Mi corazón comienza a palpitar de manera rápida y mi pulso aumenta por segundos. Después de tanto tiempo, puedo volverlo a ver. Está a unos pocos metros y no puedo mover ni un músculo.
—No pienso irme de aquí hasta que te vea, Ruth —insiste.
Los nervios están a flor de piel. No puedo gesticular palabra alguna. Quiero levantarme de la cama, pero mis músculos no reaccionan justo ahora. Estoy paralizada por completo.
—Ya está. Kade, te lo advierto. Quítate de mi camino. La voy a sacar a rastras de esta casa, aunque no lo quieras.
—Déjala en paz, Scott. Estuvo esperado por ti todo el fin de semana, y ahora que solo le quedan unas horas apareces. —La voz de mi amigo se escucha calmada, pero fuerte.
La casa de los padres de Lisa no es muy grande y mi habitación está cerca de la puerta principal. ¿Verdaderamente tendré fuerzas para verlo? ¿Aguantaré lo suficiente para que el muro que he levantado no se destruya cuando su mirada se encuentre con la mía? ¿Pero y a mí que me pasa ahora? Lo tengo a menos de 10 metros de mí. Nunca pensé que yo fuera una persona cobarde, hasta ahora. A menos que aparezca una rana en la cortina del baño, por supuesto.
—No pienso irme de aquí sin verla, Kade. Lo sabes. —La seguridad en sus palabras crispa mi piel.
Ellos siguen hablando en la puerta principal y tomo una larga bocanada de aire. Mi cuerpo reacciona a la orden de mi cerebro de levantarme de la cama. Muy despacio, salgo de la habitación y trago en seco. Su espalda está mucho más ancha que la última vez que lo vi. Su cabello un más oscuro y largo que de costumbre.
La mochila que le regalé antes de irse de la ciudad cuelga de un solo hombro y lo único que se me ocurre es ir con suavidad y cubrirle los ojos por detrás. En un segundo, suelta mis manos y me levanta en peso dándome un abrazo muy fuerte.
Su olor es el mismo que hace 3 años atrás. Su cercanía me da la respirar de verdad después de 3 largos meses consumida en la tristeza interna de mi cuerpo.
—Mejor los dejo solos. Tienen mucho que platicar.
Por un momento había olvidado que Kade está presenta. Scott me deja en el suelo, y por costumbre, le remuevo el cabello.
—Te he extrañado. Lo sabes, ¿verdad?
—No más que yo, compañero —añado, sonriendo como una tonta. Sus ojos verdes me inspeccionan de arriba abajo con detenimiento.
—Vamos. Tengo un lugar que mostrarte.
Mi piel quema cuando siento sus dedos alrededor de mi muñeca. Creí haber olvidado todo, pero mi corazón y mi cerebro todavía siguen gritando a los cuatro vientos que mi amor por Scott no ha cesado, a pesar de todos mis intentos por reprimir ese sentimiento. Es como si hubiera regresado tres años atrás y todo siguiera igual.
Me guía a través de todo el pueblo hasta un pequeño parque al costado de la carretera principal. El césped está recién cortado y los bancos de madera recién pulidos. Scott se acomoda en un extremo y yo en el otro. Se siente raro tenerlo tan cerca después de tanto tiempo.
—Ruth, puedes sentarte a mi lado. No muerdo —habla, después de un silencio extraño entre nosotros, y sonrío con nerviosismo.
—¿Y por qué no te acercas tú? —Mis palabras salen tan rápido que no me da tiempo a rectificar.
—Está bien —musita, y se acerca—. ¿Cómo has estado en estos meses?
—Igual que siempre —miento, descaradamente. He estado con 3 chicos en menos de dos meses y cuando creían tenerme a la mano les mostraba la puerta da salida— Nada ha cambiado.
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Ojos Traicioneros
Teen FictionLa vida de Ruth es demasiado perfecta. Una familia muy unida y amigas que la apoyan. Parece el cuadro icónico que toda galería de arte quisiera exponer. Un día, su paz se quebró cuando Cupido envió al huracán que siempre arrasa con todo. Intentar en...