Respiro hondo y una vez más no hago nada.
Me quedo exactamente donde estoy sin moverme ni un ápice.
Ya debería rendirme a la idea de que sin importar cuantas toneladas de aire inhale no voy a sentirme más lista para hacer esto.
Será mejor que lo enfrente sin darle muchas vueltas. Después de todo no tengo opción.
Debemos regresar a la normalidad. Y nuestra normalidad se traduce a que pasemos casi todo nuestro tiempo libre juntos mientras ignoramos que nos deseamos.
Coloco el código de acceso y me encamino hacia el interior del apartamento.
Me detengo en seco al instante.
Michael se encuentra frente a mí con los brazos cruzados sobre el pecho.
¿Soy yo o se ve incluso más sexy el día de hoy?
¿Cómo se supone que recupere el sentido si no puedo dejar de notar todas las formas en que me atrae este hombre?
—Me preguntaba cuánto más ibas a tardar.
—¿Cómo...?
—Estuviste parada frente a mi puerta tanto tiempo que mi alarma me notificó de actividad extraña en la entrada.
Siento el rubor cubrir mis mejillas.
—Bien, hagamos esto de una vez —digo con una seguridad que no siento realmente.
—Adelante.
—Antes que nada quiero que sepas que no me arrepiento de haberme acostado contigo otra vez.
Enarca una ceja.
—Es bueno saberlo —dice.
—Pero no podemos volver a hacerlo.
Guarda silencio.
—Sé que la forma en que respondo a ti puede estar mandando las señales equivocadas...
Se mantiene completamente impasible.
—Tú has sido claro con respecto a tus sentimientos y que sigamos haciendo cosas como esa solo contribuirán a confundir las cosas...
Sigue sin decir palabra.
—Somos amigos... No podemos ser más... Lo que sucedió anoche... y la noche anterior a esa... Y esta mañana... Lo que quiero decir es que esas fueron excepciones a la regla, algo que no puede volver a pasar. Sin importar que tan maravilloso se haya sentido.
Recuerdo sus manos acariciando mi piel y mi corazón se acelera más de lo que ya estaba como consecuencia de los nervios.
—Quiero que las cosas sean como siempre y sé que podemos hacerlo. Después de todo no es como que fuera la primera vez que nos acostamos.
No puedo leer en su mirada lo que está pensando.
—Siempre y cuando ambos entendamos como son las cosas no hay razón para que lo sucedido afecte nuestra convivencia.
Silencio.
Me muerdo el labio con nerviosismo y veo como sus ojos siguen el movimiento. Percibo que se oscurece su mirada y un cosquilleo familiar me recorre.
—¿Estamos de acuerdo? —pregunto tratando de ignorar aquella dulce y a la vez tortuosa sensación.
—Estamos de acuerdo —habla por fin—. Lo sucedido no tiene por qué afectar nuestra convivencia.
—Exacto.
—Todo está bien, podemos lidiar con ello. Como te dije, no haremos nada que tú no quieras.
ESTÁS LEYENDO
No tan buenos amigos (Historia de Redomia #2) (Disponible en fisico)
RomanceSi estás acostumbrada a vivir entre los mejores lujos, segura de poder tener todo lo que el dinero pudiera comprar, y de pronto te dijeran que te has quedado sin nada ¿qué harías? ¿Y si se te ocurriera una loca idea a la que tu mejor amigo te respon...