La ciudad es lo suficientemente céntrica y tiene varias conexiones con otros pueblos por lo que se les hace más fácil el transporte. Era algo bueno para nosotras. Así podíamos escuchar otros géneros y al mismo tiempo descansar, pero todo se fue al traste cuando se enteraron que Leyla y yo existíamos. Nos pedían consejos a cada rato. Una vez nos escondimos en el desván de mi casa porque nos tenían como locas. La historia de nuestro comienzo fue un tanto traumática.
Uno de ellos, Kade, me despertó un sábado a las 8 de la mañana. ¿Quién está despierto un fin de semana tan temprano? Dios mío, el sábado es un día sagrado para mí, pero como era visita tenía que atenderlo. ¡Esto lo va a pagar bien caro! Cuando lo vi parado en la puerta por poco lo incinero con la mirada.
Trigueño de ojos negros combinado con su pelo y musculatura bien definida. Cualquier chica del instituto daría lo que fuera por estar con él, pero el pobre había caído bajo el hechizo de carisma de Leyla. Ambos tienen los mismos gustos en la música y la ridícula idea que los extraterrestres existen. Era su hombre perfecto.
Pero había algo en su contra. Era menor que nosotras y a ella le gustan los chicos que son al menos dos años mayor a la nuestra. Eso fue lo que quitó todo el encanto. Por lo menos para ella. Kade y yo hicimos buena amistad. Ambos sabíamos de música y uno le enseñaba al otro algo nuevo. Un buen chico, carismático y muy dulce.
—Siento molestarte tan temprano, Ruth, pero necesito tu ayuda. —Mi mirada furiosa le hace sonreír—. Sé que estás pensando en mil maneras de matarme por levantarte tan temprano, pero necesitamos tu ayuda, y sabes que no te lo pediría si no fuera serio. —Saca esa maldita media sonrisa pícara que siempre derrumba mis defensas, y resoplo.
Quiero recalcar que eso lo aprendí de él. Por esa razón nos llevamos tan bien. Pensábamos igual, y muchos creían que podíamos tener algo, pero él tenía ojos para otra y a mí simplemente no me interesaba.
—¿Además de músico, también eres adivino? —añado con ironía y su sonrisa se amplía más—. Te salvaste que me caes bien. Dame 10 minutos. —Hubiera querido matarlo en ese momento, pero mis ganas de tener historia criminal limpio desestimaron la idea de envenenarlo y esconder su cuerpo en el bosque.
—Por eso te quiero tanto.
—No me quieras tanto. Hay amores que matan —protesto, mientras subo las escaleras.
—Te espero en el auto —grita desde la puerta. Soplo mi flequillo y entro a mi habitación con un sonoro portazo.
Me tomó unos quince minutos cambiarme de ropa. Para cuando bajo las escaleras, mamá ya tenía preparada una botella con jugo de manzana y una bolsa con algunas galletas recién horneadas. Nada como un buen desayuno hecho por la mejor madre del mundo.
—Te quiero, mamá. —Beso su mejilla y ella me abraza.
—Yo también, mi niña. Saludos a Lisa y Ryan.
—Se los daré —esas fueron mis últimas palabras cruzando el umbral de la casa y sentándome en el auto plateado de Kade—. Es rentado, ¿verdad?
—¿Es que nunca me dejas darte una noticia? —protesta, mientras enciende el auto y da marcha atrás.
—Sabes que no soy de ese tipo —digo rebuscando entre las galletas.
—Dios mío. ¿De dónde saliste?
—Esa pregunta solo puede respondértela mi papá y mi mamá. No tengo ganas de darte una clase de biología y anatomía humana —respondo abriendo la botella.
—No tienes remedio —añade, dejando escapar una carcajada.
—Eso forma parte de mi encanto. ¿Quieres? Son recién hechas.
—¿Qué te apuestas que es la galleta más pequeña? —Aprieto los labios y él enarca una ceja—. Mala amiga .
Mi casa queda a las afueras de la ciudad y por esa razón él me busca para los ensayos, y Leyla para llevarme al colegio. Nos demoramos unos veinte minutos en llegar al local de ensayo. Todos ya estaban ahí, excepto Scott y Lisa.
El cabello rubio intenso despeinado de Scott es lo primero que siempre veo cuando llego a este lugar, por lo que se me hizo raro no verlo con la cabeza metida en los platillos. Su tímida sonrisa es capaz de romper corazones y resalta los ojos más verdes que he visto en mi vida. Parecen esmeraldas incrustadas en su rostro bien definido. Su don innato en la batería fue lo primero que me atrajo la atención de él.
Lisa es de mi estatura. Muy buena pieza. Amable y encantadora. Al instante de conocernos y hablar, era como si hubiéramos sido amigas hace años. Ella, junto a Jeremy, son los vocalistas del grupo, el líder de la banda era Kade tocando la guitarra y Ryan se encarga del piano.
–—Jeremy, ¿Lisa y Scott no han llegado? –pregunto porque no es normal que llegaran tarde. Siempre eran los primeros y se encargan de todo el audio del equipo.
—Están discutiendo en la parte de atrás desde que llegaron —comenta mirando por encima de su hombro.
—¿Por qué? —pregunto con entre asombrada y curiosa—. Si ellos se llevan muy bien. Yo creí que hasta tenían algo.
—Ahí está el problema. —Sonríe entre dientes mientras deja el micrófono en su lugar—. Al parecer hay otra persona que le gusta.
Él debe notar la confusión en mi rostro cuando niega con la cabeza.
—¿En serio? —pregunto estupefacta—. No me había dado cuenta.
—De verdad eres muy ingenua. La chica que le gusta eres tú. Todos en la banda lo sabemos.
—Espera. ¿Qué?
En ese momento es como si me hubieran lanzado un cubo de agua fría y me hubieran puesto en una cámara frigorífica después. Aquella noticia me deja consternada, porque es prácticamente imposible.
Él apenas cruza palabras conmigo, a no ser cuando tuviera dudas en algunos ritmos en temas populares. Casi no va a mi casa y no sale con los chicos. Es más, a penas y pasó de la cocina las dos veces que estuvo en casa. De todos, es el más alejado.
«Dios mío. Definitivamente soy el despiste personificado», no sé si esa será una cualidad o un defecto. Entre tantos pensamientos confusos escucho un grito.
—¡Ruth, cuidado!
Algo golpea mi cabeza y la oscuridad me cubre por completo.
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Ojos Traicioneros
Teen FictionLa vida de Ruth es demasiado perfecta. Una familia muy unida y amigas que la apoyan. Parece el cuadro icónico que toda galería de arte quisiera exponer. Un día, su paz se quebró cuando Cupido envió al huracán que siempre arrasa con todo. Intentar en...