Capítulo 14 «Pasar página»

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—¿Ruth, todo bien? —Desde la puerta de la cocina escucho la voz de mi amigo y sacudo mi cabeza para regresar a la realidad.

—Todo bien —contesto y regreso a la cocina.

—Otra vez recordando, ¿verdad? —más que una pregunta, fue una afirmación por parte de Kade recostado a la encimera de la cocina.

—No te voy a mentir. Recordé cuando se cayó toda la vidriera del estante y justamente se rompió la tuya.

—Recuerdo de ese día. Pasé tremendo susto. Gracias a Dios, él estaba ahí y te sacó a tiempo.

Fue inevitable no poder entristecerme. Todos los momentos que pasé con Scott fueron tan verídicos y representativos en mi vida que no me había dado cuenta hasta ahora.

—Lo siento, Ruth —insiste apenado—. No era mi intención...

—No tienes porqué disculparte —le interrumpo y dejo caer mis hombros en señal de derrota—. Es verdad. Si no es por él, todo me hubiera caído encima.

—Buenos días, dormilones o en este caso digo buenas tardes —habla Sophie entrando por la puerta de la cocina—. Veo que todavía están en pijama. Quiere decir que no han desayunado o en este caso almorzado. Por la cara del joven y las tazas que están en la mesa estaban preparando un desayuno tardío, ¿no? —Ambos asentimos con la cabeza—. Vayan a ponerse ropa y bajen en 10 minutos. Yo les preparo el desayuno.

Kade y yo nos giramos al instante y la voz de mi hermana me detiene:

—¡Ruth, mi vida, necesitas comprar ropa interior clara para ese pijama!

Ambos empezamos a reír y subimos las escaleras. Para cuando llegué a la cocina, Kade ya se había comido medio tazón de Hot Cakes y todo el jugo de Kiwi y Fresa.

—Respira que te atragantas, compañero —comento con sorna, dándole unas palmadas en la espalda y sentándome a su lado—. Sophie, dime por favor que hiciste más pancakes o voy a matarlo por haberse comido más de la mitad.

—Aquí están los tuyos, hermanita. Me imaginé que esto iba a pasar y aparté los tuyos. Aquí tienes el jugo de manzana. Lo compré porque sé que es tu favorito. A él le di el que mamá trajo.

—Porque no sabía que tenías de manzana —replica mi amigo, señalándola con el cubierto.

—Si te lo hubiera dicho te lo habrías terminado antes de que mi hermana pusiera el primer paso en la escalera —se defiende mi hermana con cierta ironía.

—Tata, están geniales —comento, y paso la legua por la comisura de mis labios para eliminar el sirope de arce.

—Cariño, todo lo que hago es genial —contesta, con mofa.

—Vaya, vaya. Ahora veo de donde Ruth saco el ego y la autoestima tan alta. —Golpeo el hombro de Kade con el puño por su comentario—. Oye, eso duele —protesta, masajeando el lugar del impacto.

—Por gracioso. Tenía que haberte dado más duro.

—Hacen una buena pareja ustedes. —Me atraganto con el pancakes y el jugo le sale a Kade por la nariz—. Ash, en serio. Se parecen demasiado. Ruth toma jugo o te ahogarás. —Ella limpia la meseta con papel de cocina, entre protestas.

—¿Qué clase de comentarios son esos? Estamos desayunando —protesto y ella se encoge de hombros—. Además, él ya tiene novia.

—Es una lástima. No sabes la belleza de chica que te pierdes. ¿Mi hermana no es linda? Todavía no entiendo cómo es que no ha tenido siquiera un novio.

Toso con violencia, esta vez por el sorbo de jugo que había tomado.

—Tata, solo tengo 17 protesto en mi defensa ya que ella no sabe nada de Scott.

—Ruth, a tu edad estaba igual y mira como terminé, con 30 y sin casarme. Voy arriba. Necesito un baño. Un desastre más y lo limpian ustedes.

Mi hermana se aleja y se escuchan sus pasos por toda la escalera hasta cerrar la puerta de su alcoba

—Ella es intensa, Ruth —habla mi amigo mientras muerde el penúltimo pancakes.

—No le hagas caso. Eso viene con la edad.

—¿Te digo algo? Ella con la edad que tiene, no deja de tener razón. —Dejo el cubierto en el plato y miro a Kade—. Ruth, no te digo esto para que ahora te fijes en el primero que te haga gracia. Si pensabas así estás en un error. Como te dije antes. Ya es hora de pasar página y comiences un nuevo capítulo.

Después de decirme esas palabras, Kade come el último pancakes y sube las escaleras con paso lento, dejándome en una profunda dicotomía entre mi cabeza y mi corazón.

No deja de tener razón. Llevo un año sufriendo por Scott. Ya es tiempo de poner un alto y cambiar el rumbo de mi vida. Pero no es tan fácil como muchos lo pintan.

—Tata, ¿a dónde fueron todos hoy? —pregunto a mi hermana mientras busco ropa deportiva. Necesito salir a correr para despejar y pensar en lo que me habían dicho ella y Kade

—Papá y mamá llevaron a Casey al parque de diversiones. Aprovecharon que es sábado y hay mayores ofertas. ¿Vas a salir? —pregunta, mientras se maquilla.

—Necesito salir a correr un poco. —Saco la cabeza del closet—. Te estás poniendo muy linda. ¿A dónde vas?

—Convencí a tu amigo para que me llevara a la ciudad a hacer unas compras. Dijo que no había ningún problema ya que debía salir para buscar inspiración.

—Entiendo. Entonces hoy es su recorrido.

—Una pregunta ¿Inspiración para qué?

—Canta y compone sus propias canciones. ¿Recuerdas las que te mandé? —Ella asiente—. Él es el autor. Tiene un don natural para eso.

—Pues me quito el sombrero frente a él. Son hermosas.

—Eso ya lo sé —digo con orgullo y se levanta del tocador.

—Dime, ¿qué crees? Los compré nuevos cuando venía para acá.

—Date una vuelta.

Pantalón blanco entallado al cuerpo, botas negras corte bajo y blusa beige pegada al cuerpo al largo de los codos, con aretes de perlas pequeños.

—Si vas a usar unos vaqueros tan apretados y de talle alto, mejor sería algo más suelto arriba. El pelo en una coleta alta, pero suave se vería mejor con las argollas plateadas. —Una vez lista, Sophie se mira en el espejo y sonríe contenta con el resultado—. Ahora si estás genial. Me traes algo del súper. Me lo debes. Recuerda ponerte los lentes de sol.

—Eso te iba a pedir. Yo no tengo. Allá no me hacen falta siempre ando con los chicos en auto y casi no camino. ¿No ves que subí unas libras más de peso?

—Estás perfecta, así como estás. —Voy hacia la puerta del closet y le entrego las gafas negras que tengo—. Estas me las regaló Kade. Más te vale cuidarlas.

—Gracias. Eres la mejor.

—Un insistente claxon llega a nuestros oídos. Me dirijo hacia la ventana.

—¡Ya va en camino! —espeto desde la ventana de mi habitación—. Tata, baja las escaleras de dos en dos. A Kade no le gusta esperar.

—Nos vemos, Ruth.

Saludo por la ventana hacia ellos, y les sigo con la mirada hasta perderlos de vista.


Ojos TraicionerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora