Después de colgar la llamada, salgo de casa en dirección a las caballerizas. Mi frisón está tomando agua para cuando llegué a su puerta. Después del chapuzón de ayer, Kalhyl necesita un buen baño. Amo el olor a lluvia, pero no en mi caballo.
—Buenos días, compañero. —Al sentir mi voz levanta su cabeza y se acercó a la puerta para acariciarle detrás de las orejas—. ¿Dormiste bien? —Mueve su cola y golpea sus patas con ella—. Eso es bueno, pero vas a necesitar un baño. ¿Qué crees?
Le coloco sus riendas y lo saco a tomar el sol. Cuando termino de enjuagarlo y quitarle todo el jabón de baño, lo dejo libre un rato y como siempre, empieza a sacudirse. Cierro los ojos y sonrío.
Al rato de estar seco, empiezo a cepillarle suavemente la crin desaliñada. Este caballo ya tiene cinco años conmigo. Nuestra relación es tan cercana que Kalhyl para mí es más que un caballo. Es un amigo que no me juzga. Aunque no tiene cómo hacerlo, pero, se siente bien. Cuando tomo malas decisiones siempre me lanza un fuetazo con su cola. Cuando me acerco a él una vez más, baja su cabeza y le acaricio la marca blanca de su testuz.
Kalhyl, nunca te pregunté ¿Con Scott crees que hice lo correcto? —Baja y sube su cabeza—. Voy a tomar eso como un sí. Ahora otra pregunta. ¿Crees que deba darme una segunda oportunidad? —Mueve su cola y patea el césped con la pata delantera derecha—. Muchachón, voy a tomar eso también como un sí. Gracias, campeón.
Le doy unas palmadas en el lomo y lo entro de nuevo a las caballerizas. Al mismo tiempo escucho ronronear del motor del auto de papá y regreso a la casa.
—Buen baño le diste al frisón. Se lo tenía ganado. El pobre galopó a más no poder.
Kade lleva puesto una camiseta negra, con unos jeans azul claro, en su hombro cuelga la sudadera blanca y sus zapatillas Converse negras no pueden faltar.
—Y que lo digas —contesto, agarrando una botella de agua.
—Cariño, Emily me llamó al móvil —comenta mamá y yo tomo un sorbo de agua—. Me preguntó si podías ir con ellos en un viaje por las vacaciones y le dije que sí.
Toda el agua que tengo en la boca sale en dirección a la cara de mi amigo. Intento reír al ver la cara de asco de Kade, pro no puedo por la tos.
—¿Hiciste qué? ¿De verdad dijiste que sí? —pregunto estupefacta y mi madre me miró dudosa
—Claro.
—Te dije que no le iba a gustar la idea, Kara —increpa mi padre entrando con las bolsas de compras en las manos y mamá pone los ojos en blanco.
—Henry, a esta niña le hace falta despejar y lo sabes. —Mi padre solo la mira de soslayo y sigue en lo suyo.
—Ya lo sé, pero no creo que esa sea su forma de despejar. ¿No es así, cariño? —comenta, y me guiña un ojo. Él me conoce lo suficientemente bien para saber que esa es una mala idea
—Mamá, tenías que haber consultado conmigo —protesto.
—Lo siento, mi niña. No quería que pasaras estas vacaciones sola. —El año pasado —deja las palabras en el aire y baja la cabeza—. No vi una mejor oportunidad. Voy a llamar para decir que no puedes.
—Mamá, olvídalo —intervengo al ver que tiene su móvil en la mano. Al final no tengo nada que perder. Mi madre me mira de manera comprensiva y vuelve a poner el teléfono en su lugar
—Ruth, no es necesario que vayas. Podemos cancelar el viaje de nosotros y nos quedamos contigo en casa —aporta papá, acercándose y dándome un abrazo de oso.
—Ni hablar. Ustedes se merecen ese viaje y así no tienen que preocuparse por mí.
—Cariño, nosotros siempre nos vamos a preocupar por ti y tus hermanas, aunque tengamos 70 años y las prótesis de los dientes se nos caigan. —Río por las palabras ocurrentes de mi madre.
—Oigan, yo también quiero ser abrazado —protesta Kade y sonrío.
A las 3 de la tarde, todo el equipaje de Kade está en su maletero. Mis padres entran y yo me quedo con él un rato, sentada en el capó de mi auto dentro del garaje con él a mi lado.
—Cuídalo mucho. Me costó bien caro traerlo hasta aquí.
—¿Traerlo? Dice Sophie que ustedes lo compraron.
—Ruth, este auto es un regalo de mi suegro para ti.
—¿Para mí? Él apenas me conoce. —Las comisuras de sus labios se curvan en una amplia sonrisa, y salen a relucir sus hermosos hoyuelos.
—Con todo lo que Lisa y yo le hemos contado, para él, eres como una hija más. Además, él sabe que tú me ayudaste mucho cuando vine para acá y está muy agradecido. Lisa también.
—Gracias, Kade. —Lo abrazo como si fuera la última vez que lo vería—. Te voy a extrañar mucho
—Yo también, mi pequeña. Una última cosa. Cierra los ojos. —Se separa de mí. Cierro uno ojo y el otro lo dejo medio abierto—. Los dos, Ruth. Es malo hacer trampas. —Sonrío y hago lo que dice—. Ya puedes abrirlos.
Kade tiene su puño a la altura de mi frente y deja caer una hermosa cadena de plata. Esta tiene como colgante una luna menguante y dentro de ella hay una estrella. En la parte de atrás hay una pequeña piedra en forma de diamante que no excede los 3 cm. Puse mis manos en la boca como señal de asombro. Es tan pequeño y delicado que siento que puede romperse de solo sostenerla.
—Es hermosa.
—Es un último obsequio antes de irme —explica, mientras coloca la cadena en mi cuello—. No te la puedes quitar. Te conozco bien. odio cuando te pones demasiado humilde.
Entre oro y plata mi elección siempre es la plata y Kade lo sabe. El año pasado me compró una sortija de plata de cinco piedras. La cadena que me regaló en este momento la habíamos visto en una revista el año pasado y me quedé impresionada con ella. Mi amigo lo recordó todo este tiempo
—Gracias, hermano. Eres el mejor.
—Esto es para que me recuerdes siempre. —Nos hundimos en un fuerte y cálido abrazo—. No sabes lo valiosos para mí que ha sido pasar a tu lado esta semana.
A las 4 de la tarde el motor del auto de Kade ya está ronroneando y dejando el garaje de mí casa. Me quedo un rato en la acera viendo como su auto se pierde de mi vista y entro a la casa.
—¿Ya se fue? —pregunta Sophie desde un butacón de la sala y asiento. Mientras estuve con Kade en el garaje, ella llegó—. ¡Qué lástima! Se nota que es un buen chico y que te quiere bastante.
Subí las escaleras rumbo a mi habitación apesadumbrada. Opté por escuchar música. Otra manera de alejarme del mundo y de su melancolía.
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Ojos Traicioneros
Fiksi RemajaLa vida de Ruth es demasiado perfecta. Una familia muy unida y amigas que la apoyan. Parece el cuadro icónico que toda galería de arte quisiera exponer. Un día, su paz se quebró cuando Cupido envió al huracán que siempre arrasa con todo. Intentar en...