Capítulo 49 «La despedida»

6 1 0
                                    

Pasé a conocer a sus padres. Me recibieron con mucho amor y cariño. Esperé a que Scott se diera una ducha y comiera. Le dije que regresaría a casa sola sin problemas, pero él insistió en que me llevaría y antes daríamos unas vueltas por el pueblo. A las 11 de la noche llegamos al umbral de la casa de Lisa. En el camino de ida y regreso me toma de la mano. Se siente tan bien que no me negué y a él tampoco le importa. Todo por una última vez.

—Gracias por lo de hoy.

—Para eso están los amigos, Scott.

—No has querido comer nada hoy, y mi madre por poco le da un ataque porque no quisiste comer en mi casa.

—Dile que será para la próxima vez —añado, poniendo en duda que exista una próxima vez—. Hoy incluso vomité el desayuno y casi no probé bocado en el almuerzo. Debe ser alguna ingesta.

—Me alegro haberte visto de nuevo, Ruth.

—Yo también, Scott. Buenas noches.

Lo beso en la mejilla y cuando estoy a punto de girarme toma mi muñeca para halarme hacia su pecho. El gesto me deja un poco consternada. Quedo atrapada en sus brazos y yo no hago el esfuerzo en apartarme, sino que también lo rodeo con los míos y comienza a cantar la canción "Yo te extrañaré". La misma que me cantó cuando estaba borracho. Esa es otra historia.

Ese día estaba tan borracho en el internado que me llamó y me la dedicó. A pesar del estado etílico en que se encontraba lo vi como un gesto... romántico. Escuchar su voz cantando nuevamente hizo que las lágrimas comenzaran a fluir nuevamente. Al terminar, su remera negra está húmeda por mis lágrimas.

—Te voy a extrañar, Ruth —susurra en mi oído.

—Yo más, Scott.

Me alejo de su pecho y entro a la casa. Espero cerca de la puerta de cristal hasta ver que su silueta se pierde en la oscuridad de la noche. Doy un brinco en mi lugar cuando una voz dice:

—¿Cómo fue todo?

—Por Dios, Lisa —digo, exaltada, con la mano en mi pecho—. Avisa antes de hablar

—Lo siento, Ruth. Estoy un poco ansiosa. Pero dime. ¿Qué pasó?

Nos dirigimos a mi habitación y ahí le cuento todo lo ocurrido. Ella me observa asombrada y no protesta en ningún momento.

—Lo sabía. Sabía que todavía sentía algo por ti, pero él es tan cabezota que nunca lo aceptó. —Sonrío, con amargura.

—Puede que sea verdad, pero esta vez sí lo perdí por completo.

Recuerdos gratos inundan mi mente, pero cada vez que recuerdo lo que pasé después de romper con Scott, mi corazón se aprieta y comienza a asfixiarme. No sé si vuelva a enamorarme. Ya es la segunda vez y a la tercera va la vencida.

—Tranquila, Ruth. —Toma mis manos entre la suyas y acaricia mis nudillos con los pulgares—. Ya verás que cuando menos te lo esperes, ese corazón comenzará a latir de amor por otro chico.

—Eso espero, Lisa. No aguanto otra ruptura más. no creo que mi corazón lo soporte.

—Tranquila, Ruth. Todo el mundo encuentra a su alma gemela.

Kade entra en ese instante con galletas y leche. El olor me abre el apetito y se sienta en la cama junto a Lisa.

—Yo encontré la mía como puedes ver —comenta ella, y besa la mejilla de su novio.

—¿En la mejilla? Eso ni hablar. —Kade toma el mentón de Lisa y le planta un beso en los labios.

—Chicos, eso es vergonzoso. Búsquense una habitación —protesto, para molestarlos. Kade se separa y el rostro de su novia está sonrojado.

La noche pasó lentamente después de comer y reír recordando los viejos recuerdos. El sueño llega a mí a las 2 de la mañana y despierto con los ojos hinchados por la noche que tuve. Sí. Lloré mucho, pero esta vez fue liberador. Ya no era por pena o incluso dolor. Lloré por el hecho que lo voy a extrañar, y que Scott estará bien sin mí.

Me levanto un poco grogui por el sueño y tomo una ducha. Desayuno con los chicos y preparo mi equipaje para regresar a la universidad.

Los meses pasan volando, aunque seguí haciendo de las mías. Al entrar con un año de atraso, tengo un poco de ventaja. Salgo a varias fiestas, pero a las dos horas ya estoy fuera. Ya no era suficiente y comenzaba a agobiarme. Todo terminó al llegar las vacaciones de verano o eso creí yo.

Mi vida dio tal giro que me siento mal por mis padres. Las mentiras me salen esporádicas y mis ellos me creen. Tienen total confianza en mí y no saben que su hija se quebró completamente por dentro en los últimos cuatro meses cuando proclamaba a los cuatro vientos que estaba bien.

Soy una chica ordinaria que saca una sonrisa cuando su día estaba totalmente gris. Imagino que debe ser por eso. Dicen que los ojos reflejan el alma, pero la mía debe de estar muy contaminada para no sentir pena por cada corazón que rompo o decepciono. Si me engañaron mirándome a los ojos, ¿qué más da que los míos traicionen de vez en cuando?

Necesito detener la vorágine de veneno y nada de culpabilidad por mis actos, pero ya he llegado demasiado lejos. Deseo regresar a mi vieja vida, pero la inocente Ruth ya pasó a la historia.

—¿Estás bien? —pregunta Rose sentándose a mi lado. El aire seco despeina mi cabello y las olas del mar chocan con el muro, salpicando mis piernas.

—¿Te soy sincera? Quiero estar bien —respondo, dándole vueltas a los anillos de compromiso que aún mantengo en mi dedo. Creo que los mantengo como ese recuerdo de que algo no salió cómo pensé, o para torturarme.

—Deberías comenzar con eso —opina Silvia señalando con el mentón hacia mis manos. Saco ambos anillos y los miré por última vez. Ella toma uno y me deja el otro—. Déjame ayudarte. A la cuenta de tres. —Trago en seco y la culpa me golpea sin compasión.

— Debes dejar el pasado atrás, Ruth. —Interviene Rose—. No dejes que la culpa y los desamores guíen tu camino. Las decisiones que tomas bajo el efecto del odio y el rencor pueden terminar en consecuencias graves. ¿Lista? —Asiento y sonrío, aliviada.

—Tres —finaliza Silvia.

Lanzamos los anillos y dejo que el mar embravecido se los trague, llevándose consigo esas cosas que siempre quise decir y nunca pude. Los amores, desesperos e ilusiones. Mis errores y elecciones ya están fuera de mi alcance. Es hora de comenzar otra vez.


Ojos TraicionerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora