Parte 17 ( La cena )

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—Hasta que al fin bajas —comentó Zev. Miré a Archie vestido de un traje de tres piezas y su chaqueta reposaba en el espaldar de su silla. Su mirada se encontró con la mía y trago saliva. Tomo el vaso de agua en sus manos y bebió. Rápidamente miré a Lluvia que se encontraba sentada en la mesa frente a Archie.

—Disculpen la demora. Pueden continuar —dije haciendo que Lluvia sonriera. No había querido bajar, me sentía muy nerviosa. Demás estaba decir que pensaba que la cena sería un desastre.

—Toma asiento querida —señaló mi madre la silla junto a Lluvia. Caminé suave resonando los tacones en el gran comedor y me senté.

—Señor Bennet ella es mi hija Ela —me presentó mi padre.

—Es un placer señorita Ela —dijo Archie sonriendo. Me puse nerviosa y solo asentí. Era la primera vez que escuchaba su apellido. Y él estaba allí sentado en el comedor de mi casa. Tan atractivo que se me caía la baba.

—No seas grosera, saluda bien —regañó mi padre. El quería impresionar a Archie. Lo que mi padre no sabía era que ya incluso lo había abofeteado.

—No se preocupe señor Romiu, al parecer su hija es tímida, no la presione —comentó serio.

—Un gusto señor Bennet —dije suave. Mi padre sonrió y miró a Archie.

—Sebastián me comentó que tiene una empresa prestigiosa —dijo mi padre haciendo que Archie carraspeara.

—Me gustan los negocios —contestó. —Estoy involucrado desde temprana edad. Considero que se me da bien —dijo con una pequeña sonrisa.

—Me es de bien saber que es soltero o me equivoco? —preguntó mi padre. El rostro sonriente de Archie se volvió serio e inexpresivo.

—Es de su bien saber —se limitó a decir el.

—A pensado en el matrimonio?—preguntó mi padre descaradamente. —Un joven, exitoso y de bien lucir debería tener una esposa—terminó por decir. Archie sonrió y se acomodó.

— Me está sugiriendo que me case con su hija?—preguntó con una sonrisa pícara. Mi padre sonrió. Mis piernas comenzaron a temblar y mi corazón se aceleró.

—Padre —solté. Archie se rió coqueto.

—La verdad no planteo casarme. Estoy bien en mi relación actual con mi trabajo. Un caballero empresario debe dedicar su tiempo al trabajo y las mujeres toman más que tiempo —comentó Archie. La boca se me secó. Los ojos de Lluvia se abrieron como faroles y Zev comenzó a reír.

—Yo podría casarme con su hija señor Romiu —confesó Zev evidenciando mi incomodidad. Archie apretó los puños. Mi estado emocional actual estaba deteriorado por culpa de mi padre. No bastándole el abuso que tuvieron conmigo pretendía seguir buscando negocios y contratos utilizándome. Sebastián notando que Zev lo comentaba para que la incomodidad y el descaro de mi padre se vieran tumultuosos comenzó a reír en voz alta. Pero mi corazón se agitó. Él estaba dispuesto a entregarme a un hombre que ni siquiera conocía con tal de que su empresa creciera. En esta ocasión mi cuerpo no sintió dolor pero mi mente vagaba por un laberinto de emociones. Pronto me quedaría sin aire. El semblante de Sebastián se transformó al verme. La mandíbula de Archie se tensó.

—Cenemos por favor —dijo mi madre nerviosa.

—Señorita Romiu, estaría dispuesta usted a casarse conmigo?—preguntó Archie con seriedad. Mi corazón se quería escapar de mi pecho. Todos estaban locos. Mis ojos se encontraron con los ojos azules de él. Su rostro serio e inexpresivo daba miedo. La mirada desvergonzada de mi padre me rompía el corazón.

