Capítulo 43 «Perdón»

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La nieve anuncia la llegada del invierno. Solo queda una semana para navidad, pero es la más ocupada en este semestre. Debo entregar el trabajo final de Psicología sobre Inteligencia Emocional. Un trabajo que me costó horas de sueño, pero comprendí muchas cosas de la vida cotidiana a medida que estudiaba sobre el tema.

La avalancha de estudiantes sobre la profesora de psicología es inmensa. Decido ser la última o me van a dejar como calcomanía en el suelo. La profesora ya me conoce demasiado bien. Casi todos los días le mandaba un e-mail preguntándole alguna duda sobre el trabajo y ella siempre respondía cuando podía. Esta impresión es la última, con ciertos retoques. Ella estuvo guiándome en todo el trayecto.

Una vez entregado el trabajo, recojo mis apuntes y ella se sienta frente a mí.

—Leí el borrador de tu trabajo. Es muy bueno.

—Se lo debo a usted por el apoyo y la ayuda que me brindó.

—Solo fue un poco. Piensa en presentarlo al Fórum de la facultad. —Esa idea me agrada, pero no estoy convencida que mi trabajo es tan bueno—. Solo una cosa. Intenta no poner la felicidad de los demás primero que la tuya. Eso puede acarrear consecuencias sutilmente.

Al llegar a la residencia, en mi cabeza siguen sonando las palabras de la profesora. No tengo ni idea de por qué había hecho ese comentario y al rato dejo de pensar en eso.

—¡Feliz año nuevo! —gritamos todos cuando el reloj da las 12 en punto.

Dicen que si tu año comienza bien, debe de terminar bien. Este 2017 prometía grandes cosas y todo está perfecto. Al fin mi madre y Max se están llevando bien. Emily tiene menos rencor hacia mí por el simple hecho que soy la novia de su hijo y cada vez que lo necesitaba él siempre estaba ahí para mí.

La relación de mi padre y Tom nunca ha cambiado. Incluso siguió mejorando. Gucci ladra cuanto puede al ver el festejo que tenemos en la sala de casa. Después de recoger todo y organizar, debíamos de dirigirnos a la casa de mi tía Kith. Era su cumpleaños. De mis seis tíos, ese era "el tío".

Se supone que Max irá conmigo, pero su excusa fue que estaba muy cansado. No tiene trabajo desde el 27 y no comienza hasta el 5. El único que está cansado de él era Morfeo. Se pasó toda la mañana durmiendo y no salió de su casa hasta las 6 de la tarde que fueron a mi casa. Sí, estoy molesta. Mucho, pero eso no me va a quitar la alegría que tengo.

Como era sabido, sin tener conocimiento de mis pensamientos, mamá comparte su opinión al respecto que Max no fuera con nosotros y milagrosamente coincidimos. Pero no se lo puedo decir o retrasaría todo el adelanto entre ellos y no me dejaría en paz por ese asunto. Así que simplemente hago caso omiso de lo dicho por ella. Por lo menos, no mencionó el nombre de Scott. Eso es un adelanto.

—Felicidades, tío Keith. —Ambos nos envolvemos en un cálido abrazo.

Sus sesenta años ya se notan en el rostro. Las bolsas bajo sus ojos dan a notar que los años no pasaban por gusto.

—Gracias, mi sobrina —alega, mostrando las arrugas en las esquinas de sus labios cuando sonríe—. ¿Max no vino? —Mi silencio es instantáneo y él leyó tristeza en mis ojos—. Tranquila, mi niña.

El tiempo pasa muy rápido en casa de mi tío Keith. Mi reloj apunta las 5 de la mañana y mis ojos escuecen por cansancio del día anterior. Al llegar a casa, me doy una ducha fugaz y caigo rendida en la cama.

En Noche Buena, papá le había comprado un lavavajillas a mamá, y lo instalamos al día siguiente. Ahora, todo está acumulado en la encimera de la cocina. Ninguna de las dos tenía ganas de prepararlo a esa hora y decidimos dejarlo así hasta la mañana siguiente.

Reviso mi móvil y en la pantalla leo un mensaje de pidiendo perdón por no acompañarme ayer en la noche. Tan típico de él. Suspiro y niego con la cabeza. Borro el mensaje y finjo que nunca me llegó. Es la primera vez que hago eso, pero las disculpas con él las prefiero de frente.


Ojos TraicionerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora