Parte 32 ( Quedate )

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Todos comenzaron a silbar y aplaudir. La conmoción y la emoción se hicieron evidentes entre los ocultos de la verdad.

—Te saliste con la tuya —escuché a Zev decirle a Archie. Su semblante parecía oscurecerse con sus palabras.

—Cuida lo que dices y cuida también a mi hermana —dijo Archie estrechando su mano. Mi madre se acercó y me abrazó fuerte.

—Serás muy feliz —susurró a mi oído. Sus ojos estaban color carmesí de tanto llorar. Había retado el rumbo de mi vida. Había cambiado mi destino.

—Quien lo diría chica que reparte el agua —dijo Neit acercándose para felicitarme. Reí. —Felicidades, te has casado con un viejo amargado —comentó haciéndome reír más fuerte.

—Ela —mencionó el entrenador a su lado. —Muchas felicidades en esta nueva etapa. Siendo tan joven no deberías haber aceptado —mi corazón se estrujó. —Pero si se aman y él te va a cuidar porque no?. Disfruta de todo lo que él te ofrezca. A nosotros los hombres nos gusta la compañía. Solemos ser muy tontos y pagarles con regalos, así que no te sientas mal y acepta todo lo que Archie te dé. El tiene más de lo que piensas —termino de decir . Sus palabras quedaron en mi mente e incluso Neit se quedó inmóvil.

—No le prestes atención. Si yo hubiera estado en tu lugar también me hubiera casado joven —dijo Neit riendo cuando el entrenador se alejó. Rey que se encontraba también allí asintió con la cabeza mientras levantaba una copa y la bebía. A unas cuantas mesas se encontraba Evan sentado sumido en sus pensamientos mientras miraba a lo lejos a Lluvia riendo por algo que Zev le había dicho. Estaba segura de que los celos lo carcomían. Y que ahora se arrepentía de no haberse acercado a Lluvia mucho antes. Su miedo a la edad y a su hermano lo habían detenido muchas veces. Nunca lo intentó y ahora era tarde. Ahora era Lluvia quien no lo miraba.

—Me concede esta pieza?—escuché su voz ronca preguntar a mis espaldas. Me giré y lo vi mirándome como si quisiera cazarme.

—Claro señor Bennet—contesté. El río coqueto y tomó mi mano.

—Señora Bennet no me tientes aquí. Estás provocándome —dijo con voz gruesa. Su voz erizo mi piel.

—Vas a castigarme?—pregunté coqueta. Su cuerpo ya pegado al mío se tensó. Un escalofrío recorrió su ser y con fuerza apretó mi cintura.

—No, yo prometo cuidarte. No te tocaré —dijo haciéndome sentir tonta. Buscaría en otra lo que yo no le daría.

—Te doy permiso—insistí. Él mordió su labio y tragó saliva haciendo que su manzana de Adán se moviera. —Quiero ser tuya en todos los sentidos —confesé sintiendo mi cuerpo temblar.

—Segura?—pregunto mirándome a los ojos. Sus ojos azules ya me estaban comiendo el alma. Sus ojos ya me habían echo el amor. —Yo quiero cuidarte —dijo suave mientras nos movíamos lento por la pista.

—Lluvia una vez me dijo que no tenía  que superar esto a la ligera. Ella piensa que la persona correcta hará magia y curará mis heridas sin necesidad de tocarme. El día que alguien me toque y no me haga sentir miedo ahí lo habré superado. Y tus besos y tus manos no me hacen sentir miedo —. Archie sonrió y tocó mis labios con los suyos en un ligero beso.

—En ese caso tendremos una luna en realidad de miel—dijo haciendo que me detuviera abruptamente.

—Que?—pregunte.

—Nos vamos por una semana a un lugar lejos de aquí, solos tu y yo—dijo sonriendo. Ahí todos mis sentidos se agudizaron y me dio terror. —Tranquila amor, no haré nada que tú no quieras. Solo pensé en que si tu padre viaja, realmente estemos en una luna de miel. Yo prometí cuidarte y respetarte —dijo tomando mi barbilla entre sus dedos para que lo mirara. —Hey, no te tocaré si tú no quieres. Puedo quedarme en otra villa y nos juntamos a desayunar, almorzar, cenar y pasear. Te devolveré a la villa temprano y nos volveremos a ver al día siguiente —terminó seguro. Le creía. Me sentí tan segura que lo abracé fuerte. El sonrió y me estrechó en sus brazos besando mi coronilla. Los invitados comenzaron a aplaudir al vernos al medio de la pista abrazándonos como si estuviéramos enamorados. Sentí vergüenza y me alejé un poco de él.

—Venga, se acabó el baile. Tiremos el ramo —dijo Lluvia llevándome arrastras.

—Ve, toma ese ramo —dijo Zev coqueto. Archie lo fulminó con la mirada. Sonreí porque era indudable que a Zev le encantaba Lluvia. Ella era maravillosa, era cuerda y hablaba con propiedad. Era inteligente y cariñosa. Hábil para las empresas y la comunicación. Era perfecta para el. Las pocas chicas que allí habían contando con las chicas de la familia de Archie se juntaron en el centro detrás de mí.

—Una, dos y tres —grité mientras lanzaba el ramo hacia atrás. Eufóricas levantaron las manos pero solo una de ellas se quedó con el. Con lágrimas en sus ojos mi madre me miró y miró a Marcos. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro y comenzó a aplaudir haciendo que todos lo siguieran. Archie encontró mis ojos y asintió. Teníamos que divorciar a mi madre lo más pronto posible.

Tomamos, brindamos, bailamos y compartimos. Al final de la noche entre risas y abrazos lo entendí. Era un día especial, era mi día especial. Dos horas después estaba sentada en un avión privado junto a mi ahora esposo. Recordar el último viaje que hice hizo arder en mí una terrible sensación. Miré mi mano derecha y miré la mano de Archie. Lo pensé mucho pero al final la tomé. Archie sorprendido me miró.

—Tienes miedo?—pregunto. Sonreí y él entendió. Tomó mi cabeza y la recostó de su brazo ya que no llegaba al hombro. —Todo estará bien —. Me quedé dormida durante el viaje y me levanté un poco antes de llegar para ir al baño. Entré al baño y vi mis mejillas rosas. Ya era tarde en la noche y sería ahora que le pediría valientemente a Archie que se quedara conmigo la noche. Lave mi boca y mi cara. Tomé papel y la seque. Me vi al espejo por última vez. Estaba nerviosa pero no había vuelta atrás. Bajamos del avión y nos subimos a una limusina. Cuando llegamos a la villa me sorprendí. Era hermosa por fuera. Tenía palmas y arbustos decorados por luces y grama bien recortada. La limusina quedó frente a la villa esperando que Archie me instalara para irse.

—Archie —tome su mano derecha. —Quédate conmigo, quédate esta noche —. Su corazón comenzó a latir muy fuerte y su respiración se estaba entrecortando. Sonrió suave y besó mi mano.

—Me quedaré —hizo un ademán con su mano y la limusina se alejó. Tomó las maletas y entramos. La villa era enorme y elegante. Subimos a la habitación principal y esta tenía un camino de rosas color rojo hasta llegar a la cama. Encima de la cama habían dos o tres cajas de regalos y por doquier habían ramos de rosas. Mire de inmediato a Archie que sonreía satisfecho.

—Que es esto?—dije sorprendida. No había bastado la noche anterior en nuestra habitación matrimonial y ahora esto era aún más hermoso.

—Lo hicieron para ti —sonrió. Ya había previsto que en realidad no dormiría aquí, si no en otra villa. Pero las cosas cambiaron y ahora era más perfecto. Archie dejó las maletas fuera de la habitación y me tomó en sus brazos. Comencé a reír nerviosa mientras él me llevaba en sus brazos hacia la cama. Pude ver que en una de las esquinas de la habitación había un violín. Señale el violín.

—Y eso?—pregunte. El sonrió y se encogió de hombros.

—Por si lo necesitas —mencionó.

—Ah —solté. Sus ojos azules y penetrantes me invitaban a acariciar su rostro. Levanté mi mano derecha y acaricié su mejilla. El besó mi mano y no me resistí. Junté mis labios con los de él y él me tomó por la nuca.

—Déjame amarte esta noche —dijo con voz ronca.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora