Capítulo 21 «El vecino»

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—¿Quién es, cariño? —pregunta mamá al ver que demoro en regresar.

—Una persona que vive provocándome accidentes —espeto, molesta y con ganas de cerrarle la puerta en sus narices.

—¿Vives aquí? Te juro de verdad que no lo sabía.

Ver esos ojos color café otra vez logra que se me revuelva el estómago.

—Max, al fin llegaste —habla Emily acercándose a nosotros.

—Un momento. ¿Él es su hijo? —inquiero, consternada.

—¿Por qué la pregunta? —intercede Tom, con el ceño fruncido.

—Mamá, ¿recuerdas cuando te conté que la misma chica me ha golpeado dos veces?

—Claro que me acuerdo. Sigo creyendo que es una chica salvaje y con problemas de ira. Aun no entiendo como una jovencita puede ser tan poco delicada —responde Emily con naturalidad.

Mi rostro se desencaja por completo.

—Bueno, esa chica es la que tienes parada a tu lado —finaliza el chico y Emily se gira hacia mí.

Me mira como si fuera la cosa más mala y horrorosa del mundo. Un poco más y sus ojos salen corriendo de su cara.

—El culpable es él. Si vas a pasar, pasa —digo, con brusquedad. Cuando Max entra en la casa, cierro la puerta—. Mamá, ya no tengo apetito. Dile a Kade que suba a mi habitación apenas llegue.

—Ruth —la voz de mi madre no me detiene de subir las escaleras—. ¿Qué pasó? Nunca la había visto así tan enfurecida

—El problema es...

—Lo que pasa es lo siguiente —habla el joven interrumpiendo a su madre.

Yo hago como que cierro la puerta de mi habitación, pero me quedo afuera para escuchar la excusa que va a dar.

—En nuestro primer encuentro le hice una pequeña broma. Fue cuando estaba cabalgando con mi papá. Le di una orden a mis perros. Ellos no muerden a menos que sientan que estamos bajo amenaza. Solo les gusta jugar y ella pensó otra cosa. Cuando fui a levantarla del suelo, pateó mi rodilla como puede ver aquí —imagino que señala a su pierna, porque no veo nada desde aquí.

—En ese caso yo hubiera hecho lo mismo —secunda Tom—. No pongas esa cara, Emily.

—Déjame seguir con la historia.

—¿La historia sigue? Esto se está poniendo interesante —comenta Tom, con burla en su voz.

—Estaba entrenando en el instituto y uno de los chicos me lanza el balón y yo lo recibo con otra patada, pero incliné mal el tiro y salió disparado hacia las gradas. ¿Adivina a quién le di en la cabeza con el balón?

—Por esa razón Ruth llegó con dolor de cabeza hace unos días —aclara mi madre y me acerco a la escalera sin hacer mucho ruido. Emily abre más los ojos de su cara. Parece un pez globo.

—Yo entiendo completamente la reacción de su hija. Primero con los perros, luego en la escuela y para colmo su vecino. Cualquiera pensaría que soy un acosador.

Yo no pensé que fuera un acosador, pero sí un pervertido. Sonrío un poco y entro en mi habitación, cerrando la puerta con mucho cuidado. Al rato se escuchan varios pasos acercándose y tocan a mi puerta.

—Pasa —hablo, sentada en el sofá pegado a la ventana.

—¿Puedo pasar? Traje tostadas y jugo de fresas.

—Claro que sí, Kade. Eres el único que puede entrar a mi habitación que no necesita llamar a mi puerta.

—Eso es bueno.

Deja la bandeja en el suelo a mi lado y se sienta frente a mí en la ventana. Dejo la libreta de bocetos a mi lado.

—No escuché cuando llegaron.

—Pues estabas muy entretenida en tus pensamientos, porque al llegar,

chocamos sin querer con la puerta del garaje.

—Es muy raro que hayas chocado tu propio auto —comento, confundida.

—Ahí está el problema. La que venía manejando era tu hermana.

—¿La dejaste sentarse frente al volante? No estás drogado, ¿verdad? —pregunto bromeando. Que mi hermana esté frente al volante es cautivador, gracioso y atemorizante al mismo tiempo.

—Estoy limpio y libre de culpa. Quería que la enseñara a manejar y así hice. Aprende rápido, pero tendré que enseñarle a parquear el auto sin que ralle la pintura. ¿En qué piensas? ¿El cielo despejado o en una nueva pintura para tu colección? Para no escuchar el estruendo que hizo tu hermana estabas muy metida en tu cabeza. —Me analiza unos segundos—. No me vengas a decir que estabas pensando en...

—Tranquilo, Kade —interrumpo, porque sé a quién se refiere—. No estaba pensando en Scott. En la pintura no puede ser porque ya no tengo pared para colgar más cuadros. Mientras dibujaba, pensaba en mil maneras de matar al chico que está sentado en la sala de mi casa.

—¿El que está abajo fue del que me hablaste? —Resoplo, y asiento—. ¿El culpable de tu golpe en la cabeza fue él?

—Ese mismo

—¿Quieres que te ayude? Tengo varias ideas en la cabeza. —Ambos reímos—. Tu mamá te mandó a decir "Bien hecho. Esa es mi niña". Ya conoces a Kara. No puede decir eso frente a las visitas. El recado original era "Dile a Ruth que hablo con ella más tarde", con su tono de regaño incluido.

Dejo escapar una carcajada sonora. Amo a mi madre.

—¿Qué vamos a hacer mañana? Te vas el domingo y tengo que aprovechar al máximo antes de que veas a Lisa y te olvides completamente de mí.

—Mañana será un poco complicado. Llevo más de una semana y si llego sin al menos una mera idea de la melodía para la canción, Jeremy me mata.

—¿No vamos a pasar el día juntos como hacíamos? —protesto, un poco decepcionada

—Tranquila. Ya pensaré en algo, pero mañana no voy a poder. En la noche puede que sí. De todas maneras, me voy el domingo a las 4 de la tarde ¿Te gusta la idea? —Gruño por lo bajo—. Yo también te voy a extrañar mucho.

—¿Tienes que irte? ¿No puedes esperar otra semana? —Me atrae a su pecho y me abraza con fuerza.

—Lo siento, Ángel. Le dije a los chicos que regresaría ayer y mírame. Todavía estoy aquí.

No tenerlo conmigo, significa que mi compañera la soledad vuelve a estar a mi lado.

—Me vas a llamar, ¿verdad? —pregunto, sin separarme de su pecho.

—Claro, Ángel. Apenas tenga la posibilidad, te llamo por chat y hablamos. Así puedes conocer a los padres de Lisa. ¿Te parece bien?

—No me gusta la idea pero no puedo hacer nada por eso. Prométeme que para mi cumpleaños vas a venir.

—Tengo que hablarlo con Lisa. Recuerda que ustedes cumplen el mismo día. Creo que la idea le va a gustar.

—Intenta convencerla, por favor. —Me separo de él y lo miro con ojos de bebé. Deja escapar un suspiro y sonrío.

—Haré el intento. Cuando llegue lo hablo con ella y te llamo. Cómete las tostadas o tu madre me mata por mandarla a que las tostara por gusto.

—¿Tú le dijiste que lo hiciera por mí? —comento, simulando una cara de asombro y poniendo la mano en mi pecho de forma dramática—. Eres un amor, Kade. Espero que a ti y a Lisa les vaya de maravilla y tengan hijas monísimas.

—No tan rápido, pero gracias por el cumplido. —Ambos reímos y me despeina—. ¿Te soy sincero, Ruth? Si todo sale como quiero, el año que viene quiero proponerle matrimonio a Lisa.

—¿No es un poco temprano para pensar en esa responsabilidad? Todavía eres joven y solo llevan dos meses.

—Yo también lo pensé así, pero toda mi vida quise a una chica como Lisa. Busqué el amor en todas partes y nunca me había dado cuenta que siempre lo había tenido a mi lado

—Te deseo suerte, hermano. Mereces ser feliz.


Ojos TraicionerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora