Una hora más tarde me asomé con cautela al balcón. El chico sin camisa estaba recostado en una silla. Parecía muerto, pero sostenía una botella de vidrio en su mano izquierda. A la distancia que me encontraba de él no podía ver como se llamaba la bebida, pero viendo su color imaginaba que era fuerte y evidentemente cara. Escuché a alguien llorar dentro de la casa y entré a la habitación. Pude escuchar a mi madre a través de la puerta llorar con dolor. Era tan feliz, que le había pasado, tenía Sebas razón?. Fui a su habitación pero él no se encontraba. Bajé al estacionamiento y su motora tampoco se encontraba. Entré de nuevo y vi a mi madre sirviéndose una copa de un vino caro en la cocina. Su cabello estaba alborotado, su rímel chorreado por debajo de sus ojos y se notaba algo borracha.
—Mamá —llamé. Ella me miró de reojo y caminó a paso lento hasta su habitación. Estaba destruida. Y una vez entró siguió llorando. Intenté abrir la puerta pero le había puesto seguro. Comenzó mi dolor y Sebas no estaba.
Amanecí con los rayos del sol dándome en la cara. Se sentía tan bien pero mi corazón estaba triste. Tenía un nudo en el estómago que me hacía querer vomitar.
—Hora de ir al colegio —escuché a Sebas detrás de la puerta. Corrí y abrí. Ya estaba de espaldas.
—Hey, dónde estabas anoche? — pregunté. Era nuestro primer día en esta ciudad que no conocíamos, donde podría haber estado?.
—Por ahí —encogió los hombros. —Alístate, te llevaré a tu primer día de clases —dijo sonriendo. Normalmente era una persona positiva y pasiva. Estaba tranquila y emocionada de empezar en un nuevo colegio. Pero si nuestra nueva vida tenía razones alternas a las que yo creía no sabía cómo sentirme.
El colegio era enorme y los pasillos tenían un eco que te atormentaba si no había bullicio. Las mesas del comedor estaban impecables y los casilleros eran un sueño.
—Y ella es Ela, la nueva alumna del colegio, tratadla con respeto por favor — dijo el profesor del salón. Caminé hasta una de las mesillas vacías y me senté. No podía concentrarme pensando en mi padre de viaje y mi madre llorando. Chicos en las mesas de atrás murmuraban algunas cosas, más no les preste mucha atención. Sonó la campana y antes de esperar a que pasaran a buscarme fui a mi casillero para dejar unos cuantos libros. Cuando abrí el casillero, de inmediato una tinta negra cayó en mi cara. Frente a los casilleros se encontraban una de las tantas escaleras que llevaban al segundo nivel. Escaleras llenas de chicos que te hacían enloquecer de vergüenza. Apuestos y autoritarios. Parecían de más edad de lo que se veían los que rondaban los pasillos. Estos comenzaron a reír al igual que todos los estudiantes que estaban en los casilleros. Quité la tinta de mis ojos y me quedé helada. Un mal sabor quedó en mi boca. Cerré el casillero despacio y el chico del casillero de al lado me estaba mirando. Tenía pequeños rastros de tinta negra en la cara y en el hombro izquierdo que le habían salpicado cuando abrí el casillero.
—Tranquila es la bienvenida que le dan a los nuevos. Esas bromas casi siempre pertenecen a los chicos del equipo de pelota —el chico señaló las escaleras. Me giré, eche un vistazo y algunos de ellos levantaron sus manos saludando. Entre ellos se encontraba el chico que había visto en el balcón de al lado. Parecía vago con aspecto marihuano. Le pondría al menos unos veintitantos años. Giré rápidamente mi cabeza y tragué saliva y tinta negra. Corrí hasta el baño y cerré la puerta con seguro.
—No, no. No me puede estar pasando a mí —hablaba en voz alta mientras abría el grifo del lavabo. El primer día me había caído como balde de agua fría. Cosas que no pasaban en mi antiguo colegio.
—Primer día en el colegio? —escuché preguntar. Miré por el espejo y una chica de cabello rizado salía de uno de los baño.
—Es obvio? —pregunté con ganas de llorar. Mi corazón estaba abarrotado de muchos sentimientos. La chica suavizó su mirada sintiendo empatía por mi.
—El negro te queda bien —sonrió. Pero yo no sabía ni cómo empezar a quitarme toda la tinta. —Venga te ayudo —dijo ella con calma y con paciencia como si leyera mis pensamientos.
—Ela —dije suave mientras ella limpiaba mi cara.
—Lluvia —mencionó ella en tono calmado.
—Lluvia? —pregunté. Ella rió.
—Así me llamo —contestó. Su delicada mano sostenía mi cara mientras limpiaba el lado izquierdo de esta.
—El equipo de pelota? —pregunté sintiendo mi estómago rugir de vergüenza.
—No estoy segura, pero todo lo que pasa en este colegio es culpa de ellos —Lluvia puso los ojos en blanco y carraspeó. — Son el equipo de la universidad que le pertenece al colegio. Queda enfrente. No es ilegal juntar adultos con adolescentes?. Que culpa tenemos de que el parque de pelota esté en nuestro colegio y encima entran a planificar sus jugadas en uno de los salones del segundo piso. Culpo al entrenador —.
—El chico de la raya en la ceja —empecé.
—Archie?. Típico chico cliché. Buen cuerpo, idiota desde nacimiento. Las chicas mueren por el, empezando por Gadea. Que aunque ella sabe que no se debe a ella anda como perra faldera —explicó. —Zorra —terminó por decir.
—Vaya —fue lo único que escapó de mis labios en ese momento.
—No me digas que te gustó Archie?. Mala idea, apuesto que fue el quien tuvo la idea de hacerte esto —mencionó Lluvia.
Quedé en silencio ordenando mis pensamientos. Lluvia también ordenaba los suyos para continuar.
—No te podrás resistir, ninguna de las chicas puede —dijo terminando de limpiar mi cabello.
—Resistir? —pregunté.
—Te gusta leer libros? —preguntó ella.
—Si —contesté.
—Pues, que no entendiste de cliché? —ella rió —Ninguna a resistido —.
—Ni tú ? —pregunté. Una carcajada carraspeó su garganta.
—Que bueno que soy su hermana, además no me gustan los chicos blancos, los morenos se me hacen muy de todo —. Reí . —Me gusta Evan, está en el equipo de pelota con Archie. Moreno alto, eso sí me gusta. Pero ni me pela —dijo desasiéndose del papel lleno de tinta. Su mirada se perdió por un momento. Lluvia contemplaba en su mente ocasiones pasadas.
—Vaya, pero has de tener muchos pretendientes y amigas. Digo si tu hermano es el líder de todas las estupideces que pasan aquí —Lluvia río.
—No creas, no son muchos los que saben que somos hermanos. En el colegio anterior tuve malas experiencias por eso. No tanto personal si no estudiantil. Así que decidimos mantenerlo en secreto. Así que como puedes ver soy un cero a la izquierda y es genial —dijo volviendo a reír. Su gentileza me hacía sentir calidez.
Salimos del baño. Esta vez con mi uniforme manchado y mojado. Vi al conserje trapeando la tinta negra del suelo y mire a las escaleras. Archie me estaba mirando.
—Hey chica nueva —gritó el chico de los casilleros. Los chicos de las escaleras comenzaron a hacer bullicio cuando lo vieron bajar las escaleras hacia mi. —Maxton —dijo extendiéndome su mano. Pude ver a Lluvia en los casilleros mirando a Evan, pero él ni por un segundo le devolvió la mirada.
—Ela —dije extendiendo mi mano. Él la tomó y la besó. Un cosquilleo recorrió mis brazos.
—Te acompaño a la salida —dijo señalando hacia afuera. Asentí nerviosa, miré hacia atrás y vi a Archie riendo mientras agitaba la cabeza. Sebas estaba sentado en su motora y en las manos traía una rosa.
Envuelto en lo que al parecer sería una discusión telefónica.—Ya llegaron por mi —dije haciendo que la mirada de Maxton se dirigiera a Sebas.
—Adiós chica nueva —dijo Maxton. —Nos veremos mañana —. Su sonrisa dulce me cautivó y me sentí tonta.
—Adios —me limité a decir.
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Del odio al amor hay un balcón o un violín?
Teen FictionEla y su familia se mudan a una nueva ciudad. Casa nueva, colegio nuevo, vida nueva y muchos problemas. Descubre que su vecino forma parte del equipo de pelota de su nuevo colegio. Su padre ambicioso quiere casarla para hacer negocios. Pero podrá El...