— Señor Bennet, yo podría casarme con usted —Lluvia hizo una pausa. —Eso sí Ela no quisiera —continuó haciéndome casi reír. Los ojos de Archie se dirigieron a su hermana. El río coqueto. La cara de mi padre se ensombreció. Cómo podía una extraña sabotear sus planes?.

—Bueno, es usted una señorita muy hermosa. Se nota en sus ojos que es ambiciosa e inteligente. Contésteme una cosa , sabe usted cocinar?—preguntó Archie serio. Las criadas llegaron con la comida y sirvieron todo con profesionalismo y amor. Lluvia me miró. Casi se me escapó una carcajada. Lluvia era como una princesa, no creo que hubiera echo su cama ni una sola vez en su vida.

—Señor Bennet eso es importante para usted?. Si mi amiga no supiera cocinar, no tendría usted un chef en su casa?— pregunté. Una de las criadas se acercó a él y le sirvió su comida.

—Gracias —se dirigió a la criada e ipso facto me miró. —No es de gran importancia. Siempre hay un chef en la casa. Más para mí sería un deleite que mi mujer —señaló a Lluvia. — En este caso mi esposa, tomara de su valioso tiempo para de vez en cuando hacerme algo especial —. Tragué saliva. Era muy bueno fingiendo. Había estudiado muchas cosas pero actuación, estaba en la lista?.

—Puedo aprender rápido —dijo Lluvia. A lo lejos vi cómo los ojos de Zev brillaban al escuchar a Lluvia y sonreí para mis adentros. Mi padre de inmediato carraspeó.

— Señorita —la miró mi padre esperando que ella mencionara su apellido.

—Galadan. Lluvia Galadan —dijo ella.

—Señorita Galadan. Sería usted una maravillosa esposa para mi hijo Sebastián o para mi hijo postizo Zev —.

—Que sea para el hijo postizo —dijo Zev riendo coqueto. La mano de Lluvia que en ese momento estaba entrelazada con la mía comenzó a temblar. Estaba nerviosa. Zev un chico alto y parecido estaba dispuesto a casarse con ella?.

—Bien podría ser mi esposa también —dijo Archie retórico. Lluvia quería arrancarle los ojos. —No planteo casarme, el matrimonio no es lo mío. No es para mí. Pero mi padre está planteando la idea e incluso ya tiene candidata. Será mi destino tarde o temprano —concluyó. Sería eso verdad o estaba actuando?. De inmediato la mano de Lluvia dejó de temblar. Archie decía la verdad. Su padre ya tenía una candidata para que se casara con el.

—Se enfría. Cenemos en paz —dije soltando la mano de Lluvia para comer. Todo estaba delicioso pero cada bocado se quedaba en mi garganta y pecho. El nudo de mi estómago no dejaba que la comida bajara. Todo había sido tan incómodo. Todos comieron en paz pero mi ser sabía que mi padre no desistiría de sus planes. Y también sabía que quería sacar a Lluvia de la casa por el cabello.

—Señor Romiu —mencionó Archie al terminar su último bocado. Sereno se limpió los labios con una servilleta. Mi padre lo miró inmediatamente. —Le propongo algo —. A mi padre le brillaron los ojos.

— Que me propone señor Bennet ?—pregunto el.

—Tengo un evento de golf en estos días. Cerraré un negocio muy importante ahí. Tal vez si me permite llevar a su hija, con su hermoso rostro atraiga a otros clientes. Si eso pasa la llevaré a una cita y entonces puede que haga negocios con usted—terminó por decir. Mi corazón rasgaba mi adentro para salir. Pero era descarado y cínico. Sentía que algo me aplastaba y mi esternón estaba apunto de romperse afectando todas mis costillas. Más cínico era mi padre que sonreía de felicidad. La cara de Sebastián y Zev se desfiguró. Nuevamente le daría su hija a un hombre por el bien de su negocio?.

—Me temo que no podrá ser —confesó Sebastián.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora