Parte 7 ( Te gusto )

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Sebas paso por mí al colegio. Esta vez mi uniforme estaba intacto. No estaba mojado ni manchado. Pero en mis manos estaba el reporte de la enfermería.

—Hey chiquita que pasó, estás bien?—preguntó mi hermano con indudable preocupación.

—Estoy bien, solo no sé lo digas a mamá. Ya tiene suficiente, no quiero preocuparla más —. Sebas apretó su mandíbula. El tampoco la quería preocupar. El ambiente se había vuelto tenso. Me subí a la motora y llegamos al hogar. Una hora después Zev estaba tocando el timbre junto a Laura.

—Zev amigo, qué bueno que vienes. Ela está muy ansiosa —dijo Sebastián

—Porque no vino a recibirme ella?, quiero que ella abra la puerta—refunfuñó Zev.

—No seas caprichoso y entra —se limitó a decir Sebas sabiendo que quería decir mucho más. Pude verlos acercarse al comedor. El, excepcionalmente guapo con aires de masculinidad fuerte. Laura con su esbelta figura lucía un vestido color rojo a juego con su caro lápiz labial. Era rubia y hermosa. Muchas mujeres la envidiarían por dos cosas. Era bella y su acentuada cintura era para morirse. Y estaba al lado de uno de los hombres más adinerados y codiciados.

—Hola buenas tardes, que gusto poder conocerte. Zev siempre habla de ti —comentó Laura abrazándome con delicadeza como si fuese a romperme. Zev a su lado se sentía orgulloso de su comentario.

—Es un exagerado —mencioné. Ella sonrió débil evidentemente incómoda. Zev me abrazó igual que anteriormente Laura. Tan sutil y cálido como si no quisiera hacerme daño. Al cabo de minutos ya estábamos cenando en el gran salón. Hablábamos de todo un poco empezando por cómo comenzó la relación de Zev y Laura. Era indiscutible el barrunto de que Zev no quería formar una familia. Que aunque la presentaba como su novia el tal vez no la tomaba tan enserio.

—Y que me cuentas de ti Ela, tienes novio?, en la adolescencia es fácil tener a alguien—dijo Laura. El semblante de Sebastián cambió por completo y Zev quedó perplejo.

—Antes de tener a alguien creo que Sebastián y yo tendríamos que inquirir información. Ya sabes —dijo Zev inexpresivo y cortante. El ambiente se había vuelto pesado y las conversaciones giraban en torno a mi. Note que a Laura le incomodó y de cierta manera también me incomodó a mí. Entendía a Zev, para él era como una niña pequeña. La misma niña pequeña que acogió en medio del torrencial de lluvia una tarde. Tenía hambre y él me alimento, tenía frío y él me abrigo. Luego de eso no hacía nada más que no fuese hacerme sentir bien. Más luego de haberme salvado su vida giró entorno a protegerme. Y a donde iba, su auto estaba ahí. Todo había cambiado cuando se fue a unos viajes de negocio.

—Creo que eres muy importante para Zev. No había visto a nadie que fuera lo sumamente importante o especial para él como para percibir que amara a esa persona. Nunca sonríe pero estando aquí es lo único que hace —comentó Laura. Zev se rio coqueto y Laura lo miró.

—Lo es —se limitó a decir.

—Tu ocupas un espacio en su corazón más grande que el mío —dije riendo. Zev carraspeó.

—No lo creo. Tú pareces ser su felicidad, en cambio yo solo recibo regalos caros —. Laura perdió aparentemente la compostura. Vendiéndose como otra tonta pidiendo amor y fallando.

—Basta —gritó Zev dando un puñetazo en la mesa del comedor.

—Zev —dijo Sebastián. Zev para echarle leña al fuego sopló varios comentarios innecesarios. Como si quisiera que Laura se enojara y él pudiera dejarla con alguna razón válida.

—Te gusto —dijo señalándome con el tenedor. —Porque lo niegas? —bromeó descaradamente. Mi cuerpo se tensó.

—Eso no es gracioso. Porque lo mencionas de nuevo?—pregunte.

—Suficiente —dijo Laura colocando la servilleta en la mesa y poniéndose en pie. Zev rió coqueto nuevamente.

—No Laura, por favor es solo que —comencé.

—Ela no —dijo Zev. Sebastián parecía no querer participar de nada de esta absurda pelea.

—Fui abusada —solté sintiendo como lo que había comido daba vueltas en mi estómago para subir.

—Ela —dijo Sebas suave. Sentí querer llorar pero tragué saliva y respiré.

—No lo vale —mencionó Zev.

—Salí con un chico hace un poco más de un año. Apenas cumpliendo los dieciséis. Era dueño de empresas multimillonarias. Mi padre me lo presentó quería negocios con el y de inmediato me enamoré. Lo acompañé con consentimiento de mi padre a un viaje de negocios. No sabía nada de empresas pero mi compañía parecía encantarle. Era una fiesta de celebración . Celebraban los crecimientos de los empresarios. Fiesta a la que también asistió Zev. Era un día especial pues Philiph sería reconocido allí. Me sentía un poco mal, parecía que me enfermaría pero Philiph estaba muy ocupado. Zev iba de camino a la fiesta así que amablemente pasó por una farmacia —.

—Ela para ya —dijo Zev.

— Philiph me acompañó a la habitación. Tenía fiebre y en mi debilidad me amarró a la cama —. Mis ojos comenzaron a cristalizarse. —Pedí que por favor no lo hiciera y en ese momento tocaron la puerta. Pensé que todo iba a acabar allí pero él abrió la puerta y entraron tres hombres. Con una tijera cortaron mi vestido. Llorando pidiendo clemencia, los chicos me golpearon. Mi cuerpo estaba expuesto, no solo habían desnudado mi cuerpo si no también mi alma. Rápidamente me llene de sangre. Lo único que pensaba era en cómo Zev me iba a encontrar si nunca le había dicho mi número de habitación. Uno a uno abusó de mí. Me rompieron seis costillas. Me partieron la nariz. Mis partes íntimas me dolían pero la puerta nuevamente se abrió. Zev me encontró. Cuando me vio su furia se hizo evidente y peleó con los cuatro hombres. Eran cuatro contra uno y aún así Zev luchó por mi. Los chicos huyeron y Zev cortó rápido las sogas que me ataban y me acuno en sus brazos —comencé a sollozar dejando la sala comedor llena de gemidos de dolor. La mirada de Zev se oscureció mientras miraba su plato.  —El me salvó la vida, le debo todo a él. Antes y después del suceso pero yo te libero Zev —lo miré. —Yo te libero de esa carga tan pesada—grité con dolor.

De pronto al comedor llegaron las dulces melodías del piano. Mi cuerpo dolía y una vez más vi mi cuerpo bañado en sangre. Los chicos huyeron, los encontraron pero al poco tiempo los liberaron. Zev no tenía el poder que tenía ahora como para hacer algo más. Y mi padre lleno de culpa no hizo mucho. Mi boca tenía el mal sabor a sangre. Y me ardía todo mi ser. Sollozando en el comedor como una niña pequeña no fui capaz de moverme. Zev se levantó, me tomó en brazos y me llevó al gran salón de estar. Me acomodo en el sofá y pronto quedé dormida mientras Sebastián tocaba el piano para mi. Zev besó mi coronilla y tomando con fuerza la mano de Laura se la llevó arrastras.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora