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Patrick

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Patrick....

Su cuerpo temblando debajo de mí, cada roce, cada jadeo que ella producía hacían que mi racionalidad pasara a un segundo plano, siendo tomado por mis deseos más instintivos. Mi boca la quería, desesperadamente, necesitaba devorar cada rincón de ella para volver a reclamarla.

Mi mujer.

Mi esposa.

La madre de mi hijo.

El cuarto oscuro estaba envuelto entre el calor de nuestros cuerpos y sus adictivos jadeos que me envolvían en un total éxtasis. Rell suplicante me pedía que la embistiera, haciendo que no pudiera esperar un solo segundo más.

Me coloque entre sus piernas, con el falo duro como una puta roca, palpitando por probar ese dulce, cálido y pequeño coño que había llenado tantas veces antes. El hecho de que ella hubiera parido a Ethan, me ponía aún más, pensando en que podría volver a embarazarla. 

—Cariño, estas muy mojada ¿qué quieres que coloque aquí? —juguetee con la entrada de su sexo, viéndola retorcerse debajo de mí.

Sus ojos verdes clavados en mí, destellando en suplicas —Pat.. por favor —se quejó como pequeña mientras intentaba levantarse a besarme.

—Oh mi princesa —sonreí inclinándome a besar su abdomen —tan... dulce. —debajo de mi roce, se estremeció. Mire hacia todos lados, tratando de saber dónde podría haber un preservativo.

—Hay..hay allí —ella reconoció mi búsqueda.

Quise detenerme para preguntarle por qué tenía preservativos en su habitación, pero lo dejé pasar ya que tenía cosas más importantes que hacer. Salí de entre sus piernas y rebusqué en el cajón donde ella me había indicado. Al encontrarlo no dude en volver sobre mis pasos.

Rell siguió mis pasos hasta el lugar que había ocupado entre sus piernas. Cuando mis manos volvieron a rozar la piel de sus piernas, ella emitió un jadeo suave pero efectivo para la calentura que cargaba.

—¿Estas lista? Cariño — abrí el envoltorio negro

Asintió con una sonrisa tímida.

Solté una risilla —Mi princesa se vuelve una pequeña solo conmigo —me incliné dándole un besito corto en los labios. Mientras mi boca devoraba la suya, comencé a entrar en su cuerpo, sintiendo el calor y la estrechez de sus paredes, como el pequeño lugar se contraía mientras me deslizaba hacia adentro. Rell gimió al sentirme, tomando mi brazo que me sostenía sobre ella.

—Pat... —gimió —es, es muy grande y ....

—Sh —bese su frente, hacia demasiado tiempo que no estaba con ella, su cuerpo necesitaba volver a acostumbrarse a mí —lo se cariño, no voy a moverme hasta que te acostumbres otra vez. —Mis labios fueron a su boca, besándola suavemente, con amor. Sintiendo que por fin estaba con ella.

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora