Capítulo 14.

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Cada vez quedaba menos para Navidad ya que nos encontrábamos a principios de Diciembre ya. Seguro que este año la pasaré en casa de los Weasley como el año pasado.

Hoy era domingo y como siempre bajé a desayunar con los demás al Gran Comedor. Dumbledore tenía preparado un discurso para cuando acabó el desayuno.

- Bien, como ya sabrán la Navidad se acerca y con ella el famoso baile de navidad del Torneo de los Tres Magos, este baile es una tradición y parte del Torneo también, los alumnos de primer y segundo curso solamente podrán estar en el Gran Comedor hasta las diez de la noche –algunos alumnos de los cursos inferiores protestaron un poco pero pronto Dumbledore los mandó a callar-. Por último, avisar que los campeones abrirán el baile, ahora la profesora McGonagall quería comentar algo.

- Los alumnos/as de Gryffindor se deben quedar en el Gran Comedor, las demás casas vayan saliendo por favor -todos salieron y solamente nos quedamos Gryffindor allí- bien, las chicas a un lado y los chicos al otro –ordenó McGonagall.

Habían desaparecido las cuatro mesas y en una esquina se encontraba un enorme tocadiscos bastante antiguo y Filch con su gata.

- El baile de Navidad se acerca y quiero que sepáis que... -McGonagall comenzó a dar su discurso sobre que este baile era un vals y que por lo tanto había que moverse con elegancia y soltura, todos la mirábamos bastante aburridos pero ella prosiguió-. Dentro de cada chico hay un león valiente y poderoso que deberá sacar a lucir el día del baile y, dentro de cada chica, hay un cisne hermoso que saca todo su esplendor a la hora de bailar -hizo una pausa-. La casa de Godric Gryffindor se ha ganado el respeto en el mundo mágico durante muchos años y no pienso tolerar que arruinen esta reputación en una noche comportándoos como una panda de babeantes y bobos babuinos -desde mi sitio pude oír a los gemelos reír.

- Repite eso cinco veces lo más rápido que puedas –le retó Fred a George.

- Babeantes y bobos babuinos, babeantes y bobos babuinos... -empezaron a decir muy rápido, yo me reí por lo bajo y ellos al verme me sonrieron.

- Filch pon la música -ordenó McGonagall- señor Weasley, acompáñeme –Ron la miró completamente horrorizado.

Y así es como el pobre de Ron se puso a bailar con McGonagall delante de todo el mundo.

Escuché a mi hermano hablar con los gemelos.

- Eh tss, se lo recordaréis toda su vida ¿no?

- Tenlo por seguro Harry -se rieron los tres y después los gemelos se pusieron a imitar a Ron bailando y a burlarse de él.

- Bien, adelante ¡elijan pareja! -dijo McGonagall.

Todas las chicas se pusieron de pie menos yo y alguna que otra tímida.

Mi problema no es que fuera tímida, que no lo era, sino que no me hacían gracia los bailes tan antiguos, aunque yo bailaba bastante bien, todo hay que decirlo.

Rápidamente Fred vino hacia mi, me agarró de la cintura levantándome de mi sitio y sin darme cuenta ya estaba bailando con el.

- ¿Qué tal estás preciosa? -me preguntó Fred mientras bailábamos.

- Bien ¿y tú?

- Genial, ahora que estoy bailando contigo -sonrió.

- Oh, que mono -me reí.

- Siempre soy mono.

- Ya, ya lo que tú digas.

- Oye eh... te quería preguntar algo -se puso nervioso y se llevó una mano al pelo mientras me daba una vuelta.

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