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Luego de cuatro citas empiezo a sospechar que estoy perdiendo mi tiempo con Daniel Baine.

De todos los candidatos en mi lista, Daniel es el que menos inclinación propia hacia el matrimonio tiene. Es su padre quien insiste en que es hora de que siente cabeza y empiece a dar una imagen de mayor estabilidad. Pero este no parece tener ninguna intención de sucumbir ante la presión de su padre.

Estuve tentada a proponer una alianza, entrar en un matrimonio conscientes de que no era algo real, de que ambos podíamos seguir con nuestras vidas sin preocuparnos por lo que hiciera el otro, sin embargo no puedo confiar en él.

No puedo revelar que puedo necesitar de él porque sin lugar a dudas lo utilizará para controlarme.

Daniel Baine me desea. Y la única razón por la que hoy adornamos la portada de sociales con una gran especulación sobre la seriedad de nuestra relación, ya que soy la única mujer con la que ha salido más de dos veces, es porque éste no ha conseguido lo que quiere.

Me ve como un reto y está claramente determinado a acostarse conmigo.

—¿Podías recordarme por qué estoy aquí? —pregunta Michael con cansancio.

—Porque casi no hemos pasado tiempo juntos últimamente —digo tranquilamente.

Entre salir con Daniel, preparar una propuesta para el proyecto Richers y el que Michael también tenga mucho trabajo, pasar tiempo juntos ha sido un tanto difícil.

Lo que no me gusta para nada.

Además, aunque no pretendo decírselo, está aquí como mi chaperón.

Daniel parece cada vez más determinado a llevarme a la cama y sus métodos se han vuelto algo... forzosos. Sigue acorralándome en rincones con la esperanza de que sucumbiré ante él y ya se está volviendo molesto.

Con Michael acá no tendrá más opción que controlarse.

Si bien Michael no es un hombre violento ni dado a la confrontación, todo el mundo lo sabe, no es menos cierto que es un hombre intimidante.

Le observo de reojo.

Con seis pies y casi cuatro pulgadas de altura suele ser la persona más alta en casi todos los lugares en los que se encuentra, y dado que disfruta mucho de los deportes e ir al gimnasio tiene un cuerpo atlético, de hombros anchos, con una musculatura perfectamente marcada que...

—¿Qué estás haciendo, Georgina? —pregunta Mike, haciéndome caer en la cuenta de que estoy apretando su brazo una y otra vez con mi mano. Sintiendo esos perfectos músculos de los que hablaba y el calor que emana de su cuerpo en ella.

—Pensé que necesitabas un masaje —digo, tratando de mantener la compostura mientras aparto mi mano—. Te ves algo tenso.

—¿Por qué será? —dice con sorna—. Mira, tu novio parece haber encontrado el camino de regreso. Lamentablemente.

Hace un gesto hacia Daniel que se encamina en nuestra dirección.

No me sorprendería en lo absoluto que su tardanza se debiera a que encontrara alguna amiguita con la que entretenerse un rato.

El que esté muriendo de ganas de acostarse conmigo no le ha detenido a la hora de conseguir por lo menos un número de teléfono en cada una de nuestras salidas.

En nuestra primera cita pretendió no haberse dado cuenta que una mujer en nuestra mesa contigua no dejaba de tratar de llamar su atención, sin embargo tan pronto me excusé un segundo para ir al cuarto de baño se inclinó hacia ella para pedir su número.

No tan buenos amigos (Historia de Redomia #2) (Disponible en fisico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora