Parte 10 ( No me vuelvas a tocar)

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El entrenador me vio entrando al salón y rápidamente sus ojos se posaron en la gorra que Archie me había puesto en la cabeza.

—Atencion todos, tenemos nueva integrante— dijo divertido. Me señaló y dio la bienvenida. —Ella es Ela Romiu para el que no la conozca. Será la única chica del equipo así que es mejor que se concentren —dijo entrecerrando los ojos.

—Entrenador no sé nada de Béisbol —dije nerviosa. Todos esos adultos de veintitantos años me estaban mirando. Seguramente esperando a que me equivocara. El entrenador comenzó a reír.

—Estudiante Ela al menos usted conoce las reglas —señaló la gorra. —Norma inquebrantable, a todas las reuniones se tiene que venir con la gorra del equipo. No importa si viene en su tonto y lindo vestido de niña tiene que venir con su gorra puesta. No como otros que prefieren ser castigados —dijo señalando a Archie. Era la tercera vez castigado por mi culpa y se entristeció mi corazón. Porque Maxton no me ofreció la suya?.

—Uuhh —dijeron todos al unísono mientras movían extrañamente las manos.

—Silencio —gritó el entrenador. Todos obedecieron y los ojos de Archie se entrecerraron. Sus dedos inquietos mostraban las ganas de fumar que tenía. —Espero que de esta aprenda a siempre venir con su uniforme completo —. Archie rió amargamente. —Siete vueltas al campo antes de comenzar y siete vueltas después de terminar —gritó fuerte. El rostro inexpresivo de Archie me hizo mirar a Maxton. Era evidente su molestia. Tenía los ojos llenos de arrogancia, la ternura y la melocidad se dispersaron hacía rato. —Tu,  Ela, te encargaras de recoger guantes , pelotas y bates. De ti dependerá que las toallas de los chicos estén limpias, sin rastros de sudor. Luego de cada entrenamiento irás a la lavandería. Repartirás agua en las prácticas y en los juegos —terminó por decir.

—En los juegos?—pregunte. Él comenzó a reír como un maniaco. Los chicos estupefactos, era claro que tenerme allí era inútil. Además los atrasaría en muchas cosas. Para ellos solo era una mocosa.

—Que pensabas, que esto era por dos o tres días y ya?. Estarás aquí con nosotros seis meses si no te metes en otro lío —dijo el entrenador. Todos comenzaron a murmurar mientras yo solo tragaba saliva de vergüenza. —Afuera —gritó el entrenador. Archie rió coqueto y tomó su bate. Todos salieron del salón apresurados. Antes de ponerme de pie cerré mis ojos y respiré profundo. Al abrir los ojos vi la cara de Archie muy cerca de la mía. Casi podía rozar su nariz con la mía.

Me asusté.

—Es la tercera vez que me castigan por tu culpa. Soy un adulto ya, no crees que eso le va mal a mi reputación de deportista responsable?—pregunto.

—Lo lamento. No sabía que era tan fuerte todo el asunto del uniforme—dije avergonzada. Tomé la gorra para devolvérsela y vi como miró a sus espaldas y rápidamente me colocó la gorra de nuevo.

—Te dije que no te la quites. Te castigaran —dijo dándole un golpe al borde de la gorra haciendo que esta bajara hasta mis ojos. —Fuera, los chicos necesitarán agua pronto—. Me levanté rápidamente.

—Donde consigo agua o botellas para llenarlas?—pregunte.

—Ese no es mi trabajo. Ya tengo que correr catorce vueltas al parque por ti —soltó y se fue. Salí al pasillo y bajé las escaleras. Afuera hacía mucho sol.

—Ela —escuché gritar por el pasillo. Ella corrió hasta mí y me abrazó. —Como estas, qué pasó?—. Lluvia despegó su cuerpo del mío y miró mi cabeza.

—Seis meses en el equipo de Béisbol. Si es que no me meto en más problemas —contesté. Quedó varios segundos en silencio y rio.

—Maxton te dio su gorra, no quiso que fueras castigada?. Que romántico no crees?—pregunto. Quedé sin habla y casi sin aliento. Maxton ni siquiera lo había intentado. Negué con la cabeza y el semblante de Lluvia cambió. Señale de inmediato al parque de pelota. Ella corrió hasta el ventanal y a lo lejos vimos a Archie sin gorra corriendo siete vueltas. Lluvia sonrió con picardía.

—Archie me prestó su gorra —comenté mirando el ventanal sin parpadear. Se veía tan atractivo corriendo. Su pantalón ajustado y sus medias altas probablemente volvían loca a muchas. —Le debo mucho, no creo que hubiera podido correr una vuelta tan siquiera —dije girando mi cara hacia ella.

—Ela —dijo Lluvia algo triste. —Porque dejas que Maxton te toque así ?. No recuerdas el pasado con su roce?—preguntó bastante seria. Sentía doler hasta los huesos. Veía mi cuerpo lleno de sangre. Mis costillas me dolían y mi nariz también. —No es apropiado —.

—Lluvia, si no es así, como lo voy a superar?— pregunté.

—Hey cariño, no tienes que superarlo a la ligera y tampoco de ese modo. Pienso que la persona correcta hará magia y curará tus heridas sin necesidad de tocarte. Y el día que te toque no sentirás miedo. Ahí lo habrás superado —dijo ella tocando mi rostro.

—La niña del agua —gritó el entrenador.

—Creo que soy yo —mencioné inmóvil. Ella notó que no podía moverme.

—Ven te ayudo —Lluvia halo mi mano y me llevo corriendo al salón de entrenamiento. Había una neverita de playa llena de botellas de agua y hielo.

—Gracias, que haría sin ti —dije sonriendo. Salí al parque algo nerviosa. Era la primera cosa que tenía que hacer y ya la había echo mal.

—Aquí —dije arrastrando la neverita. Miré hacia atrás y vi a Lluvia mirando por el ventanal. Ella señaló a mis espaldas. Cuando volví mi mirada al parque los chicos venían como caballos cerreros.

—Bien echo niña nueva —dijo uno de los chicos. Maxton se acercó a mí, quitó la gorra de mi cabeza y me despeinó un poco mientras sonreía. Mi corazón dio un vuelco. No estaba enamorada, podía sentirlo pero me llamaba mucho la atención.

—Que tal si te llevo a casa hoy?—preguntó suave. Sebastián y mi madre aún estarían en la empresa, así que no podrían buscarme. Aún así me pregunté: Sería buena idea que Maxton me llevara a casa?. Miré al ventanal y Lluvia ya no estaba. Tragué saliva y sonreí.

—Me parece bien —contesté. Solo quería estar bien con el. El sonrió y tomó la botella de agua. Era su turno de batear así que se alejó pronto. Entré con la neverita al salón de entrenamiento para rellenar las botellas de agua. Mi cabello estaba comenzando a mojarse rápidamente. El sol afuera estaba candente. Entre el frío y el calor probablemente tendría gripe en la noche.

—No te conviene irte con el —escuché su voz ronca. Dejé de sacar las botellas de agua y me giré hacia el. Archie se encontraba recostado del marco de la puerta serio e inexpresivo.

—Porque lo dices?—pregunte ipso facto. Archie negó agitando la cabeza con atisbo de decepción.

—Eres tan ingenua —dijo dándose la vuelta.

—Eres un patan —. Toque su hombro con disgusto. Archie se giró y me arrinconó contra una de las paredes.

—Patan, lo dices enserio?. Creo que estás equivocada o no sabes definirlo. Patan tu noviecito. Que no se te olvide que la gorra que llevas puesta es mía —dijo evidentemente molesto. Soportaría el castigo por mi, al parecer Maxton no.

—Pues tómala, tampoco la quiero —dije alzando la voz. Me encontraba nerviosa y algo confusa.

—Y que es lo que quieres?—preguntó apretando mi cintura hacia el. Sus manos se deslizaron hasta llegar a mis muslos y me sentí muy incómoda. Sus dedos subieron por debajo de mi falda con un toque suave. Más suave que el de Maxton. Aún así me desvanecía de vergüenza y miedo. —Esto es lo que quieres, esto es lo que buscas no?—preguntó haciéndome sentir sucia. Mis lágrimas salieron sin control y lo empujé. Archie me miró travieso y lo abofetee. Archie quedó en silencio por unos segundos mientras tocaba su hermoso rostro.

—No me vuelvas a tocar —dije entre lágrimas. Archie me miró. Tenía ganas de decir muchas cosas pero se limitó. Yo sabía que quería secar mis lágrimas más no se atrevió.

—No eres la única en su lista —dijo y se fue dejándome allí sola y asustada.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora