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Este sin duda no será el mejor día de mi semana.

La señora Hardy, quién de pronto parece haber aceptado por fin que soy su asistente y no iré a ningún lado, decidió que justo este día era el indicado para llevarme consigo de una reunión a otra.

Apenas pude pegar un ojo en toda la noche.

Como siempre tengo la cabeza hecha un lío.

¿Hago mal?

¿Hago bien?

No logro decidirme.

Conseguí no acostarme con Michael.

La interrupción de Joanne fue justo lo que estaba necesitando para recuperar el sentido.

Michael es mi mejor amigo. Y es todo lo que puede ser.

Seguir con Jeremy es lo mejor que puedo hacer.

Sin embargo de pronto una parte de mí quiere insistir en que estoy haciendo una estupidez.

Michael estuvo algo distante toda la mañana y no sé si se debe a que entiende que el que finalmente haya logrado no sucumbir ante mi deseo por él significa que no logrará salirse con la suya o a otra cosa.

Posiblemente al hecho de que tendré una cita con Jeremy.

—La cita con el doctor... —escucho decir a Mei y levanto la mirada.

—Cambiala para otro día —replica Blanca rápidamente.

—Señora Hardy ya la ha re-programado tres veces.

—Y lo haremos otra vez. Hoy no tengo tiempo para ese charlatán. Tengo mucho trabajo.

—Señora Hardy no debería tomarse su salud tan a la ligera —intervengo.

—Estoy perfectamente bien, Barbie. Ocupate de lo tuyo —dice—. Ponla para la semana que viene, Mei.

Sacudo la cabeza con desaprobación pero no digo nada más.

Para esta mujer realmente el trabajo está por sobre cualquier otra cosa.

—¿Acaso no vas tarde para una reunión, Barbie? —pregunta la Sra. Hardy.

Veo la hora en mi reloj y me levanto como un resorte.

Una parte de mí creyó que mi envolvimiento con el Proyecto Richers había terminado con mi participación en la propuesta, pero me alegró saber que esperan siga siendo parte del equipo hasta que el trabajo esté concluido.

—Sí, tengo que irme —digo—. ¿No viene?

—¿Se te olvida que tengo mi propio trabajo?

—¿Significa que ya no espera diversión a costa de mis fracasos?

—No has fracasado hasta ahora, Barbie —dice y no puedo evitar sonreír—. Por cierto, tenemos que empezar a hacer los arreglos para que tengas tu propia oficina.

—¿Mi propia oficina? —pregunto sorprendida.

—Sí. Estoy cansada de tener que pasarme el día viéndote. Y esto de ser testigo de tus crisis existenciales se está volviendo agotador.

—Va a extrañarme cuando no me tenga aquí.

—Lo dudo.

Abandono la oficina sonriente.

¿Mi propia oficina?

¿Realmente me está tomando en serio la Sra. Hardy?

Llamo al ascensor mientras pienso en lo increíble que resulta que una cosa como esa me produzca alegría.

No tan buenos amigos (Historia de Redomia #2) (Disponible en fisico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora