Capítulo 22 «¿Otra coincidencia?»

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—Buenos días, cariño —habla papá, y me abraza por la espalda.

—Buenos días. ¿Cómo te fue el viaje? Mamá comentó que el vuelo se canceló.

—Pero al fin estoy en casa. ¿Qué te preparo para desayunar? Creo que solo puedo prepararte Waffles. Tu madre fue a comprar polvo de hornear y la harina para hacer pancakes.

—Waffles está bien —contesto, agarrando la cafetera vacía en mis manos—. ¿Ya tomaste café? —Niega con la cabeza mientras agarra dos huevos—. ¿Te lo preparo? Sé que te gusta tomar un café caliente en la mañana. —Su cabeza casi sale de su cuerpo por subir y baja la cabeza con una sonrisa en los labios—. ¿Negro, capuchino o cortado?

—Negro. Necesito recargar energía. El lunes tengo una reunión importante en el trabajo y no he preparado nada. —Une todos los ingredientes en un bowl—. Y para colmo no he leído nada de los artículos para el mes próximo. Nuestro jefe quiere sacar una nueva línea y me toca buscar compradores y hacer mucho marketing.

—Papá, todavía no sé cómo no te has vuelto loco en tu trabajo —comento, mientras coloco el café en la cafetera—. De milagro no se te ha caído el pelo. Voy a tener que prepararte uno bien fuerte. Veo que tienes bastante trabajo ¿Puedo ayudarte en algo? No tengo nada que hacer hoy y al parecer tú estás sobrecargado.

—¿Podrás darme una mano con el internet? Tú y tu hermana son las especialistas en eso.

Sus ojos indican agotamiento y asiento sin chistar.

—Dime lo que tengo que hacer y me pongo manos a la obra.

Aún con el cansancio, la sonrisa de la cara de mi padre nunca se borra. Nuestra relación es tan especial, que a veces siento que es indestructible. Papá prepara mi desayuno y yo termino su café. El día va a ser bastante largo. Una vez listos y descansados, nos pusimos manos a la obra.

—Ya llegué —Se escucha la voz de mamá en el pasillo—. ¿Hay alguien vivo?

—Estamos en el despacho, mi amor —contesta papá, sacando algunos papeles del buró y de su carpeta.

—Henry, ¿llegaste hoy y ya estás trabajando? Necesitas unas buenas vacaciones, cariño —protesta mamá al llegar a la puerta del despacho.

—Ya lo sé, pero que mejores vacaciones que trabajar con mi pequeña hija y que mi esposa me llene a besos. —La sonrisa traviesa de papá no demora en llegar, y mi madre se recuesta al marco de la puerta, completamente sonrojada.

—Papá, hay menores en el área, por favor.

—¿Dije algo malo, mi amor? —inquiere papá con picardía y mi madre niega con la cabeza cuando se acerca a nosotros.

—No tienes remedio, Henry.

—Tu tampoco, mi amor querido ¿No me vas a saludar? Anoche no dormí contigo.

Mamá se acerca y le da un beso, pero mi querido padre al parecer se le había olvidado que yo estaba en su oficina y salgo de allí disparada.

—Cuando terminen, me avisas, ¿ok?

Papá levanta el pulgar y sin decir una palabra cierro la puerta para caminar en dirección a mi habitación.

El sol de la tarde está intentando adentrarse en mi habitación a través del pino y todavía no hay señales de mis padres. Así que me digo a mi misma, que ese no trabaja hoy.

Sopla un aire fresco. Quiere llover. Es bueno para que el ambiente refresque un rato. Decido ir a montar caballo en los alrededores. Una vez lista, bajo las escaleras rumbo a las caballerizas. En el establo hay tres corceles y un pequeño potro.

Ojos TraicionerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora