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Patrick

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Patrick...

La tienda estaba cerrada especialmente para nosotros, cosa que le agradecí a Rell ya que no pude contener mis lágrimas mientras miraba embobado a mi pequeño hijo, el cual por fin tenía en mis brazos. Ethan se removía, pero no lloraba, más bien estaba calmado, admirándome.

-¿Cuántos meses tiene?-

-10-

Desde pequeño había sido bueno en matemáticas por lo que no me costó mucho saber más o menos cuando lo concebimos, pero al mismo tiempo. Me di cuenta que el día del divorcio ella ya estaba embarazada y no me dijo nada. Una pequeña molestia, y más bien, un pequeño dolor se alojó en mi corazón. Quite la mirada de mi hijo, viéndola a ella.

Se mantuvo en completo silencio, con sus ojos clavados en ese bebé. -Supongo que ya lo sabes-dijo, sabiendo que iba a reprocharle. -pero también quiero decirte, que no me arrepiento de haberlo hecho. -

-¿Por qué?-

-Tenia mis motivos-

-¿Cuáles fueron?-

Ethan lloro y aquella charla paso a segundo plano. Ella se puso de pie acercándose a mí y extendió sus brazos -Tiene hambre, debo amamantarlo-comenzó a caminar en dirección al interior de la tienda.

Ver su espalda alejarse me hizo desesperar y la seguí hasta su oficina la cual estaba equipada para las comodidades de mi hijo. Se acomodó en su sofá al lado de una cuna y removió su ropa, dejando a la vista uno de sus pechos. Al verla, comprendí aquella noche cuando estuvimos juntos. Entendí el porqué de su insistencia por no sacarse la camiseta ni dejarme tocarla por debajo de la ropa.

Ethan se prendió de su pecho y comenzó a succionar mientras tomaba uno de los dedos de su mamá, apretándolo. -Le gusta tener mi mano mientras come- ella sonrió viéndolo.

Una sonrisa que hacía mucho tiempo no veía en Rell.

Esa pequeña habitación, me pareció el lugar más cómodo y seguro del mundo. Uno donde el afuera no intervenía y el tiempo parecía detenerse en esa postal, mi esposa y mi hijo. Al acabar, lo cambio de lugar y él continúo tomando leche hasta que pareció llenarse.

Cuando lo levanto para que hiciera la digestión, Ethan había comido demasiado por lo que termino devolviendo un poco de líquido blanco sobre la ropa de su madre. Me preocupe al verlo así, pero ella me calmo al segundo.

-A veces pasa, no es problema- me explicó.

-¿Quieres que lo tenga mientras te cambias?-

Negó.

-Yo... no le hace daño, puedes dejarlo conmigo unos minutos. -

-Patrick, no es que no confié en ti, es solo que no traje ropa de repuesto para mí- sonrió -de Ethan sí, pero mía no-

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora