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Suspiro larga y pesadamente.

Aún estoy algo descolocada por las palabras de Michael.

No debería haber terminado en su cama, pero sabía que no podría dormir de otra forma, necesitaba el consuelo de sus brazos.

Realmente tengo que empezar a pensar más antes de actuar. O quizá pensar menos. Ya no estoy segura.

Después de todo fue el pensar más de la cuenta lo que terminó por ponerme en esta situación con Michael.

Si en lugar de darle tantas vueltas hubiese hablado con él desde un principio las cosas serían diferentes.

«¿Pero serían mejores?», pregunta esa molesta vocecita en mi cabeza.

No puedo negarlo, es una pregunta que me he hecho todo el tiempo.

Sin embargo no es la que peor me hace sentir. Ese lugar se lo lleva el cuestionarme si de haberle dicho el desenlace habría sido diferente...

—¡Barbie, ten cuidado! —escucho cuando ya es muy tarde.

Veo el negro liquido esparcido sobre una pila de documentos.

—Lo siento, lo siento mucho. Voy a imprimirles de nuevo —digo apenada.

—Olvidalo, ya lo hará Mei. ¿Qué rayos te pasa? ¿Has estado ausente toda la mañana?

—Estoy bien —miento.

Sabía que no tenía cabeza para venir a trabajar, pero no tuve opción.

La Sra. Hardy me regañó bastante por haberme ausentado el viernes sin ninguna explicación.

Además faltar nuevamente habría dado a Carolina el mensaje de lo mucho que me afecta. Del poder que aún tiene sobre mí...

—¿Por qué no te vas a almorzar ya? —sugiere Hardy—. Y puedes tomarte tu tiempo para regresar.

—Aceptaré su sugerencia..

Me vendría bien tomar un poco de aire.

Necesito despejar mi cabeza.

El que Rosalie ahora sepa mi secreto añade una capa de preocupación extra a las que ya tenía.

Es claro que Rose quiere que le diga a su hermano, lo que es comprensible. No puedo evitar preguntarme qué tanto resistirá antes de decidirse a decirle ella misma.

Existe la posibilidad de que esté equivocada, de que lo que ella tiene en su cabeza no se acerque en lo absoluto a la realidad. ¿Pero y sí no es así?

Se me forma un nudo en la garganta.

—¿Te vas o no? —pregunta Hardy.

Asiento y abandono la oficina.

Creo que empiezo a envidiar a la Sra. Hardy.

No parece que haya nada más en su vida que el trabajo, y supongo que eso se traduce a una fuente de problemas bastante limitada.

A no ser que no le guste estar así, en cuyo caso esa carencia de otras cosas en su vida puede ser su principal problema.

El pitido del ascensor me recuerda mi encuentro con Carolina y se me ocurre una estúpida idea.

Espero en recepción por lo que parece una eternidad antes de ver aparecer a la persona que quería ver.

Mi mirada se encuentra con la de Carolina.

Ella asiente en mi dirección, con entendimiento, y sé que ambas nos transportamos al mismo momento.

Soy consciente de que mis ojos se mueren por derramar las mismas lágrimas que hace ocho años.

No tan buenos amigos (Historia de Redomia #2) (Disponible en fisico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora