Capítulo 44 ( Te escucho )

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Sebastián se quedó un rato en el estudio junto a Archie. Parecía que habían creado una linda amistad. Confiaban el uno del otro. Sus risas se escuchaban hasta la sala de estar. El timbre volvió a sonar a eso de las seis de la tarde. Jovian por cuarta vez en el día fue hasta la puerta para recibir a quien tocaba.

—Señorita Lluvia qué alegría verla por aquí. Hacía mucho tiempo no pasaba a visitar a su hermano, adelante —dijo Jovian con entusiasmo.

—Ela —gritó rápidamente cuando me vio. Parecía feliz. Ya se había resuelto el malentendido con Zev. Laura pudo haber perdido su trabajo por intentar seducir a Zev. Luego de que Lluvia los viera, él tomó represalias. Lluvia no quería ni verlo, a él le dolió tanto e hizo lo imposible por hacer la vida de Laura miserable. Luego de hablar con Lluvia, ella le pidió que por favor se olvidara de esa mujer e incluso su venganza.

—Amiga —dije devolviéndole el abrazo. Sus encantadores rizos se movían suave. Ni siquiera se parecía a Archie.

—Que haces aquí, volviste con mi hermano? —preguntó emocionada. Negué con la cabeza y vi su gran decepción.

—No, en realidad estoy aquí porque mi padre quiso desayunar con nosotros. No me quedo de otra, pero tranquila le daré la oportunidad de hablar. Escucharé lo que tiene que decirme —dije calmada. Estaba dispuesta a empezar de nuevo, empezar de verdad. Quería que él fuera el amor de mi vida.

—Por favor vuelve con el. No a sido fácil para él este mes. Incluso llora a su bebé en las noches —dijo Lluvia triste. Sentí una punzada en mi corazón. Yo también lloraba al bebé que nunca fue. Tal vez muchos pensaran que al estar apenas de pocas semanas duele menos. Pero se equivocan.

—Estaremos bien. Pero si lo perdono quiero hacer las cosas bien. Quiero que nos enamoremos de verdad —mencioné. Ella sonrió pero su semblante cambió de repente.

—Zev —mencionó.

—Hablaré con él mañana —dije interrumpiéndola. Al paso de una hora habían despojado la casa. Se escuchaba un silencio profundo. Jovian se acercó a mí con un vaso de leche tibia y me guiñó un ojo.

—Gracias Jovian, eres muy amable —dije haciendo sonreír al mayordomo.

—Todo por verla feliz señora Bennet —dijo contento. Me había tomado cariño y yo a él.

—Podemos hablar? —preguntó Archie acercándose. Asentí con la cabeza y lleve el vaso de leche a mis labios. Con un movimiento de mano Archie le pidió a Jovian que se retirara.

—Te escucho —dije seria.

—Lluvia y yo solo somos hermanos por parte de mi padre — comenzó diciendo y me sorprendió. — Cuando tenía seis años aprendí a tocar el violín porque a mí madre le encantaba. Ella amaba las dulces melodías del violín, así que convencí a mi padre para tomar clases. Eso la hacía sentir viva aunque estaba en la horrible etapa terminal del Cáncer —se me estrujó el corazón.

— Archie — dije suave. Él levantó la mano para que hiciera silencio y poder continuar.

— Cuando mi madre murió dejé de tocar el violín. Me causaba mucho dolor ver el instrumento pero deshacerme de él era deshacerme de los recuerdos de mi madre sonriendo. Cuando fui adolescente intenté tocarlo de nuevo pero no pude. Cuando me hice adulto y me mudé solo, me llevé el instrumento conmigo. Quería que esos recuerdos de mi madre estuvieran presentes todo el tiempo. Aún así lo guardé en mi armario. No pensé que pudiera volver a tocarlo hasta que te conocí — prosiguió. — En un viaje de negocios conocí a Gadea. Me parecía una chica agradable y comencé a salir con ella. Me enamoró con el tiempo y pensé que podría casarme con ella. Pero me equivoqué, ella me rechazó. Realmente no estaba enamorada de mí si no de mi hermano —.

— Hermano? — pregunté. Él asintió.

— Tengo un hermano por parte de mi madre. Cuando se hizo adolescente se escapó de la casa — comentó.

— Ya veo — dije comprendiéndolo. El frunció los labios y suspiró.

— Estaba dispuesto a casarme con Gadea porque ya no me importaba el amor. No me hacía falta, no era necesario en mi vida. Tengo una empresa, una casa enorme, autos y dinero,  lo tengo todo. Pero mis padres me querían ver casado, así que acepté pero no sabía que era con Gadea en ese entonces. La idea no me agradaba pero con tal de no ver triste a mi madre no me negué. Cuando te vi en el balcón por primera vez me cautivaste —dijo haciéndome sonrojar.

—Ese día me pusiste muy nerviosa —sonreí tímida.

—Me daba rabia verte con Maxton. Luego surgió la cena y fue perfecto. El viaje de negocios eran asuntos legales. Ya Gadea no puede meterse con nosotros ni nuestras empresas. Estuve en juicios y extensas reuniones con su padre. Ella se casara con mi hermano. Esa semana lo alejamos de él foco televisivo así que estuvo en casa. Por eso no te permití quedarte aquí. No dejaría a mi esposa en casa sola con el irresponsable de mi hermano —explicó. Me apené demasiado. Todo este tiempo estuve pensado que había sido el.

—Gadea también estuvo en nuestra casa. Los escuché tener sexo en las noches. Pensé que eras tú y no lo soporté. Por eso te pedí el divorcio —confesé. Archie atónito y muy sorprendido frunció el entrecejo. Quería matarlo, en estos momentos quería matar a su hermano.

—Me encargaré de que se arrepienta de haberte echo sentir menos. Insegura, triste y sola. Perdóname debí haberte contado pero era mejor así. Entre menos personas, menos escándalos —

—Y en la villa?. Te escuché decirle a alguien que te estabas enamorando —dije inquieta. Él comenzó a reír.

—Veo que puedo confiar en mi hermana —rió de nuevo. —Hablaba con Lluvia, preguntó que sentía por ti y le dije que me estaba enamorando. Pensé que correría a contártelo —confesó.

—Ahora entiendo, discúlpame no me queda nada más que decir. Debí confiar en ti —dije acongojada.

—Yo siento cosas bonitas por ti. Déjame demostrártelo —dijo tomándome de las manos. Me levantó del mini sofá, me tomó en sus brazos y caminó las escaleras conmigo hasta llegar a la habitación matrimonial. Me colocó delicadamente encima de las suaves sábanas blancas. —Déjame amarte esta noche —susurró en mi oído.

Y así pasó la noche. Amándome con pasión y delicadeza. Susurrando cosas bonitas de mi. Entrando y saliendo de mi con locura. Nuestros cuerpos fueron uno, nuestra mente fue una y nuestro corazón uno solo. Nuestras respiraciones se mezclaban y los gemidos resonaban en la enorme habitación. Quería que me amara todos los días de mi vida y yo quería amarlo por lo que me restaba a mí de vida. Había sido extraño en la manera en que todo había comenzado a caminar pero sabía que si esto era auténtico correríamos sin cansarnos.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora