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Percibo el que Georgina está despierta incluso antes de sentirle moverse a mi lado.

Ha pasado las últimas noches en mi cama.

Si bien es cierto que pasa muchas noches en mi apartamento, por lo general lo hace en su propia habitación.

Para muchos el que tenga su propia habitación en un apartamento en el que se supone no vive debe ser extraño, después de todo no es simplemente una habitación de invitados, es su habitación. Decorada a su gusto, con sus cosas, con un guardarropa lleno de sus prendas favoritas.

Por eso puede quedarse aquí por días sin siquiera tener que pensar en regresar a su propio apartamento.

Nos pareció que era una muy buena idea que cada quien tuviese su propio espacio en el apartamento del otro debido a la cantidad de tiempo que pasamos juntos. Era muy inconveniente despertar con el otro y no tener qué ponernos.

Además nos concede el no tener ninguna confusión en cuanto a dónde vamos a dormir, porque se supone que no deberíamos estar compartiendo cama.

Sin embargo, es cierto que violamos ese acuerdo tácito de mantener la distancia con frecuencia.

Aun así el que ella haga esto de meterse a mi cama de manera consecutiva es un claro indicador de que la llamada de su madre no ha pasado sin más.

Tal vez sea más acertado decir que es el hecho de que dejara de llamar tan pronto se enteró de que no conseguiría el dinero que estaba buscando lo que realmente afectó a Georgina.

La confirmación de que la única razón de su madre para mostrar interés en ella luego de tantos años era la ganancia monetaria que podía tener ha debido ser devastadora para Georgie.

Sé que una parte de ella sigue esperando que su madre sea mejor persona de lo que ha demostrado ser hasta el momento.

—Buen día —digo en cuánto la veo abrir los ojos.

Sonríe mientras se estira con gracia enfatizando todas sus curvas.

Lo más sensato sería apartar la mirada para evitar que cierta parte de mi anatomía se despierte aún más, pero ya es muy tarde para eso.

Debo decir que dormir con Georgina es toda una aventura. Tiene un pésimo dormir por lo que de la única forma que puedo conseguir que se quede quieta durante la noche y por lo tanto me permita descansar es abrazándola; entonces tengo que luchar contra la respuesta natural que la cercanía de su cuerpo provoca en el mío, lo que nunca es sencillo, pero se vuelve casi imposible cuando tengo que hacerlo tan seguidamente.

—Buen día —responde—. Aún no estoy lista para salir de la cama. Vamos a acurrucarnos por unos minutos más —dice pegándose más a mí.

Lo que se convierte de inmediato en una pésima idea.

Es imposible que no sepa ya el efecto que está teniendo en mí.

—Creo que lo mejor es que salgamos ya de la cama —digo incorporándome.

—Sí —acepta imitándome—. Parece que ya estamos todos bien despiertos —agrega burlona.

No puedo evitar reír.

—Me alegra que encuentres esto muy divertido, sin embargo no lo es tanto para mí —replico con humor.

Sonríe ampliamente.

—Anda, quita tu tentadora imagen de mi vista, por favor —pido.

Necesito una ducha fría, con urgencia.

—Tentadora ¿eh? —dice levantándose de la cama al tiempo en que la alarma de su móvil empieza a sonar—. Parece que no tenía esos minutos extra —señala—. Tengo que ponerme en marcha.

No tan buenos amigos (Historia de Redomia #2) (Disponible en fisico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora