—Lo hablaremos luego, me tengo que ir —lo escuché decir mientras colgaba la llamada. —Y ese? —preguntó Sebas señalando a mis espaldas. Me giré y vi a Maxton entrar al colegio.
— Eso es para mí? —pregunté. Sebas sonrió y me hizo entrega de la rosa. Los estudiantes nos miraban de seguro creyendo la tonta idea de un romántico amor clandestino entre nosotros.
—Soy muy romántico —mencionó el. Me hizo reír y antes de subirme a su motora preguntó. —Que le pasó a tu uniforme? —. Me quedé en silencio mientras mi mirada se dirigía a mi manchada y mojada camisa.
—Bienvenida a los nuevos. Fue muy vergonzoso —dije sintiendo mi estómago calentarse.
—Quieres que haga algo? —preguntó. Era conocido en nuestra antigua ciudad por ser un poco problemático. En ocasiones había llegado a casa con golpes en su cara e incluso con su nariz sangrado.
Las peleas, eso era lo de él.
—No es necesario —conteste inmediatamente y el solo tomó tiempo para asentir. En el trayecto a casa mientras me abrazaba al cuerpo de mi hermano sentí paz. Pero en mi corazón se alojó un calentón que abrió un hueco al instante.
—Princesa —gritó mi padre en la entrada de la casa. Las manos de Sebas temblaban de ira y una vez me bajé de su motora, aceleró y se perdió.
—Papá —dije en voz baja. Mi padre sabía que algo pasaba pues hoy no estaba eufórica por recibirlo. Su corazón latió duro y continuó. —Volví de viaje no estás contenta?. Me quedaré por un tiempo —terminó por decir.
Creándole esperanzas a mi madre ella trató de ocultar lo mal que la estaba pasando pero debajo de sus ojos se encontraba la crucial verdad de que no dormía bien. Su esbelta figura lucía más rígida. Abracé a mi padre intentando calmar mi confusión y deseos de preguntar.
—Tu hermano está bien, le pasó algo? —preguntó como si realmente le importara. Sabía en el fondo que nos amaba, éramos sus hijos. Pero aún amaba a mi mamá?. Como lo enfrentaría?.
—El está bien, solo tiene prisa. El trabajo ya sabes —dije esquivando cualquier pensamiento alterno. Su piel estaba fría y en lo profundo de mi alma yo sabía que su corazón también.
— Ok, no hay problema. Cuando regrese tendré una conversación con él —mencionó y me asusté. —Quiero que entienda que aunque no siempre estoy aquí los amo y cuando me necesiten estaré para ustedes —dijo haciéndome entender que pronto se iría para no volver. —Sube y prepárate, hoy cenaremos juntos —dijo haciéndome creer que nada había cambiado. Aún así obedecí y me di una ducha. Salí al balcón secando mi cabello. Respiré profundo y me dio una sensación de problemas. Miré al balcón de al lado, una planta reposaba en el barandal. Una silla acomodada y nada más.
— Imbecil —dije en voz alta pensando en Archie planificando todo sobre la tinta en el colegio. Se oscureció pronto y vi llegar la motora de Sebas. Su mente estaba acongojada y reparaba sus sentimientos para no cometer una locura. Sebas miró al balcón aún con su casco puesto y percibió mi angustia. Su cabeza se ladeó como la de un cachorro, quitó su casco suave y bajó de la motora. Bajé las escaleras con calma mientras sacudía un poco mi vestido. Respiré profundo y llegué a la mesa. Antes de sentarme los brazos de Sebastián me acurrucaron. Sentí que me estaba protegiendo y no dudaba un segundo en que él haría lo que fuera porque mi corazón no se rompiera.
— Saluda a tu padre —dijo mi madre mirando la espalda de Sebas. Un resoplido salió de sus labios.
—Tranquilo —dije en voz baja. La tensión en su cuerpo se esfumó y se giró con una sonrisa.
—Hola —dijo indiferente.
—Como va el trabajo?—pregunto mi padre. Caprichoso al fin quería que su hijo mayor luciera lo mejor de él. La inteligencia y la autoridad. Mi hermano era capaz de ser empresario, abogado y científico sin tener que estudiar. Le sobraba el conocimiento, pero de un tiempo hasta el presente le placía más lo que los bares le podían ofrecer que la satisfacción de una mañana en la oficina.
—Bien—dijo cortante. Comenzamos a cenar mientras el ambiente cargaba mucho pesar.
—Sebastián , le decía a tu hermana que aunque no esté todo el tiempo aquí en la casa pueden contar conmigo —hizo silencio por unos segundos. —Los amo —. Sebas apretó los puños y su mirada se oscureció. Por un momento su ceño se frunció.
Golpearía a mi padre?.
Coloqué sutilmente mi mano sobre la de él para sosegar su ira. La mirada de Sebastián encontró la mía y sonrió acunando mi mano.
— Gracias —contestó seco. Limpió su boca con la servilleta y se levantó de la mesa. —Me despido, mañana tengo mucho trabajo—. Mi padre sonrió y señaló las escaleras. La mirada triste de mi madre era evidente. Cuánto sabía de lo que estaba haciendo mi padre?.
Al cabo de un tiempo mi madre se sentó en una mesa de trabajos para una videoconferencia. Pase cerca y escuche su voz. Me entristeció. Estaba en videoconferencia con su mano derecha. El me salvó de la muerte pero anteriormente me había salvado la vida. Y como era eso?. El me acogió en momentos de duelo, él adormeció la soledad que en mi se aposentó. Alivió la amargura de tristeza. Y en ese entonces se convirtió en mi mano derecha también. Al ser maduro e inteligente mi madre compartió su vida empresarial con el. Y llegó el momento de ser fuerte cuando la muerte me buscó. Y abrazándome fuerte casi me deja ir, la muerte era inminente causando mucho dolor pero él me rescató. Curó mis heridas y se convirtió en mi héroe. Solo veintidós años y ya tenía el banco suplicando y gritando que no tenía más espacio para otro billete. Reconocido como uno de los mejores empresarios más jóvenes en el país. Hacía un año había viajado por negocios y creció tanto que solo viajaba. No perdimos comunicación pero me alejé para extraer su carga. Esa que alojó cuando me conoció. Y aunque él me llamaba hasta el cansancio yo no contestaba.
—Ela — ipso facto mencionó cuando me vio pasar. Mi corazón se rompió, como podía hacerle esto a mi mejor amigo?. Al que me salvó. Miré al monitor. Mi mano se agitó en un saludo y él sonrió. —Pronto volveré a verte, no te me escaparás esta vez. Llevaré a Laura para que la conozcas —terminó por decir. Guapo, inteligente y adinerado. Las mujeres le llovían a donde quiera que iba. Y aunque era algo coqueto y descarado su corazón pertenecía hacía un año a Laura.
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Del odio al amor hay un balcón o un violín?
Teen FictionEla y su familia se mudan a una nueva ciudad. Casa nueva, colegio nuevo, vida nueva y muchos problemas. Descubre que su vecino forma parte del equipo de pelota de su nuevo colegio. Su padre ambicioso quiere casarla para hacer negocios. Pero podrá El...