Capítulo 21.

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Cuando llegué al salón vi que la televisión estaba apagada.

- Sin querer le dimos a este botón rojo -dijo Blaise- ¿la hemos roto? -dijo temiendo mi respuesta.

- No, sólo la habéis apagado, tranquilos... -ellos suspiraron aliviados- bueno chicos, yo me voy a dormir que tengo sueño -me encaminé a las escaleras cuando me despedí de ellos.

- Pero corre, sube con ella que si no cuando llegues ya se habrá dormido -le dijo Theo a Draco.

Yo me reí por lo bajo pero hice como si no hubiera escuchado nada y seguí subiendo los escalones.

- Hey ______, espera, yo también tengo sueño -escuché a Draco y subió corriendo hasta alcanzarme.

- Como quieras -dije indiferente pero mientras, me reía interiormente.

Llegamos a la habitación y mientras yo me iba al armario él se tiró de un salto a la cama y se puso boca abajo.

- Cariño -lo escuché decir- estoy cansado ¿me darías un masaje?

- Claro, amor.

Entonces él se quitó la camisa y se tumbó de nuevo boca abajo, yo ya estaba un poco acostumbrada a verle sin camisa, pero aún seguía siendo un poco raro para mi verlo semidesnudo.

- ______ ¿estás ahí? -levantó la cabeza para verme y yo estaba pensando en mis cosas -hey, tierra llamando a ______, ¿estás ahí? -entonces salí de mi trance.

- ¿Qué? Eh si... venga, túmbate.

Draco se tumbó y yo me senté en su espalda con una rodilla a cada lado de su cuerpo sin apoyar todo mi peso en él y le empecé a dar un masaje.

- Joder _____, eres muy buena -me decía él- ¿dónde has aprendido a hacer eso? Sube un poquito... ahí, ahí si... -y suspiraba.

La verdad es que siempre se me había dado bien dar masajes. A veces se los daba a Harry para desestresarlo y en La Madriguera, a Molly y a Arthur, ellos dos al ser mayores tenían muchas preocupaciones y estrés y un buen masaje los relajaba. Los gemelos viven despreocupados pero siempre fingen estar estresados con los exámenes para que les de un masaje también a cada uno.

Creo que estuve más de media hora dándole el masaje a Draco y podría haber estado así toda la noche, la piel de Draco era tan suave, tersa y caliente...

Cuando me quité de encima de Draco pude ver que se había quedado dormido, era tan mono cuando dormía, le acaricié la cara y después me fui al baño a ponerme el pijama, cuando salí y me metí a la cama a dormir, no tardé mucho tiempo en notar los brazos de Draco abrazándome.

- ¿Tú no que estabas durmiendo? -pregunté girándome para poder verle a los ojos que nunca me cansaré de decir que son realmente preciosos.

- Tú los has dicho, estaba -me sonrió.

- Buenas noches -le di un beso corto en los labios y antes de cerrar los ojos Draco habló.

- Eh, no, no, espera, ¿tienes sueño? ¿no quieres hacer otra cosa?

- ¿Como qué?

- Pues como hablar o... brillar -me sonrió divertido mientras me acercaba todavía más a él y trataba de mover su mano más abajo.

- ¡Qué pesado estás con eso! Que hasta que no sea mayor de edad no voy a... brillar.

- Vale, vale, era una broma -empezó a reírse- sigo sin tener sueño, ¿qué quieres hacer mañana?

- Bueno, se supone que nadie que esté en La Madriguera debe saber que estoy aquí ¿no? -él asintió- bueno, Herms está en París y ella sabe lo nuestro, ¿le dejarías pasar unos días aquí y luego nos vamos juntas a La Madriguera? Les diré a los chicos que pasó por la casa de Anastasia para que nos fuéramos las dos juntas.

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