—Archie —mencioné. Me encantaba su mirada. Ese mar azul en sus ojos me hacían estremecer. Como si mi vida dependiera de él.
—Ela —dijo suave.
—Le dije a mi padre que ya me había casado. No supe qué decir —miré al suelo nerviosa. —Dije que mi esposo estaba resolviendo asuntos en su empresa, así que nuestra luna de miel sería en una semana —fruncí los labios. Archie se cruzó de brazos y sonrió.
—Eso se escucha bien —dijo coqueto mientras me sentía mas nerviosa. —Sabes que nos casamos dentro de dos días verdad?—pregunto.
—Escuché cuando se lo comentaste a Brenda. Por cierto sus manos en tu corbata, de novela —solté. De su boca se escapó una risita.
—Celosa?—pregunto. Su ceja elevada me hacían las manos temblar.
—Porque debería? —pregunté seca.
—La señora Bennet debería celarme cuando una mujer se acerca —dijo tranquilo.
—No —expresé.
—Bien, tú te lo buscaste —dijo entrando a su habitación.
—Archie —grité. Pero él no respondió y tampoco volvió a salir. Le escribí un mensaje y no me contesto. No insistiría ni lo molestaría con cosas triviales.
Al día siguiente asistí al trabajo y los niños no pusieron resistencia para quedarse con nosotras en el aula. Luego de estirar el cuerpo creamos marionetas de papel. Ana estaba sorprendida de el cambio de los niños en tan solo un día. Pero una hora más tarde de haber llegado, Archie me despachó del trabajo por medio de Brenda. No lo había visto y tampoco habíamos hablado. Parecía estar molesto e incómodo conmigo. Gabriel estaba esperándome en la entrada de la empresa. Brenda no aguantó soltar una carcajada de burla y me sentí avergonzada. Cabizbaja entré a la limusina y me encontré con mi madre y Lluvia. Me sorprendí cuando Lluvia grito "Sorpresa".
—Que es esto?—pregunté atónita.
—Iremos a comprar el vestido de novia, no crees que es genial?—contestó Lluvia. Por un momento dudé en casarme, pero con mi padre y Philiph merodeando necesitaba casarme ya.
—Archie nos contactó y pidió que te acompañáramos a comprar tu vestido. Lo demás no debería preocuparte, el ya se encargó de todo —dijo mi madre.
—No era solo filmar unos papeles? —pregunté. Yo no quería algo complicado, no quería vestirme de blanco ni hacer una ceremonia grande. Yo quería guardar todo eso para cuando me casara por amor. Quería compartir eso especial con el amor de mi vida. El hombre que me amara para siempre. No quería repetir esa ocasión porque ya no sería igual.
—No pareces contenta—Lluvia me miró confundida. Mi madre notó mi expresión y tomó mis manos.
—Todo estará bien —dijo segura. Llegamos a una tienda de novia y los nervios me carcomían por dentro. Sentía la piel chinita. Esta experiencia debería vivirse de otra manera. Estuvimos muchas horas buscando el vestido de novia ideal. Todos estaban hermosos pero solo podría llevarme uno. Después de medirme varios al fin me decidí por uno.
—Archie me encargó llevarte a un lugar en donde pudieras relajarte, así que pensé en muchas cosas —comenzó a decir Lluvia. —La lista es un poco larga. Te harán un masaje solo en hombros y espalda, puedes estar tranquila, escogimos a una mujer. Uñas manos y pies. Lavado de cabeza y cambio de imagen —continuó.
—Que?—pregunte. Lluvia estaba feliz, ella parecía la novia.
—Te pintarán el cabello, serás otra —comentó. Mi alma vibró. Tendría que cambiar todo lo que era solo para filmar unos papeles?. Esto era una locura.
—Nada de esto es necesario —mencioné. Lluvia miró a mi madre y esta le devolvió la mirada.
—Para Archivaldo si —dijo algo triste. —Puede parecer un poco rudo e imponente pero es un pollito con hambre y frío. Una vez soñó con este momento —confesó. Asumí que ese momento había sido cuando amaba a Gadea. Cumplí con toda la lista de Lluvia. Y terminamos en un restaurante.
—Mesa para ocho —dijo mi madre sonriendo.
—Para que necesitamos una mesa tan grande?—pregunte ingenua.
—Cariño, mañana es tu boda. Hoy tendremos una cena especial —contestó.
—Si sabes que no es una boda real verdad?—. Mi madre miró a Lluvia. Ninguna de las dos parecía contenta con mi comentario. Ignoraron lo dicho anteriormente y se acercaron a una mesa. Unos minutos después llegó Zev. Los ojos de Lluvia brillaban, él se acercó y dio un beso suave en sus labios.
—Como te sientes ?—preguntó Zev serio.
—Estoy bien —contesté. Luego de que Zev llegó, vi entrar a Sebas de la mano de una chica que no conocía. Era de cabello corto y esbelta figura.
—Familia, Leila, Leila, familia —se limitó a decir. Lo miré insociable. Se había callado un secreto. Nosotros no teníamos secretos. No le di importancia pero el ambiente se volvía cargado. Mientras en la mesa del restaurante hablaban de negocios mi mente tenía la carita de aquella niña en el aula. Tan dulce e inocente necesitaba ser protegida.
—Marcos —gritó mi madre mientras agitaba su mano. Su blanca sonrisa iluminó mi alma y de pronto sentí miedo de que mi padre se enterara. Terminaríamos siendo presas del pánico. Aún así a ellos parecía no importarles luciendo algo enamorados.
—Felicidades Ela —dijo Marcos cuando mi madre nos presentó. Le habían dicho que era solo un acuerdo?. El restaurante parecía caro, elegante y prestigioso. Solo veías a personas vestidas de traje y vestido. Por suerte mi overol había quedado atrás. Meseros iban de un lado a otro y la banda instrumental tocaba majestuosamente. Decidí abandonar pensamientos negativos y compartir con los demás. Tenía hambre y la octava persona no llegaba. Mi paciencia llegaba a su límite cuando en la banda se escuchó un hermoso violín. Quedé de espaldas a la banda por unos segundos mientras los nervios me subían por la planta de los pies. Me giré y vi a Archie tocando con sutileza. Parecía haberla practicado durante días. Con amor al instrumento se entregó a la canción con movimientos delicados. Lluvia emocionada no evitó que sus ojos se cristalizaran. Sebastián y Zev sonreían. Y mi madre ya lloraba casi mares evidentemente provocados por la emoción y el embarazo. Todos parecían aprobar este matrimonio. La melodía terminó y los ojos azules de Archie comieron mi alma. Con cariño entregó el violín y se puso de pie. Vestía un traje de tres piezas color azul.
—Quizás este siempre fue nuestro destino —dijo en voz alta mirándome fijamente. Todas las personas allí miraban al joven de azul cuando este sacó una caja de su bolsillo y se arrodilló. Mi corazón corrió por todo mi cuerpo. Los manos comenzaron a temblarme y mi garganta se secó. —Quieres casarte conmigo?—pregunto. Las palabras no querían salir de mi boca. Estaban atoradas en las ganas de que esto fuera real.
—Si, si quiero —termine diciendo haciendo que su semblante se relajara. Se puso de pie y me besó.
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Del odio al amor hay un balcón o un violín?
Novela JuvenilEla y su familia se mudan a una nueva ciudad. Casa nueva, colegio nuevo, vida nueva y muchos problemas. Descubre que su vecino forma parte del equipo de pelota de su nuevo colegio. Su padre ambicioso quiere casarla para hacer negocios. Pero podrá El...