamente tarde. Lo que nos quedaba era cuidar a lo único que nos mantenia de alguna manera, unidos.

Un lazo.

Una línea de sangre que nos mantenia, de alguna manera, atados.

Patrick comenzó a llorar en silencio mientras acariciaba las manitos de nuestro hijo que poco a poco se había quedado dormido. Él también debía hacer el duelo de nuestro hijo no nacido y sospechaba, que ese era el momento.

Cuando la gran mayoría de las fichas habían caído en su cabeza, acomodándose cual piezas de un puzle. Me acerque a él, queriendo tomar a Ethan para que pudiera llorar cómodamente pero ante mi tacto, se aferró más a mi hijo.

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora