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Observo a Michael en silencio, mi llanto parece haberse quedado suspendido en el tiempo mientras proceso sus palabras.

—¿De qué estás hablando? —pregunto.

—Matthew es el heredero de tu padre. Y según la información que acabo de recibir, ese niño, Matthew Main, está bajo la custodia de tu madre.

Sacudo la cabeza con vehemencia.

—Eso no es posible. Mi padre ni siquiera sabía de Matthew para empezar. Y lo tienes ahí, el acta de defunción. Yo lancé sus cenizas al mar, Michael. Mi hijo murió.

—Sé lo que tengo aquí, pero no comprendo. Hay un niño al que se supone pertenece el acta de nacimiento que me fue entregada que está con Elora en este momento.

Me pongo en pie. Incapaz de seguir sentada un segundo más.

—No, debe haber alguna otra explicación.

Me llevo una mano al pecho, siento que empieza a faltarme el aire.

La voz de mi madre empieza a llegar hasta mí desde todas direcciones.

"Si tan solo hubieses escuchado a tu madre desde un inicio."

"No debías tenerlo de todas maneras."

"Esto es lo mejor que pudo haberte pasado."

"Estarás agradecida luego."

Una fuerte opresión en el pecho amenaza con quebrarme y un grito se forma en mi garganta que me cuesta un gran esfuerzo contener.

No entiendo nada.

Empieza a preocuparme este molesto dolor de espalda. Lo cierto es que hubiese esperado que desapareciera tras estar casi todo un día en cama, pero parece haber llegado para quedarse.

¿Debería ir a que me vea un doctor? Sé que los dolores de espalda son algo normal en el embarazo pero la intensidad de este empieza a ser intolerable.

No creo que pierda nada por ir, después de todo, aun cuando sea algo sin importancia, en el hospital podrían recomendarme algo para hacerlo más llevadero.

Además, si pretendo regresar esta semana lo ideal sería que adelante mi cita prenatal y me asegure de que estoy en condiciones para viajar.

Me levanto de la cama e inmediatamente me arrepiento.

Un dolor acuciante me envuelve y la evidente humedad entre mis piernas hace que no me quede duda alguna de lo que está sucediendo.

Y más que el dolor, de pronto todo lo que puedo sentir es el pánico apoderándose de mí.

Recuerdo claramente aquel día como si hubiese sido ayer.

El día en que finalmente conociera a Matthew.

Y recuerdo incluso más claramente el día en que tuve que aceptar que no volvería a verlo.

Me siento un poco más esperanzada esta mañana mientras me encamino a ver a mi bebé por segunda vez.

Admito que siento algo de envidia cuando veo a otras madres que se van a casa con sus pequeños o que los tienen con ellas en sus habitaciones.

Yo podré ir a casa pronto pero mi bebé tendrá que quedarse aquí por quien sabe cuanto tiempo más.

Sin embargo sé que es la única forma de mantenerlo con vida y eso es todo lo que importa.

Ayer estaba segura de que no iba a lograrlo, pero hoy empiezo a creer en milagros, por lo que llamaré a Michael dentro de un rato y le pediré que venga. Ha de estar preocupado tras mi llamada.

No tan buenos amigos (Historia de Redomia #2) (Disponible en fisico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora