Parte 27 ( No podria ser mamá )

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En segundos Ana me dijo donde era la oficina de Archie. Así que caminé aterrada por los pasillos llenos de empleados en trajes y vestidos. Todos de colores opacos y oscuros. Y por ahí caminaba yo llamando la atención de todos con un overol rojo. Asentí varias veces en forma de amabilidad y llegué frente a su oficina. Respiré profundo y toqué. Algunos empleados me miraban de forma extraña. De verdad entrabas a la oficina de Archie y no salías vivo?. Estuve esperando un poco pero nadie contestó. Aún así se escuchó la risa de una mujer adentro y mis venas comenzaron a moverse como serpientes. Puse la mano en la manilla y la gire. Cuando la puerta se abrió vi que las manos de Brenda estaban en su corbata y sus rostros estaban muy cerca.

—La niña —dijo Brenda disgustada.

—Deberías tocar la próxima vez —dijo Archie serio. Me puse nerviosa y me congelé. El ladeó su cabeza y sonrió coqueto.

—A su prometida le encantaría ver esta escena —dije haciendo que Archie soltara una risita nerviosa.

—Gadea no tiene nada que hacer aquí —comentó Brenda. Mi mirada paró en ella. Reí.

—Solo vine a reportar que ya llegué a mi puesto. Pensé que al ser mi primer día de trabajo alguien podría al menos orientarme. Veo que el señor está ocupado —dije tranquila.

—No seas insolente, respete al señor Bennet —dijo Brenda. Archie me estaba castigando. El quería que nuestro compromiso se hiciera público, pero no me sentía cómoda con que fuese así con todo lo que estaba pasando. Él haría que yo me sintiera incómoda y celosa tanto como para vociferar que yo era su esposa. Pero no le daría la razón. Sería mi rival, estábamos en competencia.

—Déjala, aún no conoce las reglas. Prepara todo lo que está en la lista que te di. Me caso en dos días y quiero que todo sea perfecto —dijo Archie señalando el papel en las manos de Brenda.

—Que afortunada la señorita Gadea —dijo Brenda con hastío. Estaba claro que le gusta el jefe. Que lo provocaba y se le insinuaba. Reí en voz alta.

—Algún problema señorita Romiu? —Archie me miró. Era un overol muy llamativo.

—No, que afortunada la señorita Gadea —repetí lo mismo que Brenda. Archie imponente se puso de pie. Caminó hasta mí y cerró la puerta a mis espaldas dejándome atrapada.

—Señor Bennet —mencionó Brenda. Archie levantó la mano para que Brenda no se acercara. Sonreí victoriosa. Quería besarlo y abofetearlo.

—Conoces a Gadea?. Y si te digo que me casaré con alguien más? —preguntó. Brenda llevó sus manos a su boca en asombro. Pensó "Casarse con alguien más?".

—No es asunto mío, puede casarse con quien desee —Archie sonrió y de verdad quería besarlo. —Yo también me casaré pronto —mencioné.

—Empresario? —preguntó curioso. En la parte de atrás Brenda quería comerse las uñas. Su sangre hervía de celos. No era Gadea yo era una simple empleada nueva. A los ojos de ella era solo una niña.

—Es muy conocido señor Bennet, tal vez si le digo el nombre lo pueda reconocer —contesté serena. Una de sus cejas se levantó. Despegó su cuerpo del mío y sacudió la chaqueta de su traje.

—Adelante —ordenó.

—Archivaldo —mencioné. Frunció el entrecejo y su mandíbula se tenso. Estaba furioso.

—Fuera —dijo sin despegar su mirada de la mía. Brenda comenzó a reír con burla. —Dije que fuera —gritó girándose hacia Brenda. Esta de inmediato se asustó y salió de prisa de la oficina. Sonreí. Archie no parecía feliz y a paso lento se acercó nuevamente a mí.

—Señor Bennet se encuentra bien? —pregunté coqueta.

—Quien? —preguntó entre dientes.

—No sé a qué se refiere —contesté. La realidad es que sí sabía. Quería que le diera el nombre de la persona, él quería que yo dijera Lluvia. Su mano izquierda se posó en mi espalda baja y su mano derecha agarró mi coleta y halo fuerte hacia atrás.

—Me vuelves loco, porque intentas provocarme? —preguntó con falta de expresión. No resistí y lo bese. Sus manos apretaron mi cuerpo y me levanto para que mis piernas abrazaran su cintura. Me recostó del escritorio y me besó con pasión. Una de sus manos bajó hasta mi muslo y rápidamente se alejó de mi. —Lo siento, no fue mi intención. Prometí no tocarte —dijo aturdido. Se acercó de nuevo y plantó un dulce beso en mi boca.

—Ana me espera —dije rápidamente. Tal vez había pensado que no había salido viva de la oficina.

—Como escuchaste señora Bennet, nos casamos en dos días —mencionó. Me puse nerviosa, pronto sería la señora Bennet. Quería ese título, antes lo dudé pero ahora me gustaba demasiado.

—La amas? —pregunté. Archie arregló su traje y me ayudó a bajar del escritorio.

—A quien? —preguntó imperturbable.

—Gadea —dije sin pensarlo.

—Lo podemos hablar en la noche? —preguntó. Asentí y salí de la oficina. Segundos luego de que saliera me llegó un mensaje al teléfono. Un número que nunca había visto.

Número desconocido: "Por cierto bonito Overol".

Yo: "Como tienes mi número?".

Número desconocido: "Yo sé todo de ti"

Sonreí pero no le contesté. Llegue al aula llena de gritos y llantos. Los niños que lloraban escurrían mocos por la nariz y sus gritos me taladraban los oídos. El salón era bonito pero la escena no. Indiscutiblemente Ana no podía con los quince niños. Tal vez por su edad o por alguna otra razón.

—Wao, no encontraste la oficina o realmente saliste viva —comentó Ana intentando limpiarle la cara a un niño de al menos tres años.

—Fue algo incómodo. Creo que estaba coqueteando con su secretaria —mencioné. Mi mente voló hasta hacía unos minutos donde los besos de Archie me elevaban en lo alto. Ana me miró confundida.

—Brenda?—pregunto. Tal vez alguna vez ella también los había visto tan cercanos.

—Si, ella —respondí. Ana negó con la cabeza mientras reía.

—Ya quisiera ella que el jefe le prestara atención a alguno de sus coqueteos —aclaró. —Solo a habido una mujer a la que el jefe le a seguido su coqueteo. Al parecer se enamoró perdidamente de ella —terminó diciendo.

—Gadea?— pregunté curiosa.

—Estás muy bien informada —dijo sorprendida. Sonreí.

—Esto es ser madre?—pregunte.

—No—contestó. —Esto es ser maestra —soltó una risita. Una niña de cabello hermoso se acercó y abrazó mi pierna. Miré hacia abajo, era lo más cercano que había estado de un niño pequeño.

—Mami —dijo la niña comenzando a llorar suave. Miré a Ana que luchaba por bajar de la mesa a uno de los niños. Ana me miró y sonrió.

—Te pareces a su mamá —comentó. Bajé de cuclillas y abracé a la niña. Acaricie su cabello largo y ella me miró. Su pequeña manita acarició mi cara y me dieron muchas ganas de llorar. Jamás podría vivir esto. No de la manera que quería. Nunca vería una prueba de embarazo positiva, ni sentiría náuseas matutinas. Una pequeña sonrisita no me estaría esperando en la mañana para jugar. Unas manitas no acunarian mi rostro reflejando en mí el amor de ser mi hija.

"No podría ser mamá"

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora