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Levanto la mirada de mi ordenador. He estado trabajando en mi propuesta sin parar.

Michael está sentado tras su escritorio. Unos documentos en sus manos y la mirada clavada en la pantalla del computador.

Estoy acostumbrada a sentarme a observarle trabajar por horas, por lo que el que yo esté aquí en su oficina mientras él está concentrado en su trabajo es algo completamente natural, sin embargo hay algo extraño en el hecho de que yo también esté trabajando en esta ocasión.

La idea de que de una forma u otra le estoy siendo de ayuda, ya que el terminar con bien este proyecto será bueno para su empresa, me hace sentir bien.

Es por eso que voy a dar todo de mí para hacer un excelente trabajo.

Nadie podrá atreverse a señalar a Mike por haberme dado el trabajo.

Mi mirada parece atraer la suya.

Me sonríe.

—¿Quieres que tomemos un descanso? —ofrece.

Le sonrío de vuelta y asiento vehementemente.

—Vamos por algo de comer —dice poniéndose en pie y estirándose.

Le imito y le sigo fuera de la habitación.

—Pareces de muy buen humor a pesar de que estás trabajando —señala.

—Lo estoy —admito—. Me has brindado una gran ayuda al decirme sobre la gala y yo te pagaré haciendo un muy buen trabajo.

—Pensé que me pagarías con un deseo.

—Eso también. Pero ya que de momento no se te ocurre nada, empezaré con esto.

—Gracias, supongo —dice con humor—. Sin embargo mi mejor paga sería que desistieras de arruinar tu vida.

—Michael —advierto—. No voy arruinar mi vida.

No puedo contener un molesto pensamiento.

En cierta forma eso ya está hecho.

*

Levanto la mirada al escuchar la puerta de mi habitación abrirse.

Georgina entra arrastrando los pies y se deja caer sobre mi cama pesadamente.

—Buen día —digo mientras batallo con el nudo de mi corbata frente al espejo—. ¿Qué te sucede?

—¿Cuántos días puede resistir una persona sin dormir? —pregunta con voz quejumbrosa—. Estuve trabajando toda la noche.

—Georgina, me alegra saber que te estás tomando tu trabajo muy en serio, pero espero que recuerdes que debes descansar.

—Lo haré en cuanto haya terminado. Tengo que demostrarles a todos que sé lo que hago, aunque no sea del todo cierto. Necesito dejar establecido que no te equivocaste al darme el trabajo. No me gusta que pongan en tela de juicio tu criterio.

—Gracias por cuidar de mi reputación —digo burlón—. Pero en serio, no te sobre-exijas. Además todavía no pierdo la esperanza de tener una excusa para despedirte.

Ella se levanta de la cama como un resorte y viene hasta mí.

—Por cierto, ahora que mencionas mi plan —dice haciéndose cargo de arreglar mi corbata.

—Yo no mencioné tu plan —digo aunque sé que mi insinuación fue clara.

—¿Por qué otra razón querrías despedirme? —señala—. En fin. Necesitaré que me des más información sobre esa gala a la que asistiremos y sobre la madre de Jeremy.

No tan buenos amigos (Historia de Redomia #2) (Disponible en fisico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora