Capítulo 49 ( Te amo )

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Me senté en el borde de la cama a pensar. Hasta que me fui a dormir. Mientras dormía sentí que alguien se acurrucaba a mi lado. Abrí los ojos y miré el reloj en la mesa de noche, dos y quince de la madrugada.

—Archie? —pregunté. El me tomó por la cintura y me pegó a su pecho. Olía a alcohol. —Estabas bebiendo? —pregunté sentándome en la cama.

—Vamos a dormir —dijo suave.

—Donde estabas ?—pregunté. El se sentó en la cama a regañadientes. Quería abofetearlo. Y el miedo de ser reemplazada fácilmente por alguien con más madurez y edad me devoró el corazón. —Estabas con alguna chica ?—.

—Reunión de negocios —contestó.

—Descansa, yo dormiré en el cuarto de invitados. No soporto ese olor a alcohol —.

Salí de la habitación con el corazón latiéndome a millón. Él no me detuvo y lo escuché llorar. Archie estaba llorando y yo no sabía qué hacer. Se estrujó mi ser. Las melodías de un violín inundaron mis oídos. Su caparazón estaba a punto de estallar. "Él también te necesita" recordé a Lluvia. Por hoy dejaría las cosas así. Mis nervios me traicionaban y si entraba probablemente iba a vomitar. Me alejé y fui a la habitación de invitados. Dormí bien y los rayos del sol se pegaron a mi rostro. Abrí y cerré los ojos para acostumbrarlos a la luz. Los párpados me pesaban y el lado vacío de la cama parecía estar hundido. Me giré y vi a Archie dormido. Tan hermoso como siempre. Con un rostro varonil bañado en el amarillo del sol. Exudaba ternura y mucha hombría. Así pasaron tres días. Archie llegaba tarde, olía a alcohol y siempre estaba en reuniones de trabajo. Lo escuchaba tocar la misma canción todas las noches.

—Señora Bennet?—preguntó la persona al teléfono.

—Si soy yo, quien habla ?—pregunté confundida.

—Es el oficial Ryder, su esposo el señor Bennet está en la estación de policía de la ciudad. Una chica le ofreció llevarlo a casa pero él insiste en que quiere que usted lo busque —dijo Ryder. Una chica?.

—Voy enseguida —dije colgando el teléfono. Fui a la cochera subterránea en busca de mi auto. Era mi primer auto, ganado con el sudor de mi frente. Subí a él y me dirige al cuartel. Bajé rápidamente y entré. Vi a Mireyni dando vueltas de un lado a otro. El corazón se me puso pequeñito. Estaba con ella. Su mirada se encontró con la mía.

—Señora Bennet por aquí, soy el oficial Ryder —. Asentí y caminé junto a él pasando a Mireyni. Archie estaba sentado con la corbata desajustada y miraba al suelo avergonzado.

—De verdad, en qué pensabas?—pregunté haciendo que él me mirara. Mireyni se acercó de prisa.

—No sea tan dura con el —dijo en desespero. Me hirvió la sangre, me giré hacia ella y la abofetee. Ella se sorprendió y tocó su mejilla.

—Estás despedida —dije molesta. —Y usted señor Bennet, está en muchos problemas. Es mejor que se recupere para la reunión de mañana —.

—Señora Bennet, no es lo que usted piensa. Tuvimos una reunión y cuando esta terminó fui a hacer unas diligencias. Al regresar a casa pasé por el bar y vi al señor Bennet intentando abrir la puerta de su auto con dificultad así que decidí ayudarlo. Le ofrecí llevarlo a su casa pero se negó. Solo se subió a la limusina cuando acepté traerlo a la comisaría —dijo asustada pero a la misma vez con picardía. Ella no tenía buenas intenciones.

—No me interesa tu triste novela, estás despedida. Si vuelves a contactar a la empresa Bennet, a mi esposo o a lo que rodee a mi familia, te haré la vida imposible —dije segura. Al fin a mi vida había llegado la felicidad y nadie me quitaría eso. Archie no dijo nada. Y aunque estaba consiente no podía conducir.

—Y este auto?—preguntó.

—Mío, lo saqué hacen dos días. Pero como apenas te veo —dije mirando el camino.

—No pasó, ni pasa, ni pasará nada con ella —dijo sabiendo lo que pensaba.

—No, porque ya la despedí. Si vuelves a tener contacto con ella, te despido a ti también —dije calmándome. Despedirlo de mi vida sería muy duro.

—No, no es por eso. No pasará nada porque yo te amo a ti —. Mi corazón se aceleró. Sabía que le gustaba, pero nunca me había dicho que me amaba. Era la primera vez.

—Que tonterías dices —.

—Ela, estoy enamorado. Me enamoré de ti—dijo con voz ronca. Me derretía y todo lo que había pasado se me olvidaba. Detuve el auto en la entrada de la casa y lo miré.

—Porque estás bebiendo todos los días?. Te escucho llorar y tocar el violín en las noches. Tres días y casi no te veo , apenas te comunicas y ahora me llama un oficial y te veo con esa —. El tragó saliva y suspiró. Suspiró como si quisiera bajar el nudo que sentía en la garganta.

—Mi mamá —dijo con voz temblorosa. —No murió cuando yo tenía seis años. Se había separado de mi padre porque no quería abrumarlo con su enfermedad. Mi padre no quería aceptarlo pero al final pasó. Me quedé con el porque ella se internó en un hospital. Iba y le tocaba el violín casi todos los días —dijo casi ahogado.

—Porque mentiste?—pregunté.

—Aun no quiero aceptarlo. Hoy se cumplen seis meses de su muerte. No quiero aceptar que ya no está —dijo comenzando a sollozar. Lo abracé fuerte. Archie un hombre de carácter fuerte, que exudaba poder y dominio ahora mismo estaba tan vulnerable. Tan sensible, tan indefenso. Su corazón se quebró. Luego de unos segundos recobró la compostura. —Tocar el violín para ti aquella vez me dolió tanto, pero tú tenías esa luz que necesitaba en mi vida. Has estado tan triste y abrumada estas semanas que no quería ser una molestia ni otra carga más. Yo soy un hombre, puedo resolver mi vida emocional sin molestar a nadie —. Sus ojos azules estaban irritados. Su madre apenas había muerto cuando me mudé a la ciudad. Por eso bebía la vez que lo vi.

—Archie, aunque tú puedas con todo tú solo, yo quiero estar aquí, aquí contigo. No puedes excluirme de lo que siente mi esposo. Qué clase de esposa sería si no te apoyo, te animo y te consiento?. No tienes que enfrentar nada solo —dije sintiendo que pronto los dos inundaríamos de lágrimas mi auto nuevo. Su mano derecha tocó mi mejilla izquierda y me besó con un beso fugaz.

—No pensé que esa niña tonta del balcón de al lado me haría sentir tantas cosas bonitas —dijo mirándome fijo.

—Sabía que eras una tortuga con el caparazón agrietado. Pero Archie, no habrá otra grieta más. Tú has sido quien a borrado esas cosas malas que me quemaban la piel y el corazón. Te agradezco —dije suave.

—Te amo Ela —dijo una vez más.

—Yo también te amo, Archivaldo —. El sonrió y me besó suave.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora