Parte 8 (Embarazo)

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Desperté y estaba en mi cama. Zev estaba acostado a mi lado. Estaba durmiendo y respiraba suave. Los rasgos de su hermoso rostro se iluminaban bajo la luz de la luna. Era reconfortante tenerlo a mi lado en estos momentos. Era fuerza y tranquilidad. Zev se giró hacia mí y abrió lento sus ojos.

—Hola —dijo acariciando mi rostro. —Como te sientes? —preguntó con calma.

—Y Laura? —pregunté. Estaba dispuesta a hablar con ella. Arreglar las cosas. Tal vez nos había malinterpretado. Aunque Zev en ocasiones era coqueto y aveces descarado él solo bromeaba. Siempre lo había echo, era costumbre y aunque en ese momento estuvo demás tal vez hubiese entendido. Zev se mantuvo en silencio por un rato. Inexpresivo bostezo.

—Pregunté que cómo te sientes —mencionó con atisbo de preocupación.

—Estoy bien, gracias por estar aquí —contesté y él sonrió. —Puedo hablar con Laura? —pregunté. Zev se sentó derecho en la cama. Aun vestía de traje a pesar de que su chaqueta reposaba en mi armario. Zev negó con la cabeza.

—La envié de regreso a su ciudad —explicó sereno. Quedé atónita. De regreso a su ciudad?. Me senté de inmediato. El no se movió.

—Porque? —pregunté.

—Ella no es para mí —dijo tranquilo.

—Eso no te afecta? —pregunté. Si de verdad la quería, le afectaría. A Zev siempre le habían gustado mucho las chicas sumisas. Mujeres que quisieran tomar el control eran poca cosa para el. Y él era experto coqueteando con todas. Pero la perfecta haría que él renunciara a su procacidad.

—Para nada —dijo negando. —Puedo fumar? —preguntó. Estaba ansioso. Señale el balcón y Zev besó mi coronilla. Se puso de pie y caminó hasta llegar al balcón. Metió su mano en el bolsillo y sacó una cajetilla de cigarrillos. Sacó uno y lo encendió. Dio dos o tres caladas al cigarrillo y me señaló. —Ven —. Me levanté de la cama y caminé hasta el. Con el cigarrillo entre los dedos de su mano izquierda me estrechó con el brazo derecho.

Justo en ese momento salió Archie. Quedó mirándome por un rato. Saco un cigarrillo y también comenzó a fumar.

—Ya debo irme. Tengo un poco de trabajo, por favor no dejes de contestar mis mensajes —dijo Zev besando mi frente. Entro a la habitación y tomo su chaqueta del armario. Entré para verlo por un instante.

—Así vestido pareces inteligente —reí.

—A alguien le gustará mi inteligencia y no mi dinero? —preguntó. Pensé en Lluvia y reí.

—Creo que sí —. Zev sonrió coqueto y se fue. Escuché su auto encenderse y se perdió por los arbustos de la salida. Miré hacia mi gavetero y mi corazón se comprimió. Me acerqué y abrí la primera gaveta. Tomé la gorra de Archie y salí al balcón.

—No sabía que tenías novio —comentó Archie inexpresivo cuando me vio salir.

—No lo tengo, solo estoy contemplando darle una oportunidad a Maxton —mencioné.

—No deberías confiar en él—dijo dándole una profunda calada a su cigarrillo. Archie exhaló anillos de humo y miró mi mano.

—Esto es tuyo —dije calmada. El comenzó a reír coqueto. Exudaba masculinidad, fuerza y poder.

—Puedes quedártela —dijo con desdén nuevamente inexpresivo.

—No es correcto —solté pensando en Maxton. Me había tratado con respeto el poco tiempo que llevaba aquí. Era dulce y atento conmigo. Se preocupaba por mí y parecía ir enserio. Aún tenía miedo de estar en una relación y de enamorarme. Todo lo tomé con sumo recelo aunque él no se lo merecía.

—Porque, porque estás con Maxton? —preguntó terminando de fumar. Se giró hacia mí y su espalda descansó en el respaldo de la silla en su balcón.

—Lluvia me comentó que eres bueno en investigación —cité. Pero titubee.

—Creo que para esta conversación necesito otro cigarrillo —rió suave. Mi corazón dio un vuelco. Su voz ronca me quitaba el aire. Era muy atractivo. Y me arrepentí.

—Lo lamento, olvídalo —. Archie sacó otro cigarrillo y lo colocó en sus labios.

—No quieres que te ayude? —preguntó. Si quería que me ayudara. Yo necesitaba saber si mi papá estaba engañando a mi madre. Más no creía apropiada la ayuda de Archie. No después de nuestras tontas peleas.

—No fue apropiado pedirte ayuda, lo lamento. Mañana llevaré tu gorra al colegio. Te la entregaré personalmente —dije para entrar.

—Tírala a la basura. No la quiero —dijo cortante. Me di la vuelta para entrar y escuché su voz ronca. —Si necesitas ayuda búscame, pero quiero algo a cambio —. No le preste atención y volví a la habitación.

Al paso de un mes no sabíamos nada de mi padre. No había llamado ni había escrito. Mi madre trabajaba arduamente junto a Zev para hacer crecer su nueva empresa en esta ciudad. Wendy había quedado a cargo de la antigua empresa y mi madre viajaría tres veces al mes para ver cómo iba la comercialización de productos. Analizar y estudiar al nuevo público objetivo y organizar ideas de próximos productos. No tenía tiempo para siquiera respirar por lo que tampoco tenía tiempo de llorar. Las cosas parecían estar bien pero llegué a casa y vi en la cocina una copa de vino caro y al lado una botella. Mi cabeza empezó a doler como si mi presión arterial estuviese subiendo.

—Mamá —llame. El eco de mi voz arropó la cocina.

—Aquí —gritó ella. La escuché vomitar y corrí hasta el baño. Estaba arrodillada frente al inodoro y las venas de su frente se brotaban cada vez que venía una arcada.

—Mamá qué pasó, donde está Sebas ?—pregunte. Mi madre abrazaba el inodoro como si la vida se le estuviese a punto de ir.

—Lo dejé en la empresa con Zev. Volví a casa porque me sentí mal —contestó. Solté mi mochila y los libros que traía. Tomé su cabello y froté su espalda. Miré la tapa del tanque de porcelana. —No le digas nada a tu hermano por favor—. Tragué saliva y mi corazón se aceleró. Había una prueba de embarazo positiva. Mi madre era joven y hermosa. Gozaba de buena salud y tenía buena figura. Pero mi corazón no pudo evitar sentir pena por ella. Si mi padre la estaba engañando, con este embarazo que podría salir bien?. El bebé ni siquiera crecería con un padre presente.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora